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Acuerdo Mercosur-UE: rumbo a la subordinación económica

Acuerdo Mercosur-UE: rumbo a la subordinación económica

Luego del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, sólo el bloque del viejo continente parece tener motivos reales para celebrarlo. Del lado sudamericano, se impusieron las visiones neoliberales de los actuales gobiernos de Brasil y Argentina, de Bolsonaro y Macri, respectivamente

Hace 2 semanas se anunció la firma del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. Esto se produce tras más de 20 años de negociaciones en las que, en muchas ocasiones, pareció que no se avanzaba debido a las grandes resistencias que el acuerdo tenía en amplios sectores de la población. Sin embargo, en los últimos años se aceleraron las tratativas. La búsqueda de un rápido acuerdo entre ambos bloques es resultado más de la necesidad de enviar un mensaje político que de la negociación y eliminación de las resistencias que existían ante el acuerdo.

Desde el lado mercosureño, el impulso se ha dado principalmente desde Argentina, con el afán de Mauricio Macri de intentar dar una supuesta buena noticia en el plano económico y que le permite patear la pelota hacia adelante diciendo que “ahora sí, gracias a este acuerdo, la lluvia de inversiones está próxima a llegar”. Se trata de una de los últimos tiros de Macri para intentar llegar con posibilidades a la contienda electoral de este año, aunque las encuestas, como la propia realizada en el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) [1], no son esperanzadoras para sus intereses. El Brasil de Jair Bolsonaro también ha apostado finalmente por el acuerdo, imponiéndose la visión ultraliberal del gabinete económico por sobre la visión nacionalista de parte del sector militar.

Por su lado, la Unión Europea, en crisis por el Brexit y la pérdida del poder protagónico en la esfera internacional en favor de China y Estados Unidos, necesita posicionarse como el gran bloque que sigue apostando de manera fuerte por la globalización neoliberal ante las orientaciones nacionalistas y proteccionistas de algunos de los principales actores de la esfera internacional. Además, al igual que Macri, el brazo ejecutivo de la Unión Europea dominado por los conservadores está próximo a acabar su mandato, y en los próximos días podría confirmarse que la Presidencia de la Comisión Europea pasará, por primera vez en los últimos 15 años, a un socialdemócrata.

En el plano político se ha buscado una negociación rápida para lanzar un mensaje de que la Unión Europea y el Mercosur siguen siendo actores relevantes en la esfera internacional. Pero, en el plano económico, una vez que el acuerdo sea ratificado e implementado en las legislaciones nacionales de cada uno de los países pertenecientes a los bloques, se profundizará la actual división internacional del trabajo entre ambos bloques.

Mientras que el acuerdo en los países del Mercosur se ha vendido como la apertura hacia las nuevas inversiones que llegarán a los países del bloque, desde la Unión Europea se ha destacado que el acuerdo permitirá el acceso de la empresas europeas a 260 millones de consumidores que viven en el Mercosur [2]. Esta diferencia en el mensaje muestra la naturaleza diferencial en las relaciones comerciales entre un bloque y otro, profundizando las relaciones centro-periferia.

Estas relaciones centro-periferia quedan en evidencia al tomar los datos del comercio entre ambos bloques. Para 2018, las exportaciones del Mercosur a la Unión Europea –en función de la clasificación por grupos de productos SITC (Standard International Trade Classification)– correspondieron en un 71.3 por ciento a productos primarios, mientras que las manufacturas exportadas se quedaron en un 25.8 por ciento. Por su parte, las importaciones provenientes de la Unión Europea correspondieron en un 12.5 por ciento a productos primarios, mientras que las importaciones de productos manufacturados supusieron el 84.1 por ciento del total. Todo ello muestra el comercio desigual existente entre ambos bloques.

A pesar de estas relaciones desiguales, hasta 2011 la balanza comercial marcó superávit para los países mercosureños. Sin embargo, hay que tener en cuenta el periodo inusual de altos precios de los commodities que permitió incrementar el valor de las exportaciones de los productos primarios. La vuelta a una mayor normalidad de los precios de los commodities, a lo que en los últimos años hay que unir la liberalización exterior que han experimentado países como Argentina y Brasil, ha provocado que desde 2012 los déficit de la balanza comercial del Mercosur con la Unión Europea sean la tónica general.

El déficit de los últimos ejercicios supone un endeudamiento de las economías del Mercosur con respecto de la Unión Europea, por lo que la progresiva liberalización de las actuales medidas que protegen a las economías del Mercosur de la entrada masiva de productos europeos conllevará un agravamiento de la situación, aumentando la dependencia económica y el endeudamiento con el exterior.

La entrada en vigor del acuerdo favorecerá a las empresas europeas de la industria automovilística, de maquinaria, química y farmacéutica, que verán reducidas las actuales tasas arancelarias del 35 por ciento, 14-20 por ciento, 18 por ciento y 14 por ciento, respectivamente. En total, las empresas europeas se beneficiarán por la supresión de unos 4 mil 520 millones de dólares en aranceles. Paralelamente al beneficio de estas industrias europeas, se producirá la desaparición de cualquier oportunidad de desarrollo de estas industrias en  territorio mercosureño.

Pero sí habrá algunos ganadores en los mercados del Mercosur. Los principalmente favorecidos por este acuerdo serán los grandes agroexportadores. El Mercosur es, actualmente, el principal proveedor de productos agrícolas de la Unión Europea, con el 20 por ciento del total. El 70 por ciento de los productos de alimentación animal que importa la Unión Europea provienen del Mercosur, principalmente de Brasil. Y el 80 por ciento de la carne vacuna importada por la Unión Europea tiene su origen en Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay. Esto reforzará el perfil agroexportador de las economías mercosureñas, profundizando su papel periférico [3].

Esta es la misma conclusión a la que llega el trabajo Potenciales impactos económicos en Argentina y Brasil del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea [4], publicado en 2017, en el que se afirma que “el TLC [tratado de libre comercio] profundizaría el perfil primario-exportador de Argentina y Brasil, mientras que favorecería el patrón exportador de bienes de media y alta tecnología de la Unión Euroepa. Esto implicaría una especialización aún mayor del patrón de comercio internacional basado en el modelo de las ventajas comparativas”. Agregando que la firma del tratado sólo beneficiará a la Unión Europea y perjudicará los países miembros del Mercosur.

En definitiva, más allá de la pose de los mandatarios de uno y otro bloque en vender el acuerdo como una gran avance hacia el progreso y, con esto, tapar el deterioro de ambos bloques, el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea supone una herramienta de profundización de las relaciones de subordinación de las economías periféricas a las economías centrales de la economía-mundo, reforzando el rol de proveedor de productos primarios del Mercosur y abortando cualquier intento de industrialización que pudiera surgir en estos países.

Notas

[1] Celag (2019). Estudio cuantitativo: escenario electoral en Argentina. https://www.celag.org/estudio-cuantitativo-escenario-electoral-en-argentina/

[2] Martín-Carrillo, Sergio (2016). Mercosur, ¿El Mercado Común para el Norte?. https://www.celag.org/mercosur-el-mercado-comun-para-el-norte/

[3] Martín-Carrillo, Sergio (2017). Quién gana y quién pierde en el acuerdo Mercosur-Unión Europea. https://www.celag.org/fortalecimiento-las-relaciones-centro-periferia-traves-del-acuerdo-mercosur-union-europea/

[4] Olivera, M y Villani, D (2017). “Potenciales impactos en Argentina y Brasil del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea”. Revista Ensayos Económicos. Número 50, Enero-Junio 2017.

Sergio Martín-Carrillo*/Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica

*Maestro en desarrollo económico y sostenibilidad por la Universidad Internacional de Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide (España)

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