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Amenazas cumplidas del narcotráfico contra las libertades de prensa

Amenazas cumplidas del narcotráfico contra las libertades de prensa

El periódico El Mañana se publica y a muy duras penas circula por Tamaulipas, una de las madrigueras del narcotráfico con sus sicarios matando a diestra y siniestra; en uno más de los hechos de violencia extrema que acontecen en México contra los medios de comunicación. Y así, no solamente los funcionarios, como en Veracruz (con 11 periodistas asesinados), sino también los matones han entrado –criminales al fin–, para que juntos impongan la censura previa y/o las ejecuciones tras la publicación de la información sobre los hechos de los capos de las drogas que no toleran las libertades de prensa; y cuando esa información se ocupa de la sangrienta inseguridad que lleva 18 años enseñoreándose del país para tratar de impedir las libertades de pensar, hablar y escribir. El caso es que el diario estadunidense The Washington Post ha dado a conocer que el periódico El Mañana ha sido la principal víctima de Tamaulipas y de todo el territorio que ha estado sufriendo las embestidas, arrojando ya cuatro de sus periodistas asesinados.

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El pasado 12 de diciembre, para evitar represalias del narco, firma el staff del diario Reforma la información publicada por el matutino estadunidense, respecto a cómo El Mañana sigue siendo objeto de toda clase de amenazas de los matones de los capos, para que este periódico se autocensure y no publique información sobre el narcotráfico. Tienen sometido al diario tamaulipeco a constantes advertencias que, casi siempre, son de asesinar a sus reporteros y analistas que se ocupen de los hechos criminales de los cárteles de las drogas. Someterse a los mensajes de los narcos es la única opción. No hay de otra. Y en caso de que sus editores se resuelvan por publicar la información sobre las delincuencias, equivale a firmar la sentencia de muerte de periodistas, atentados contra los edificios y un rosario de venganzas criminales.

Parecidos casos se han dado en Sonora, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, etcétera; pero ese terrorismo en Tamaulipas ha llegado a su máxima expresión. Se ha dicho con sobrada verdad que México es un espacio donde es muy peligroso ejercer la tarea de periodista, acosado por dos frentes: el más criminal de los narcotraficantes y de los funcionarios gubernamentales, como el desgobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa o cuando estaba Guillermo Padrés en Sonora, o ahora mismo en Puebla con Rafael Moreno Valle; o en Morelos con Graco Ramírez o en Oaxaca con Gabino Cué o en Chiapas con Manuel Velasco, etcétera. La sangrienta inseguridad que no para con su factor común, el narcotráfico, tiene al país en una guerra militar que no puede con ellos, para que la población en general sufra las consecuencias.

El matutino El Mañana ha padecido más ataques que ningún otro diario, en el entendido de que la prensa escrita de todo el país es blanco constante de las amenazas cumplidas de las delincuencias. Se trata de silenciar a los medios de comunicación impresos, sin que permanezcan al margen los de radio, televisión e internet. Es una astuta campaña para limar el filo de las libertades ciudadanas, empezando por los periodistas para suprimir el derecho a recibir información. The Washington Post hizo bien en difundir en sus páginas la información de los ataques que está sufriendo El Mañana, y de paso exhibir el peligroso, sangriento y homicida trance de la prensa mexicana. Sobreviven los trabajadores de los medios, sobre todo escritos, a las venganzas criminales y a las amenazas de los narcos que no quieren que se publiquen los hechos que, a sangre y fuego, consuman todos los días de Norte a Sur y de Este a Oeste, en todas las direcciones de la rosa de los vientos de nuestro pobre y desvalido país.

Desde Miguel de la Madrid (1982-1988) a Carlos Salinas pasando por Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y ahora Enrique Peña, el narcotráfico ha ido adquiriendo un poder descomunal, logrando con la corrupción-complicidad de funcionarios federales la fuga del [ya recapturado] Chapo, Joaquín Guzmán –multimillonario en la lista de Forbes que encabezó Carlos Slim–, para reforzar los cárteles de la droga. Con su insolencia y retadora actitud a los poderes del Estado, éstos han empeorado la inseguridad criminal que vulnera las libertades de los derechos humanos. No hay garantías para hacerlos valer en tanto los narcos encabecen a las delincuencias, que cada vez son más sanguinarias. Más despiadadas. Y más dispuestas a todo, creando una atmósfera de miedo entre los mexicanos que no saben para dónde hacerse. periódico El Mañana se publica y a muy duras penas circula por Tamaulipas, una de las madrigueras del narcotráfico con sus sicarios matando a diestra y siniestra; en uno más de los hechos de violencia extrema que acontecen en México contra los medios de comunicación. Y así, no solamente los funcionarios, como en Veracruz (con 11 periodistas asesinados), sino también los matones han entrado –criminales al fin–, para que juntos impongan la censura previa y/o las ejecuciones tras la publicación de la información sobre los hechos de los capos de las drogas que no toleran las libertades de prensa; y cuando esa información se ocupa de la sangrienta inseguridad que lleva 18 años enseñoreándose del país para tratar de impedir las libertades de pensar, hablar y escribir. El caso es que el diario estadunidense The Washington Post ha dado a conocer que el periódico El Mañana ha sido la principal víctima de Tamaulipas y de todo el territorio que ha estado sufriendo las embestidas, arrojando ya cuatro de sus periodistas asesinados.

El Mañana es un periódico sitiado que, empero, hace todo lo que puede para cumplir con su deber de recabar información y ofrecerla a sus lectores. Contra viento y marea se abre paso entre la negligencia de los gobernantes tamaulipecos y las amenazas y fuego del narcotráfico con las demás delincuencias. Desde que el narcotráfico se adueñó del país en 1982, hace ya 33 años que las libertades de los mexicanos han estado en la mira de la pavorosa inseguridad. Y tras 9 años de combatirla a sangre y fuego militar-policiaco, aún no se ve para cuándo termine ese infierno sangriento.

Álvaro Cepeda Neri*

*Periodista

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: DEFENSOR DEL PERIODISTA]

Contralínea 471 / del 18 al 24 de Enero de 2016

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