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Amor romántico, mecanismo de control hacia la mujer

Amor romántico, mecanismo de control hacia la mujer

El llamado amor “romántico” es el más peligroso para las mujeres, pues reproduce relaciones de poder que las subordinan ante cualquier tipo de violencia, consideran expertos

“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas […] se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente en todos los sentidos”

Kate Millet

El amor “romántico” es el más peligroso para las mujeres, ya que en este existen relaciones de poder donde las subordinadas, siempre, son ellas. Esta forma de construcción afectiva las hace pasivas y soportadoras de cualquier tipo de violencia, ya que se ha naturalizado -desde el inicio de la época moderna- la idea de que el amor [de pareja] va cargado de violencia y abnegación, explican especialistas en género y feminismos, consideran expertos.

El amor romántico como constructo social surgió entre los siglos XVIII y XIX “cobijado por el romanticismo”, explica Leonardo Olivos Santoyo, investigador en estudios feministas. Dicha corriente surgió como respuesta contraria al principio rector de la modernidad: la razón, detalla.  Y es que, en tal, la atención se centra en la emotividad, en lo emocional. Fue aquí donde surgieron los discursos sobre cómo debería actuar un hombre y mujer enamorados de acuerdo a los mandatos de género.

Además, de que en esta época -de acuerdo con la feminista y activista Nadia López- comenzó a relacionarse la vida sexual con el matrimonio. Antes, en Grecia y en Roma, el sexo no tenía nada que ver con los sentimientos: estaba permitido que hubieran relaciones sexuales sin que esta misma persona fuera la pareja formal, refiere. Y es que, desde entonces, ya se sabía que por amor se tenía (y tiene) que “soportar todo”, puesto que se configuró “una dependencia total que se vuelve uno solo en el matrimonio”.

La idea del amor “está absolutamente generizada”. Aunque es una “narrativa que interpela a todos”, tiene mayor “capacidad de normar y habitar a las mujeres” como los seres faltos de razón que, se supone, son, señala el doctor Leonardo Olivos.

Los mandatos de género rigen la forma de comportamiento de quien se dice enamorado o enamorada. “Hablo de hombre y mujer, porque es el modelo enseñado”, indica Alejandra Buggs Lomelí, directora del Centro de Salud Mental y Género.

El objetivo de que el discurso amoroso sea dirigido hacia las mujeres es controlarlas y manipularlas, dado que “nos enseñan [a las mujeres] a ser seres de amor” y toda su existencia se finca en la capacidad de amar como madre, pareja o hija; en la capacidad de procurar al otro, precisa la activista Nadia López. Por el contrario, al hombre se le da la opción de “esa existencia”, de  acuerdo  con  la Antropóloga Marcela  Lagarde.

Mitos del amor romántico

Al ser reconocidas como seres amorosos, las mujeres quedan en una posición desfavorable de incondicionalidad. Y como ese discurso ha sido “enraizado” en la cultura durante los últimos dos siglos, es “muy normal, que las mujeres “soporten, perdonen muchas cosas” en el sentido de saberse amorosas para sentirse reales, reitera Nadia López.

Por ello resulta un grave peligro para las mujeres, señala la sicóloga Alejandra Buggs. La modalidad de este amor las hace apegarse a una postura “pasiva”, de estar receptivas. El que la mujer se relacione en pareja desde la concepción de este amor, las deja expuestas a cualquier tipo de violencia, añade. Y es que hay “un enganche” con la violencia “porque se sabe que se ama en la medida en que se sufre”, dice Olivos Santoso, o, que se es amada porque se sufre y se es celada.

De ahí surge que “permitimos nos engañen, nos celen o incluso nos golpeen” y luego “vengan creyendo” que los regalos, detalles y las muestras de afecto esporádicos puede sustituir el trato digno merecido por el simple hecho de ser individuas, refiere Nadia López.

Las formas en que los mitos cobran forma son los celos, los micromachismos, la violencia sicológica, económica, sexual y mediante el no reconocimiento de la mujer como individua, asegura Bugss Lomelí. Las agresiones suceden sutilmente, tanto que ellas no se dan cuenta que las violentan al “decirles un chiste o broma sobre su cuerpo o su forma de ser”, refiere.

La Encuesta Nacional Sobre la Dinámica  de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) en su última versión, reveló que el tipo de violencia más sufrido por mujeres de 15 años y más -por parte de sus parejas- durante la relación, es la emocional con el 40 por ciento, caracterizada principalmente por: indiferencia, intimidación y acecho, y degradación emocional; la violencia económica o patrimonial tuvieron un 20. 9 por ciento, la cual implicó chantaje o control económico e incumplimiento de la responsabilidad económica.

El tercer peldaño fue ocupado por la violencia física  con un 17.9 por ciento, en la que las mujeres señalan haber experimentado principalmente: empujones o jalones de cabello, bofetadas y golpes con el puño o con objetos; violencia sexual que considera: violación y abuso sexual, con base en la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

Al ser un mandato para las mujeres el buscar su “media naranja” porque son seres incompletos, muchas “con tal de mantener la relación de pareja son capaces de cualquier cosa, lo que sea desde complacerlo en todo lo que pida hasta robar, de pasar droga por el otro e incluso de pasar condenas larguísimas en lugar de estar ahí la pareja con la que se relacionaban”.

Algunas mujeres le tienen mucho temor al divorcio -a nivel subjetivo- porque a partir del momento que contrajeron nupcias se les fue reconocida su identidad y existencia al decir en las instituciones eclesiásticas:”los declaro marido y mujer”. Entonces, lo que perderán es algo muy fuerte a nivel emocional y a nivel muy subjetivo: su identidad y reconocimiento como ser en el mundo, señala Alejandra Buggs Lomeli.

Lo esperado en la mujer es la sumisión, tal, es una situación “inconsciente”. Entra en los introyectos, explica la sicóloga Alejandra Buggs, que -desde la sicoterapia- son todas las cosas interiorizadas aprendidas en casa, en la escuela, con la familia, amigos, de las instituciones y de las industrias culturales.  “Es un aprendizaje que llega de forma inconsciente se integra a nuestra vida y por eso naturalizamos la violencia”.

Para la directora del Centro de Salud Mental y Género, no es que las mujeres “permitamos la violencia. Lo que sucede es que creemos que es parte de la vida, cosa que es muy diferente”.

Nadia López, considera como uno de los mitos más importantes el tema del libre albedrío, pues -expone- la sociedad cree poder elegir en libertad pero “en realidad” no es así ya que “desde que somos pequeñas nos inculcan cómo debe ser el hombre que queremos” mediante los cuentos de hadas, las canciones, las películas y libros.  Las industrias nos dicen que “nosotras debemos acoger” a los hombres que “han tenido una infancia difícil” y “pasar por absolutamente alto sus violencias, debilidades, traiciones”.

Sin embargo, en consideración de la experta en género Buggs Lomelí, los feminismos han podido mostrar que ser violentada no es natural, “que nosotras no permitimos absolutamente nada”.

¿Morir en nombre del amor?

El amor romántico también da pie a que sucedan los feminicidios por la naturalización de la violencia. Y es que cada vez son más los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas. Es por ello, que el contexto mexicano -país donde asesinan a 10 mujeres al día y en donde se tiene bien ubicado la posición de cada individuo según su género-, la idea de esta construcción amorosa lo “juega todo”, afirma la activista Nadia López.

Para la catedrática, se debe a la enseñanza de que la realización como mujeres se encuentra en contar con un compañero o compañera con quien compartir -cosas que nos condiciona a estar ahí, a sentirnos incompletas vacías, inconformes”, porque lo que “nos falta es una pareja”. Por eso, concuerda con la feminista radical Kate Maillet en pensar que ‘el opio de las mujeres es el amor como la religión de las masas’.

En nombre de este amor, mujeres “han sido defraudadas económicamente, golpeadas, extorsionadas y hasta asesinadas”, indica Alejandra Bugss. Es por ello que es “crucial” la “deconstrucción del amor romántico” o habrá “muy poca esperanza de poder salir del círculo de violencia” sin importar lo logros cuántos tenidos en la vida pública, como si se logrará la despenalización del aborto”, pero “si a dentro de nuestro hogar seguimos siendo parte de este circulo de amor romántico, en realidad seguimos corriendo todo el peligro del mundo, de ser asesinadas por la pareja en nuestras propias casas”, expone Nadia López.

El amor romántico, rentable para el capitalismo

El amor romántico -como producto cultural- “tiene una pata puesta en los intereses económicos de grandes empresas”, es por ello que la celebración de 14 de febrero (día del amor y la amistad) es alentada, ya que “el amor vende y tiene un alto rendimiento y ganancias”, advierte Leonardo Olivos Santoyo, miembro del programa de investigación feminista del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias y Humanidades (CEIICH).

Lo anterior permite que la idea de tal “modelo” afectivo persista. Y es que, es funcional para el sistema capitalista y patriarcal que “mueven al mundo”. Al sistema no le sirve de nada un amor que no se basa en la complacencia de un otro “a través de un regalo, de una cena”,  en consideración de Nadia López, docente en la Escuela de Pensamiento Feminista Luna.

Además -añade- que en el modelo de amor romántico “se mantiene la institución más fuerte que tiene esta sociedad”: el matrimonio, que es una institución de dominio para la mujer. “A un sistema capitalista y patriarcal le funciona de maravilla el amor romántico”.

La posibilidad de un amor otro: uno comunitario

Otra posibilidad de amor puede existir. Para la feminista Nadia López, ésta se encuentra en un amor colectivo, donde tienen que fortalecerse los lazos entre mujeres. Aprender que la idea del amor no sólo es hacia una pareja de forma sexo-afectiva, sino se tiene que ir más allá, es decir, “a ver por el prójimo”, detalla porque -cree- que la vida de las personas “que comparten el amor en colectivo con más mujeres no tiene el vacío” enseñado con las relaciones de pareja.

De acuerdo con Nadia López, hay que comprender la posibilidad de caer y replicar el discurso amoroso convencional, así como entender que no replicarlo es ”una tarea muy difícil porque nos han educado así”. Por ello, considera “importante no juzgarnos, culparnos sino más bien y celebrar el intento o la toma de conciencia que estamos teniendo”.

Por su parte, el investigador Leonardo Olivos, piensa en debería de desmontarse la idea del amor romántico: “quitarle, aspirar a descolocar el discurso” porque es “muy dañino para las mujeres”. En su opinión, es posible,  sin embargo, “costará mucho trabajo” ya que hay “que navegar en contra de la cultura” y reinventarla.

Para lograr una construcción diferente, es necesario “empezar a cuestionarnos, a  querernos a nosotras mismas, a vernos y apreciarnos como seres que merecen ser amadas y respetadas; a sabernos valiosas”. “Las mujeres creemos que debemos amar pero no nos enseñan que a la primer persona que hay que amar es a nosotras mismas”, culmina Nadia López.

Jordana González

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