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Lo que tenemos ante nosotros no es la alborada del estío, sino una noche polar de una dureza y una oscuridad heladas, cualesquiera que sean los grupos que ahora triunfen

Max weber, El político

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La voltereta electoral estadunidense, por la combinación de la democracia directa de los ciudadanos ante las urnas, y la democracia indirecta de su Colegio Electoral donde se contabilizan los votos conforme a una tradición política que arroja cualitativamente una votación por Estado, permitió que aún cuando Clinton obtuvo más sufragios individuales, Trump arrasó al haber ganado las entidades con más electores. Y es que si alguna reforma necesita su sistema, es que sólo cuenten los votos individualmente. Los republicanos también tienen mayoría en las dos Cámaras del Congreso: diputados y senadores, para apuntalar a Trump con sus propuestas ante quienes lo apoyaron. Llega a la Presidencia estadunidense tras una campaña populista (Joseph F Zimmerman, Democracia participativas el resurgimiento del populismo).

Así que para explicarnos el fenómeno Trump es necesario ir a los textos sobre democracia, populismo e historia de las teorías y experiencias políticas, desde Atenas-Grecia- Esparta, a la Roma republicana, con los emperadores y su parteaguas histórico: el cesarismo (Teodoro Momnsen, El mundo de los Césares; Seutonio, Vidas de los Césares; José Manuel Roldan, Césares; Mary Beard, Una historia de la antigua Roma; y de Michael Grant, El mundo romano). Y es que los estadunidenses que votaron por Trump, incluso ocultando ante las encuestas su decisión, aceptaron las propuestas del seudorrepublicano que supo ganarse ese apoyo para llegar a ser un dictador democrático que tratará de implantar sus ofertas.

La dictadura democrática apareció en Atenas con Pisístrato (Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso; WKC Guthrie, Historia de la filosofía griega; Aristóteles, Política). El dictador democrático se diferencia de los autores del golpe de Estado y éstos son autócratas, déspotas; siempre apareciendo en la vida política de los pueblos. Cromwell fue dictador democrático. Napoleón un monarca del despotismo. En cambio, Trump se ha presentado como un populista que atendió las demandas de la raza blanca (Hitler a la raza aria), de los desempleados que cobran cinco dólares por hora y que han sido desplazados por los migrantes –documentados o no– que aceptan 2 o 3 dólares.

Prometió rebajar los impuestos, gravar las remesas, rechazar la globalización y regresar al proteccionismo. Cancelar los tratados de libre comercio (y ya Canadá se sumó a ello, incluso diciendo que negociarán sin México). Controlar las importaciones. Levantar un muro en la frontera mexicana. Desligarse de Europa, apretar la tuerca contra China. Y se opone a medidas contra el cambio climático. Así fue como captó el voto en las entidades más cotizadas políticamente, para ejercer la dictadura democrática como el presidente 45; con su machismo, presumiendo de millonario y sosteniendo que por encima del mundo está la primacía estadunidense.

Todo ello reviviendo la Doctrina Monroe; y que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Ese país, con presidentes republicanos y demócratas, no había tenido un presidente-dictador, que odia a los negros, a los latinos, musulmanes, chinos e israelitas. Su populismo (Ghita Ionescu y Ernest Gellner, Populismo, significado y características nacionales), fue para apalancar su credo por el Ku-kux-klán con ribetes cristianos-católicos contra el aborto, los homosexuales y su ultraderechismo (Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Dictadura, despotismo y populismo; en su Diccionario de Política; y de Norberto Bobbio, Teoría general de la política). Portavoz de los ricos en el capitalismo made in USA (John Kampener, Ricos: de la esclavitud a los superyates. Dos mil años de historia), se instala como el primer dictador democrático en Washington, desde sus orígenes en Grecia, Roma (con Calígula) y Alemania (con Hitler).

Es otro Hitler, que desatará la tercera guerra económica y bélica, para someter a su dictadura a lo que pueda del mundo, generando más conflictos políticos y militares, como no había hecho un presidente estadunidense desde Jorge Washington. Un anti-Abraham Lincoln. Y no se equivocó el pueblo que sufragó a su favor, sino los sondeos y las encuestas. La democracia estadounidense, mayoritariamente lo eligió como su dictador democrático. ¿Vamos del tercer Reich al cuarto? (Varios autores, El tercer reich, editorial Noguer). Estamos, pues, ante lo inédito en el presidencialismo estadunidense. Y ante la certidumbre de que Trump es heredero de la línea de Calígula y Hitler, para inaugurar una etapa de intolerancia y amenazas que se cumplirán, porque éste y su grupo antirrepublicano tienen vía libre para imponer su dictadura populista de neonazi fascista.

Los ciudadanos que votaron por él son su igual y exigirán el cumplimiento de las políticas económicas y sociales de un capitalismo fisiocrático (Ronald L Meek, La fisiocracia), con una interpretación explotadora hacia los demás países (Eamon, Butler, Milton friedman: su pensamiento económico). Trump será un dictador-gerente para quien los derechos humanos son exclusivos de la raza blanca estadunidense; y hará una limpieza étnica, considerando a los inmigrantes como los nuevos judíos. Un dictador democrático enemigo de las libertades de prensa, gobernará a los estadunidenses; con su mano izquierda será un populista hacia dentro de su país. Y con la mano derecha, un autoritario para –supuestamente– engrandecer ab irato a Estados Unidos de América (Ignacio Ramonet, Las siete propuestas de Trump que explican su victoria, en La Jornada, 10 de noviembre de 2016). La contrarrevolución de Donald Trump, por Lluis Bassets y de Anne Applebaum: Trump y la Internacional Populista, El País, 9 y 10 de noviembre de 2016).

Álvaro Cepeda Neri

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: CONTRAPODER]

Contralínea 516 / del 28 de Noviembre al 03 de Diciembre 2016

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