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El déspota Nicolás Maduro acepta ser entrevistado por el periodista y reportero Jorge Ramos, para lo cual el comunicador de Univisión –la cadena en español estadunidense– esperaba que el dictador respondiera a los cuestionamientos. Pero éste y su equipo fueron secuestrados, despojados de su material de trabajo y detenidos arbitrariamente, porque Maduro supuso que iba a ser objeto de preguntas a modo para exhibirlo como “blanca palomita”. Y es que se molestó por las preguntas que le hacía Jorge Ramos y al mostrarle cómo algunos venezolanos en situación de hambre pepenaban en un camión de basura alimentos en descomposición y los comían, por lo que montó en cólera y se retiró enloquecido para ordenar a sus guardaespaldas que los encerraran y les quitaran cuanto traían, privándolos de su libertad por más de 14 horas. Para luego ser llevados al aeropuerto y expulsados de Venezuela, en un acto más del totalitarismo de Maduro.

“Todo el equipo de Ramos, integrado por otro mexicano, un venezolano y cuatro estadunidenses estuvo retenido entre las 19 y 21:30 horas” como primera detención, a la que siguió otra en el hotel y luego fueron enviados a Miami, como explica la información de los reporteros J Lafuente y F Mnetto (El País, 27 de febrero de 2019). La prensa madurista en México silenció la información, haciendo clara la complacencia para los gobernantes que combaten las libertades de prensa. Es un fenómeno populista para sólo dejar hablar a quienes hacen uso parcial de las libertades de expresión. Maduro sabía quién era Jorge Ramos y que éste no iba a ser complaciente. Y no lo fue, por lo que en un abuso del poder el dictador venezolano dispuso a su antojo de esas libertades y de las personas de los comunicadores. No otra cosa podía esperarse de ese troglodita que se mantiene en la cuerda floja de su poder militar que está siendo desafiado por la oposición política.

Lo sucedido en Venezuela contra los comunicadores de Univisión ha sido un ataque de la barbarie de un dictadorcillo-militaroide, para tratar de impedir lo que es imposible, si conocemos la historia de las libertades en general, y en particular, las de información sobre los hechos a la par de la crítica de la prensa como contrapoder. Arriesgándolo todo, el equipo de Jorge Ramos asistió a la entrevista con ese Maduro quien una vez más enseñó su salvaje manera de tener en su puño militar el destino presente del populismo que lo apoya versus la otra parte de un pueblo buscando salidas democráticas al encierro autocrático. Pero en el encuentro, los periodistas no cedieron un ápice respecto de su trabajo, lo que les valió la embestida de ese Maduro paranoico.

Con esto han dado los comunicadores robados y secuestrados un ejemplo en el cumplimiento de su trabajo, mostrando su profesionalismo con todo y que hayan padecido temores por su vida, mientras estuvieron en manos de esos trogloditas encabezados por un dictador. Actuaron aferrados al ideal libertario de la prensa hasta sus últimas consecuencias, apoyados en su larga práctica de preguntar al entrevistado, un pelafustán que supuso que por estar en su palacio y con sus militares, iba a ser tratado como si fuera Simón Bolívar, cuando es claro que no pasa de ser un usurpador del poder absoluto. Al estilo de Donald Trump, Maduro arremetió contra el periodista Jorge Ramos y su equipo; y como un rufián ordenó a sus soldados que procedieran contra ellos encerrándolos y expulsándolos del país con exceso de brutalidad. Brutalidad más que de un neofacismo de un neonazismo.

Reportero, entrevistador y comunicador, Jorge Ramos demostró que no ha variado su profesionalismo periodístico. Y ha dejado un testimonio más del cumplimiento del deber ético-democrático con el que se conduce, para la continuación de lo que ha sido su larga trayectoria apuntalando los derechos de las libertades de prensa. Si el tal Maduro procedió como lo hizo es porque Jorge Ramos no fue a Caracas a escuchar el discurso de ese mastodonte. Por el contrario, cuestionó a fondo al hitleriano y éste, encolerizado, abandonó la entrevista al verse puesto contra la pared de los hechos: la dramática realidad venezolana; y la espada de las preguntas sobre su mal gobierno.

La prensa de las libertades como derechos humanos izó a toda asta su ejercicio en la Venezuela, madura para la caída del Maduro que enseñó lo que ha estado haciendo en ese país con sus arranques enloquecidos, para querer sofocar a la oposición en su lucha por reivindicar la democracia en su totalidad.

Álvaro Cepeda Neri

[OPINIÓN][DEFENSOR DEL PERIODISTA]

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