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Estados Unidos contra el Estado Islámico: distorsiones y reveses

Estados Unidos contra el Estado Islámico: distorsiones y reveses

El Pentágono ya admitió el fracaso de los planes para entrenar a miembros de las bandas armadas antigubernamentales que operan en Siria. El gasto en 2016 para ese programa fue de 500 millones de dólares y también fue apoyado Turquía y otras naciones del Oriente Medio

Roberto García Hernández/Prensa Latinaestado-islamico-600

Los resultados de la campaña liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico en 2016 no se corresponden con los recursos invertidos en ella, ni con las expectativas de la Casa Blanca, aseguran expertos en el tema.

Estas operaciones militares son blanco de fuertes críticas, pues más de 2 años después de iniciadas están lejos de alcanzar su objetivo principal, que es deteriorar y finalmente derrotar a las fuerzas fundamentalistas.

En agosto de 2014, Washington y sus aliados comenzaron los bombardeos contra objetivos del Estado Islámico en Irak, acciones que extendieron a Siria a partir de septiembre del mismo año, contra la voluntad del gobierno de Damasco.

Hasta la fecha, la coalición liderada por el mando estadunidense realizó más de 10 mil 600 ataques aéreos para destruir instalaciones del Estado Islámico en suelo irakí, mientras en territorio sirio el número de bombardeos supera los 6 mil.

Fuentes del Comando Central, entidad del Pentágono que dirige las operaciones en Oriente Medio, reconocieron que 54 civiles murieron en siete incursiones entre marzo y octubre de este año, pero organizaciones no gubernamentales aseguran que estas cifras están muy por debajo del número real.

Aviones de combate de Francia, Reino Unido, Australia, Bélgica y Holanda actúan junto a Estados Unidos en los bombardeos en territorio irakí, mientras en los ataques contra Siria cooperan Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Bahrein.

El mando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) suministra, desde finales de octubre de 2016, apoyo directo con los llamados aviones AWACS, de control y pronto aviso, aunque de hecho la Alianza Atlántica no forma parte de la coalición.

A pesar de este esfuerzo poco común, expertos en temas de seguridad nacional, así como congresistas demócratas y republicanos cuestionan la eficacia de estas acciones bélicas, que costaron hasta ahora más de 10 mil millones de dólares a los contribuyentes estadunidense.

Distorsiones y mentiras

A mediados de septiembre de este año, varias publicaciones revelaron que el mando militar estadunidense distorsiona los resultados de la guerra en los informes que envía a la Casa Blanca y en los reportes que hacen llegar a los medios de difusión.

Según The New York Times, resultan alarmantes los intentos de altos jefes castrenses de alterar los datos de inteligencia sobre esta guerra, para dar una visión edulcorada al Ejecutivo y el Capitolio.

Congresistas demócratas y republicanos manifestaron su ira y dijeron sentirse engañados al recibir una versión distorsionada sobre los supuestos progresos de esta contienda, añade el periódico neoyorquino.

Durante el año se evidenció en varias ocasiones lo que expertos señalan como un exceso de optimismo de altos oficiales estadunidenses sobre supuestos avances en la lucha contra el Estado Islámico.

A principios de 2016, el jefe del Comando Central (Centcom) de Estados Unidos, general Loyd Austin, afirmó que las fuerzas del Estado Islámico que operan en Irak y Siria estaban al borde del colapso y aseguró que para derrotarlas no sería necesario el empleo de tropas terrestres estadunidenses.

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De acuerdo con este oficial, los fundamentalistas perdieron más del 20 por ciento del territorio que ocupaban desde 2014, cifras que algunos expertos califican de imprecisas y excesivamente optimistas, y algo similar ocurre con los reportes sobre la ofensiva irakí contra los terroristas en la ciudad de Mosul.

No obstante, el 1 de diciembre el Departamento de Defensa publicó una nota según la cual las unidades irakíes hacen progresos significativos por aislar dicha urbe, operación que comenzó el 17 de octubre de 2016 y pudiera durar varios meses, en la que participan unos 35 mil efectivos irakíes, kurdos y otros grupos locales.

Estados Unidos proporciona en este operativo el aseguramiento de inteligencia y la presencia de un centenar de miembros de las Fuerzas de Operaciones Especiales en tareas de asesoría directa en el terreno.

Falla entrenamiento a “moderados”

A pesar del apoyo sostenido de Estados Unidos, Turquía y otras naciones del Oriente Medio, la campaña en territorio sirio no tuvo los resultados esperados, pues el Pentágono admitió recientemente el fracaso de los planes para entrenar a miembros de las bandas armadas antigubernamentales que operan en esa nación árabe, programa que contó para el año fiscal 2016 con un presupuesto de unos 500 millones de dólares.

En julio pasado, el secretario de Defensa, Ashton Carter, provocó serias preocupaciones en el Congreso al afirmar que apenas se logró preparar a 60 individuos, cifra muy inferior a los 5 mil 400 previstos y de hecho, la mayoría de los adiestrados desertaron, desaparecieron, murieron en combate o fueron capturados.

Al referirse a estos planes para empoderar a los llamados “grupos moderados” sirios, el senador republicano Jeff Sessions, ahora candidato a ocupar el cargo de fiscal general de Estados Unidos, fue contundente al señalar: “tenemos que reconocer que esto es un fracaso total”.

El escrutinio del Congreso

Durante 2016 el liderazgo republicano y algunos legisladores demócratas en el Capitolio criticaron la estrategia de Barack Obama contra el Estado Islámico y en especial el proyecto de Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF) en Irak y Siria, presentado por el mandatario al Capitolio.

Para los republicanos, la AUMF no tiene todo el alcance que necesita, mientras algunos demócratas se niegan a avalar una iniciativa que no prohíbe de forma explícita el uso de grandes agrupaciones de tropas terrestres.

Un informe publicado por la Casa Blanca el 5 de diciembre de 2016 ratifica que en el centro de la infraestructura legal de Obama para el uso del poderío bélico contra el terrorismo, está la ley aprobada en 2001 por el Congreso que autoriza al Pentágono a usar la fuerza militar contra Al Qaeda, el Talibán afgano y fuerzas asociadas, tanto dentro como fuera de Afganistán.

Por lo tanto, con esa aseveración la administración de Obama justifica cualquier acción bélica en ese país asiático, así como en Yemen, Irak, Siria y Libia, de acuerdo con el reporte, y deja esa puerta abierta para el Donald Trump.

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Aunque está por ver cuál será la posición real de la nueva administración con Donald Trump a la cabeza, los candidatos a miembros de su gabinete pudieran dar un indicio de cuál será la línea a seguir por el nuevo jefe de la Casa Blanca.

Para la jefatura del Pentágono Trump escogió a James N Mattis, exgeneral de la Infantería de Marina conocido con el sobrenombre de Perro Loco, quien además de participar en la invasión contra Irak en 2013 fue jefe en dos ocasiones del Comando Central, entidad que supervisa las operaciones en el Medio Oriente.

Con este equipo de gobierno que ya está a punto de asumir su mandato, algunos expertos se atreven a pronosticar al menos una continuidad en la política agresiva de la Casa Blanca en el Oriente Medio, en particular las acciones desestabilizadoras contra Siria.

De todas formas, al decir de la agencia noticiosa Associated Press, después de 8 años como un presidente en guerra, Obama entregó a Trump una interpretación amplia sobre la autoridad que tiene como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas para usar la fuerza en cualquier parte del mundo, sin necesidad de buscar el apoyo del Capitolio.

Roberto García Hernández/Prensa Latina

[LÍNEA GLOBAL]

Contralínea 520 / del 01 al 07 de Enero 2017

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