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¿Quién va a recapturar el crecimiento, el peso y el petróleo?

Como si el cumplimiento de sus obligaciones fuera un mérito, Enrique Peña y sus empleados celebraron haber recapturado al delincuente Joaquín Guzmán Loera, a quien algunos de ellos, mediante sobornos, dejaron escapar de manera espectacular para que pareciera real. La noticia, como se dice, dio la vuelta al mundo. El ungido como “enemigo público número uno” en Chicago regresaba a la cárcel tras haber sido materialmente pescado en las aguas negras del alcantarillado del municipio de Los Mochis, Sinaloa, cuando trataba de huir burlando a policías, marinos y soldados que lo tenían cercado. Ya pasó el hecho y el escándalo mediático.

La traición a México

Los primeros 3 años del sexenio de Enrique Peña Nieto, las Fuerzas Armadas Mexicanas, especialmente el Ejército Mexicano, se ganaron la desconfianza y el desprecio del pueblo. Se echó por la borda casi 1 siglo de merecer el cariño de las clases populares –en las cuales, además, está su propio origen– a partir de la Revolución Mexicana de 1910, promulgada el 5 de febrero de 1917 después de derrotar dos veces consecutivas al Ejército Federal del general Porfirio Díaz convertido en tirano a lo largo de 30 años de gobierno, apoyado por las bayonetas de la tropa reclutada de leva, que era conducida por generales aristocráticos provenientes de la clase gobernante compuesta por latifundistas, patrones explotadores, el clero fanatizador y empresarios extranjeros que esclavizaron a los indígenas y a los pobres de la nación.

A 99 años, la Constitución ha muerto

Qué celebrar este 5 de febrero, cuando se “encuentra entronizada la maldad y prostituido al ciudadano; cuando la justicia ha sido arrojada de su templo por infames mercaderes y sobre la tumba de la Constitución se alza con cinismo una teocracia inaudita. ¿Para qué recibir esta fecha, digna de mejor pueblo, con hipócritas muestras de alegría?

De Guatemala a Guatepior, es decir, de Otto Pérez a Peña Nieto

En nuestro país existe la corrupción presidencial. Y es que fueron pillados Enrique Peña Nieto, su esposa y su secretario Luis Videgaray sin destapar toda cloaca que se acumula desde Miguel Alemán (1946-1952), y de cuyo abuso del poder han salido fortunas de “empresarios” y “banqueros” que han creado la actual narcopolítica hasta hacer de su mayor capo al Chapo Guzmán, uno más de la lista de Forbes a partir de los 70 mil millones de dólares de Carlos Slim al millón del narcotraficante que dejaron escapar Vicente Fox y Peña por la corrupción del sistema presidencial, tan podrido como el Judicial y Legislativo, a cuyos tres poderes los de Guatemala acaban de darles una lección democrática cuando el pueblo, sus representantes y sus jueces, funcionaron como vasos comunicantes entre la democracia directa y la indirecta.

Asedio contra la libertad de expresión

La libertad de expresión está constantemente en asedio, ya sea con más regulaciones propuestas desde los grupos de poder e instrumentadas por un obediente Congreso de la Unión, o cuando a grupos o personas (léase políticos, funcionarios y empresarios, principalmente) les molesta la crítica y se quejan de violaciones a sus derechos humanos, cuando en realidad lo que no desean es la libertad de expresión que se traduce en la opinión de cualquiera sobre las acciones y actos de otros.

México, en el harén de Estados Unidos

La administración federal, lejos de restablecer la soberanía entregada a Estados Unidos por las administraciones panistas, baja la cabeza ante las evidencias del espionaje y la intromisión estadunidenses ejercidas contra México. Servidores públicos no sólo habrían conspirado contra la privacidad de los mexicanos, sino también lo habrían hecho empresas como Telmex, Telcel, Nextel, Telefónica, Unefon, Iusacell, Cisco y Prodigy. ¿Algún día se sabrá de la responsabilidad empresarial y política?

Lecciones de historia a la tecnocracia: Cárdenas y su avance nacionalista

Cuando el general Lázaro Cárdenas asumió la Presidencia de la República en 1934, los energéticos se encontraban de forma absoluta en manos de empresas extranjeras; por ello, el crecimiento de la economía y el bienestar del pueblo de México se supeditaban a los caprichos e intereses de los voraces capitales internacionales.

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