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El Cártel de Sinaloa nació durante el priísmo. Sus legendarias figuras fundadoras contaban incluso con credenciales de la siniestra policía política de entonces, la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Se le utilizó además como ilegal brazo contrainsurgente contra los movimientos armados. Pero nunca alcanzó el poder descomunal que logró con los dos sexenios panistas. Y es que, en realidad, las autoridades nunca buscaron destruirlo.

El cartel de Sinaloa inició una transformación que lo llevaría a la cúspide de las organizaciones criminales del mundo durante el sexenio de Vicente Fox (2000-2006). Se consolidó con el de Felipe Calderón (2006-2012). Se trató de una innombrable “reforma estructural” del viejo sistema político mexicano, la del narcotráfico.

Algunas investigaciones, realmente pocas, dieron cuenta de la guerra simulada contra los cárteles de la droga y de cómo el Cártel de Sinaloa fue utilizado por el gobierno de Felipe Calderón para “limpiar” el país, cualquier cosa que eso signifique. Destaca una por provenir de los círculos castrenses. Fue concluida en 2012 y lleva por título La estrategia nacional contra la delincuencia organizada y su impacto en la seguridad nacional.

Luego de la detención en Estados Unidos de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón y pieza fundamental de la supuesta “guerra” contra el narco, las revelaciones de esa investigación adquieren una nueva lectura. En Contralínea dimos cuenta de tal estudio desde agosto de 2012 bajo el título “La mano útil del Cártel de Sinaloa” .

Tal investigación es de tres militares mexicanos que incluso fueron funcionarios durante el sexenio de Felipe Calderón: el general de división diplomado de Estado Mayor Augusto Moisés García Ochoa, el contralmirante cuerpo general diplomado de Estado Mayor José Luis Arellano Ruiz, y el capitán de navío cuerpo general diplomado de Estado Mayor Antonio Velasco Ríos. El primero, del Ejército Mexicano; los dos últimos, de la Armada de México. García Ochoa se desempeñó como director general de Administración de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y tuvo posibilidades de convertirse en secretario.

El ensayo fue sostenido conjuntamente por los tres militares en marzo de 2012 ante sinodales del Centro de Estudios Superiores Navales, la escuela de mandos más importante de la Secretaría de Marina (Semar). Con ello, los mados militares obtuvieron el grado profesional de maestros en seguridad nacional. En el trabajo se señala sin ambages que durante el calderonismo lo que se buscó fue sobordinar a todos los cárteles a uno solo, el de Sinaloa

La “estrategia” del gobierno de Calderón no fue nunca busca acabar con el narcotráfico, sino subordinar a todas las bandas pequeñas en una sola organización delictiva. Mientras, la función de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal fue “sacar a la vista la fruta podrida” para que los sicarios del Cártel de Sinaloa “hagan el resto”. Son afirmaciones contenidas en el trabajo académico-militar.

En el mismo documento de uso cerrado se advirtió que “las fuerzas federales han debilitado a todos los otros cárteles, [pero] el Cártel de Sinaloa ha demostrado ser inmune a la crisis y está creciendo”. Más aún, “ha sido el más beneficiado durante la crisis que se presenta en México contra la delincuencia organizada”. Y es que “según fuentes abiertas nacionales e internacionales, la prioridad del actual gobierno mexicano es mantener controlados los niveles de violencia y no la eliminación de los cárteles”.

La investigación de los militares citados se basó en fuentes abiertas y confidenciales y documentos clasificados. Claramente explica el fortalecimiento del Cártel de Sinaloa y la utilización de esta organización como “mano útil” del gobierno de Felipe Calderón.

“Dondequiera que haya un conflicto en México entre dos o más facciones o escisiones, se encuentra la mano útil del CDS [Cártel de Sinaloa]”, señala el documento en su página 39.

También destaca  la inacción de las fuerzas federales en zonas controladas por otro cártel, el del Golfo. Así, en ciudades como Monterrey han sido “pocas [las] acciones por parte del gobierno para mantener el estado de derecho”.

En la tesis, los militares identifican a las nueve principales organizaciones criminales dedicadas al trasiego de drogas en el país y que estaban generado la mayor violencia en ese entonces: Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Los Zetas, Organización de los Arellano Félix, Cártel del Pacífico Sur, Cártel Independiente de Acapulco, Los Caballeros Templarios, Organización Vicente Carrillo Fuentes o Cártel de Juárez y Cártel Jalisco Nueva Generación.

En el documento se habla de una alianza entre los cárteles más poderosos –Sinaloa y del Golfo– para enfrentar a sus enemigos comunes. Incluso señala el apoyo de sicarios de Sinaloa en Nuevo León y Tamaulipas y del Golfo en los estados del Pacífico. En contraparte, las demás organizaciones hicieron alianzas entre sí para enfrentar a las dos grandes.

Explica que la organización que encabezaban Ismael Zambada Niebla, el Mayo; José Esparragoza Moreno, el Azul, y Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, “a causa de sus múltiples frentes en el país”, tuvo que “redistribuir sus células de combatientes de las regiones que tenía consolidadas bajo su control –tales como Tijuana, Durango y Acapulco– con el fin de acelerar y asegurar su control”.

Del Cártel del Golfo, la tesis señala que casi fue aniquilado por los Zetas. Sobrevivió gracias a la alianza que estableció con el cártel de Sinaloa. Logró el control total de la “plaza” de Matamoros, Tamaulipas. La ciudad “es vital para la subsistencia del cártel del Golfo, ya que es una ruta directa de contrabando hacia Estados Unidos y también es puerto de entrada de narcóticos”.

Del Cártel de Sinaloa, señala: es “el grupo delincuencial mexicano más grande y con mayor cohesión. Actualmente se encuentra prácticamente en todas las ‘plazas’, ya sea en alianza con los delincuentes locales y los de otros cárteles o peleando por el control”.

Explica que esta organización es la más cohesionada y ha logrado diversificar sus fuentes de ingreso, que van desde drogas hasta la exportación de aguacate.

Los autores señalan que a estrategia real de Felipe Caderón era propiciar que los cárteles grandes absorbieran o eliminaran a los pequeños. De hecho, ése sería el papel asignado al Cártel de Sinaloa.

“Sinaloa podría utilizar esa posición dominante para mantener [a] los grupos más débiles bajo control, lo cual es uno de los propósitos del gobierno.”

Incluso, documenta, se buscó golpear a los liderazgos que estaban surgiendo y que pudieran compertir con el de Sinaloa.

Una relectura de este trabajo académico, que no está disponible para el público, nos muestra que los militares tuvieron claro siempre que no buscaban acabar con los cárteles del narotráfico. Y que trabajaban junto con el Cártel de Sinaloa, prncipalmente, y el del Golfo para elimitar o someter a todos los demás.

Y queda claro que no se trató de un García Luna aislado, cómplice él solo, del narcotráfico. Se trataó de una política secreta del Estado mexicano mientras fue encabezado por Felipe Calderón.

¿Qué tanto declarará Genaro? Lo que queda claro es que el mayor cómplice no sería él, sino su jefe, el entonces presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

Zósimo Camacho

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