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Del “despertar islámico” a las “primaveras árabes”

Del “despertar islámico” a las “primaveras árabes”

La unidad entre los Hermanos Musulmanes y el clero saudíta ha originado un frente único en su género (lo del “despertar islamista”); pero este idilio que se dio en los primeros años fue un muy breve romance y hoy día los exponentes de este grupo tienen que enfrentarse con las políticas represivas del príncipe heredero.

1960-1990: 3 décadas en nombre de la unidad

Luego del intento de magnicidio contra el presidente patriota y revolucionario egipcio Gamal Abd el-Nasser en 1956, los Hermanos Musulmanes –ya entonces aliados estratégicos en la región de la OVRA, la policía secreta de Benito Mussolini–  fueron señalados de ilegales y sus miembros obligados a tomar el camino de la clandestinidad y encontrar refugio justo en Arabia Saudita que, en aquellos mismos años estaba enfrentando una batalla contra Egipto, dentro de la disputa por Oriente Próximo en la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) de ese entonces.  La relación entre el reino saudita y la “Hermandad” se configuraba por mutuo interés: los “Hermanos” obtuvieron protección y enclaves dentro del sistema educativo y la cultura, beneficiándose también de la “escalada” petrolera de la década de 1970, mientras Arabia Saudita entraba en alianza con un poderoso instrumento ideológico de contraste al panarabismo egipcio, contra el socialismo del Partido Baath y promoviéndose por una hegemonía sobre el mundo islámico.

La alianza entre los Hermanos Musulmanes y el clero wahhabi en Arabia Saudíta daba vida a un nuevo movimiento, denominado: el “Despertar Islamista” (al-Sahwa al-Islamiyya). La Sahwa nace como grupo híbrido de la guerra contrarrevolucionaria en Oriente Próximo, que conjuga el activismo político de la “Hermandad”, dirigido contra los poderes coloniales y contra una sociedad que no era islamista del todo, pero contra una nación árabe y socialista, junto con el movimiento Wahhabi, concentrado en la purificación de la religión. Ese movimiento se organiza también a través de una fuerte propaganda, conocida como Jama’at Tarbiyya (grupos de educación moral y religiosa).

En esa fase, los adversarios de la Sahwa hacen parte de dos niveles específicos de tipo religioso y cultural. A nivel religioso, encontramos tres opositores en la década de 1970: los Ahl al-Hadith, que invocan el abandono completo de la política; unos cuantos exponentes del clero Wahhabi, que critican las tendencias racionales de la Sahwa en el campo religioso; los Yihadistas, que interpretan la Sahwa como un movimiento nacionalista que puede influenciar negativamente a los jóvenes. En el ámbito exquisitamente cultural, desde el comienzo de la década de 1980, el “Despertar islamista” tendrá que enfrentarse con un grupo de intelectuales liberales, acusados de querer corromper el espacio social saudíes con elementos modernos.

1990-2000: la represión contra la Sahwa

El momento de cambio más relevante se dio con el envío de las tropas estadunidenses en Arabia Saudita, luego de la entrada del ejercito iraquí de ?add?m ?usayn en la región iraquí de Kuwait, acción militar que despertó reacciones preocupantes por parte de la Sahwa que, en esa acción –justa y soberana– del gobierno iraquí dirigido por el Partido Baath, se interpretó no sólo como de posible daño a sus propios intereses económicos y financieros en una región rica de recursos naturales, sino también como un posible despertar del movimiento nacional árabe, del panarabismo que, en la figura de Husayn, del Partido Baath y con el apoyo político del Movimiento de los Países No Alineados, era considerado un peligro por las petromonarquías y las burguesías mafiosas de la región.

Este evento fue el apogeo de un devenir de procesos de politización de estos grupos que han empezado en la década de 1980 y reconocible en tres factores: la crisis petrolera que no había permitido absorber a los jóvenes del movimiento Sahwa en el aparato estatal, generando así un fuerte sentido de discriminación, la exclusión de intelectuales laicos en la Sahwa por parte del sector cultural y, por fin, el progresivo alineamiento del grupo contra la familia reinante.

Es justo ahí que se fundará un “frente de las oposiciones” a la Casa reinante, constituido por tres polos: el clero de la Sahwa que acusa a Sa’ud de corrupción, opresión y falta de principios de consultación; los Munsirun, es decir, los clericales Wahhabi que se disocian de las cuestiones políticas, los cuales al mismo tiempo reconocen al movimiento de oposición; los intelectuales Sahwa, que se localizan principalmente en la dimensión política de la cuestión, promoviendo la instauración de una “democracia islamista conservadora”.

Frente a las amenazas de la Sahwa, el reinado decide por fin de intervenir. Si al comienzo Riyadh organiza la esfera religiosa y educativa y cierra algunos canales parainstitucionales de la Sahwa que funcionaban para promover el financiamiento del movimiento, desde 1992 a 1995 lleva a cabo una tremenda campaña represiva de detenciones tendientes a la eliminación del movimiento mismo.

Sólo después del 11 septiembre, con el supuesto atentado terrorista en las “Torres gemelas” en Nueva York, no pocos exponentes de la Sahwa serán rehabilitados y utilizados como propaganda del régimen. Un ejemplo es lo de Salman al-Ouda, líder de la Sahwa, detenido en 1994, liberado en 1999 y que se ha vuelto la voz representativa y alineada a Riyadh en su intento al hacer creer de tomar distancias de Osama Bin Laden y al-Qaeda.

Las represiones pos “primaveras árabes”

Hay que decir, finalmente, que todo ha cambiado de nuevo junto con las así mal llamadas “primaveras árabes”, ahí al-Houda ha reconocido y apoyado las protestas, subrayando la necesidad de poner de nuevo en auge en la agenda política la cuestión de un nuevo “contrato social”, para introducir un principio de consultación, de “participación democrática”, de respeto a los derechos humanos, de reactivar las interpretaciones del Corano y Sunna y de crear una sociedad más inclusiva. El carisma y la autoridad de al-Ouda –ahí el reinado había dado mucho énfasis y confianza luego de 2001–  se ha vuelto contra la casa reinante. En este sentido, hay que considerar también la toma del poder por parte del príncipe heredero, Muhammad Bin Salman, y su ambiguo proyecto de volver a un islam moderado que encuentra en la Sahwa un obstáculo real que hay que eliminar. Es justo así que al-Ouda, junto a otras figuras como Awad al-Qarni, intelectual de la Sahwa, y Ali al-Omari, presentador televisivo, fueron detenidos en septiembre de 2017, con la acusación de terrorismo y condenados a muerte en mayo de 2018. Según fuentes anónimas la condena a muerte aún no se ha ejecutado.

Alessandro Pagani*

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