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Peores que el “Chapo”, el “Chayo” y Los Caballeros Templarios: los Fox, los Calderón y los Bribiesca

Sin descartar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Adolfo López Mateos por sus brutales represiones campesinas y obreras, parecía que el priísmo de Gustavo Díaz Ordaz en 1968 había llevado el abuso del poder presidencial a su peor etapa de criminalidad. Empero, las alianzas y complicidades –a cambio de dinero– de Carlos Salinas y su mafia comandada por su hermano Raúl; y Ernesto Zedillo con sus genocidios en Acteal, El Charco y Aguas Blancas, unidos por el homicidio inducido de Luis Donaldo Colosio, más sus ramales con el narcotráfico, demostraron que ese priísmo –resucitado ahora con el peñismo vía las contrarreformas anticonstitucionales– sólo podía mantenerse asido a esa tradición autoritariamente sangrienta, depredadora y que llevó al poder presidencial, en las gubernaturas, en las presidencias municipales, no a políticos, sino a auténticos rateros que hicieron de esos poderes “el poder para matar”.