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Hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto, los presidentes de México en funciones llevaban una vida fastuosa a costa del erario: sueldos de primer mundo, viajes en México y el extranjero con todos los gastos pagados para ellos, sus familias y amigos (con hospedajes en los mejores hoteles y comidas en suntuosos restaurantes), e incluso estancias en lujosas residencias propiedad del Estado, como fue Los Pinos –ahora convertido en museo– pero también en las llamadas “residencias de verano”.

En esas mansiones, los expresidentes y sus familias disfrutaban de distintas obras de arte, incluidos muebles con valor artístico (determinado así por el Instituto Nacional de Bellas Artes).

Al cierre del sexenio de Peña, el inventario reportaba un total de 3 mil 55 obras de arte, por 849 millones 783 mil 790 pesos, consignadas en beneficio de la Presidencia. De éstas, 2 mil 712 –valuadas en 420 millones 792 mil 906 pesos– estaban catalogadas como internas, y 343 –con un valor de 428 millones 990 mil 883 pesos– como externas.

Parte de esa colección se alberga en la Residencia Soledad Orozco, cuya propiedad a favor del gobierno de la República se estableció legalmente el 18 de julio de 2017, según el acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación. Ese inmueble se destina a la “residencia ocasional de mandatarios extranjeros en visita oficial a nuestro país, así como para funciones propias de la Presidencia”.

Un año más tarde de esa formalización, se registraron siete bienes muebles con valor artístico dañados, que la antigua propiedad del expresidente Manuel Ávila Camacho y su esposa Soledad Orozco albergaba en su interior, revela la auditoría 08/18-AI.

De tal manera, resulta que el caso de las irregularidades documentadas en la remodelación de Los Pinos, donde Vicente Fox Quesada directamente participó en los actos de corrupción que beneficiaron a su amigo Humberto Artigas con contratos por más de 60 millones de pesos, no es el único que demuestra los excesos en los que se incurrieron en esos sexenios.

En el caso de la Residencia Soledad Orozco –ubicada en Calle Bosque de Antequera número 60, Fraccionamiento La Herradura, Municipio de Huixquilucan, Estado de México y con una superficie de 51 mil 336.10 metros cuadrados–, la auditoría elaborada por el Órgano Interno de Control (OIC) en la Presidencia documenta daños por 814 mil pesos.

El trabajo de fiscalización tuvo por objeto “verificar que la administración de las obras de arte controladas por la Oficina de la Presidencia de la República, existentes al primer semestre de 2018, se efectúe en términos de las disposiciones legales y administrativas aplicables”.

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Al término de éste, el OIC indicó que “los bienes muebles con valor artístico se encuentran administrados en términos de las disposiciones legales y administrativas aplicables; sin embargo, se determinó una observación que consiste en siete bienes dañados con valor histórico de 814 mil 850 pesos, por lo que se emitió una recomendación correctiva conforme a la cédula de observaciones adjunta al presente informe de auditoría”.

Con el objetivo de “evitar la acumulación de bienes no útiles”, el OIC sugirió que el director general de Recursos Materiales y Servicios Generales se coordinara con la Dirección General de Administración de Instalaciones, “a fin de realizar las gestiones pertinentes para determinar su conservación, o en su caso, baja y destino final de los bienes muebles con valor artístico descritos”. El Órgano fijó como término del plazo para esas acciones el 30 de noviembre de 2018, último día del gobierno de Enrique Peña.

Practicada entre el 16 de julio y el 1 de octubre de 2018, la auditoría con clave 240 y descripción “inventarios y activos fijos”, descubre que los siete bienes muebles con valor artístico dañados fueron: un centro de mesa, base de latón y cristal, hojas y rosas (roto), cuyo valor asciende a 500 pesos; dos tapetes de lana, 9.25 x 4 metros, beige, verde claro con rosa, con un costo de 400 mil pesos cada uno; un candelabro de porcelana alemana, cuatro velas, por 10 mil pesos.

Además, un candelabro de dos velas y pájaros, porcelana y cobre dorado, francés (roto) con marca (roto), por 4 mil pesos; un halcón de porcelana sobre tronco con flores blancas (roto), con valor de 200 pesos; y un florero de porcelana, dos cupidos, flores y asas, de 400 pesos.

Los siete bienes muebles con valor artístico formaban parte de la donación que hizo Soledad Orozco al Estado mexicano, pues cuando determinó ceder los derechos de la residencia lo hizo con todo el mobiliario.

Por su ubicación y majestuosidad, la quinta que lleva el nombre de quien fuera primera dama de México entre 1940 y 1946 es equiparable al estadunidense Camp David, reportó el periodista Arturo Rodríguez García (“Las residencias veraniegas de los presidentes, en la opacidad”, Proceso, 26 de diciembre de 2018).

Nancy Flores

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