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Clubes de estudio, el negocio privado que promueve la SEP

Clubes de estudio, el negocio privado que promueve la SEP

Más de 30 empresas, asociaciones civiles y fundaciones –entre ellas Televisa, Santillana y Trillas– han hecho negocio en la educación básica: sin licitación de por medio, desarrollan y venden planes de estudio para los clubes que se aprobaron con la reforma educativa de Peña. El negocio potencial oscila entre 1.9 mil millones y 7 mil millones de pesos.

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Fundación Televisa, Santillana, Trillas, Microbotix y otras 29 empresas y asociaciones civiles se benefician de un negocio paralelo en la educación básica: la venta de planes de estudio a escuelas públicas de preescolar, primaria y secundaria para impartir los nuevos clubes, pero de forma individual y sin licitación de por medio.

Para los 33 oferentes, el negocio es redondo: sin concursar, desarrollan y venden programas educativos que debería generar o comprar directamente la Secretaría de Educación Pública (SEP) para garantizar la economía presupuestaria; además, capacitan a los maestros y comercian los libros o materiales didácticos relacionados con la temática del club.

Fundamentado en la llamada autonomía curricular –que entró en vigor en agosto de 2018 como parte de la reforma educativa–, el mercado potencial  es de 196 mil 960 escuelas públicas en todo el país: 74 mil 332 de educación preescolar, 88 mil 526 primarias y 34 mil 102 secundarias, según las propias estadísticas de la SEP.

Si cada escuela comprara un programa por un costo de 10 mil pesos, el gasto para el erario ascendería a 1 mil 969 millones 600 mil pesos, pero algunos planes –como el de Microbotix– cuestan más de 35 mil pesos, por lo que la cifra superaría los 7 mil millones de pesos.

En este “modelo de negocio”, las escuelas eligen y compran los planes de manera unitaria, por ello el mismo contenido de los clubes puede ser vendido en más de 20, 100, 1 mil o hasta 196 mil veces, y no una sola vez como ocurriría si la SEP adquiriera los derechos y distribuyera los programas y materiales.

Pero, gracias a la reforma educativa, el papel de la dependencia que ahora encabeza Esteban Moctezuma Barragán se limita a aprobar o rechazar los contenidos, y publicar en una página la lista de oferentes y sus programas que ofertan.

En esa lista oficial figuran los programas de Editorial Falcon 1701, Vía Educación, Wonderland Publishing, Cenfova, Centro de Formación Deportiva Soccer Planet, Edebé Ediciones Internacionales, Pro-Educa Consultores, Lianto y Didactick.

A éstas se suman los de Inteligencia Pública en el Análisis Político, Educakit, Asociación Mexicana para las Naciones Unidas de Jóvenes, Innova y Moderniza tu Aprendizaje, Instituto de Enlaces Educativos, Comercio Internacional Mexicano, Punto de Convergencia, Edmundo 360, Tecnología CIME, Instituto Nacional 3e Educar Emprender Éxito, Asociación Mexicana de Administración de Fondos para el Retiro, Ediciones Castillo, Innovación en la Enseñanza de la Ciencia CommonLit, Centro de Aprendizaje Dinámico, Fundación Educación Superior-Empresa, Fundación para el Conocimiento y Cultura Digital, Juegos Educativos Ángeles, Arsgames y Centro de Profesionalización e Innovación Educativas.

Caso Fundación Televisa

Entre los oferentes, como los llama la SEP, destaca Fundación Televisa, que ofrece seis programas denominados Cuantrix: se trata del básico y del plus, para primaria baja, para primaria alta y para secundaria. Mientras que los tres básicos son gratuitos, los plus tienen costo.

Nomara Parra, coordinadora de Cuantrix, asegura que el costo por alumno es muy económico, porque siempre se capacita en bloque a unas 25 escuelas. No obstante, rechaza decir el monto porque éste es variable.

Y es que éste depende de varios factores: Cuantrix plus opera con la ayuda de la Secretaría de Educación Pública federal, las secretarías estatales, los “aliados” de la Fundación Televisa [empresas] y las escuelas, explica en entrevista con Contralínea.

Cuantrix plus requiere de un “facilitador” en campo, que es quien capacita a los docentes. El programa y la capacitación sirven para todo el ciclo escolar, asegura Parra, lo que reduce el costo final.

Actualmente, el programa presencial Cuantrix Plus –es decir, el que sí se paga– se imparte en 252 escuelas de Sonora, Campeche, Estado de México, Puebla, San Luis Potosí y Zacatecas, con capacitación a más de 1 mil maestros. Parra reconoce que cada escuela debe contar con su propio equipo informático, porque la Fundación Televisa no proporciona las computadoras que se requieren para el club.

Cuantrix es desarrollado no sólo por esa fundación, sino también por la empresa de telecomunicaciones Izzi –propiedad de Televisa– y la Asociación Mexicana de la Industria de Tecnologías de Información.

Otros oferentes destacados son las grandes editoriales. En el caso de Santillana, su oferta es de 18 programas (para preescolar: “Hábilmente”; para primaria: “Hábilmente” 1, 2 y 3, “Aprender a pensar” 1, 2 y 3, “El valor de las cosas” 1, 2 y 3, “Ventanas mágicas” 1, 2 y 3, “Emprender” 2 y 3; y para secundaria: “Hábilmente”, “Aprender a pensar”, “El valor de las cosas”).

Trillas también incursiona en este nuevo negocio con dos programas (primaria: “Sentido numérico y pensamiento flexible. Motivar la creatividad matemática. Club Gamma”; secundaria: “Sentido numérico y pensamiento flexible. Motivar la creatividad matemática. Club Alfa”).

El millonario negocio

Aunque el portal de la SEP no da cuenta del costo de los programas, las ganancias ya serían millonarias para algunos oferentes. Un ejemplo es Microbotix –cuya marca es Robotix–, que consiguió vender su programa de robótica –con un costo individual de 38 mil pesos­– a más de 950 escuelas primarias, secundarias y Centros de Atención Múltiple (educación especial). Así, sus ingresos ya superarían los 35 millones de pesos.

Si las empresas y asociaciones que ofertan sus servicios a través de la Secretaría cobraran esa misma cantidad [38 mil pesos] y cada escuela pública de educación básica adquiriera al menos uno de ellos, el costo para el erario ascendería a más de 7 mil 480 millones de pesos.

Eduardo Backhoff, exconsejero del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), considera un contrasentido que se compren los programas a empresas privadas, cuando las escuelas de México apenas tienen recursos públicos para satisfacer sus necesidades funcionales básicas.

Para el doctor en educación, la instrumentación de esos clubes presenta dos limitaciones: no tienen un presupuesto asociado para poderlos financiar y no hay suficientes herramientas de formación para que el profesorado diseñe los programas, elabore los materiales e imparta los cursos. De tal suerte que sólo serán aplicados si las escuelas consiguen recursos, los padres colaboran o si hay una empresa que quiera pagarlos.

No obstante, a partir del actual ciclo escolar –que inició el 20 de agosto del año pasado– las escuelas están obligadas a destinar de 2 y hasta 27 horas semanales de su periodo lectivo para la “oferta curricular” de los clubes.

Éstos tienen su origen en la autonomía curricular –establecida por el Nuevo Modelo Educativo–, que da a las escuelas de educación básica mayor libertad para ampliar su oferta académica.

Oficialmente, el objetivo de los clubes es ajustar contenidos a las necesidades regionales o particulares de las escuelas, e introducir nuevas disciplinas, como educación financiera, programación, robótica y emprendimiento.

Por la reforma educativa, y a diferencia de las otras materias, la elaboración del contenido no depende de la SEP: es diseñado por las escuelas o por instancias externas, públicas o privadas. En este último caso, los Consejos Técnicos Escolares de cada plantel contrata con sus propios recursos a los oferentes y, para ello, no es necesario licitar la adquisición.

Respecto de este negocio paralelo, se solicitó conocer la versión del secretario Moctezuma Barragán –a través del licenciado Pedro Hernández, director de Información de Comunicación Social de la SEP–, sin que al cierre de esta edición se haya obtenido respuesta.

El Nuevo Modelo Educativo tiene una connotación de privatización, considera el maestro Pedro Hernández Morales, afiliado a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y con 34 años de servicio. “Te dicen que están estos grupos que pueden asesorarte, y en un primer momento puede parecer que no tiene costo, pero a largo plazo implica comprarles material y más capacitación”.

Con ello, observa, se crea una relación de dependencia entre la empresa que oferta el club de estudio y la escuela que puede contratarlo. Estas empresas “finalmente lo que hacen es vender su producto”.

La oferta de clubes “privados” y públicos se hace en un catálogo nacional que la SEP publica en el portal del Sistema de Información y Gestión Educativa. Mientras que son 33 empresas, fundaciones y asociaciones civiles las que compiten por ganar dinero, sólo 12 instituciones públicas y un organismo internacional ofrecen sus servicios sin remuneración. Y a éstos se suma el “altruismo” de la Fundación Televisa.

En ese catálogo, las escuelas seleccionan contenidos correspondientes a los cinco ámbitos de la autonomía: “ampliar la formación académica”, “potenciar el desarrollo personal y social”, “nuevos contenidos relevantes”, “conocimientos regionales” y “proyectos de impacto social”.

Las instituciones públicas con ofertas educativas son: gobierno de Puebla; las secretarías de Educación de Veracruz, Tamaulipas y Sonora; las secretarías federales de Salud y Movilidad; el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros; el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación; el Banco de México; el Programa Nacional de Convivencia Escolar; el Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa y la Comisión del Agua, ambas de Durango.

El caso de Robotix

Una de las empresas más activas en el catálogo federal es Microbotix, que oferta el paquete educativo “Robotix in the box”. Éste contiene material e indicaciones metodológicas para que las escuelas desarrollen laboratorios de tecnología en robótica, videojuegos o emprendimiento.

En cada caso, las escuelas que lo compran reciben material lúdico, capacitación docente –técnica y psicopedagógica–, seguimiento y acceso a ferias tecnológicas y competencias nacionales.

Este club cuesta 38 mil pesos a cada institución, asegura en entrevista Talina Leyva Luna, coordinadora de proyectos de la empresa. Este primer pago de contratación no incluye robots, pero sí capacitación, metodología y material adicional. A partir de la renovación del contrato, la escuela adquiere aditamentos de la temporada temática por un costo aproximado de 18 mil pesos por ciclo escolar.

En total, Robotix México ha vendido ese paquete a 963 escuelas primarias, secundarias y Centros de Atención Múltiple, por lo que este ciclo podría haber obtenido 36 millones 594 mil pesos.

Catalina Inclán Espinosa –maestra en pedagogía e investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la Universidad Nacional Autónoma de México– considera que el club más popular en educación primaria es el de robótica. “Muchas escuelas quieren un club de robótica, pero hay que pagar porque lo vende una entidad privada. Los padres de familia tienen que asumir ese costo”.

Agrega que “los padres sí están dispuestos a derogar porque tienen claro qué puede significar la inversión en la educación de sus hijos. Se puede decir que hay una especie de mercantilización de lo educativo, en donde las empresas privadas están viendo en las escuelas públicas un buen mercado”.

Sin embargo, aclara Inclán, no podemos decir que ésta es la primera vez: sucedió antes con los libros de texto de secundaria que fueron pagados a empresas privadas como Limusa, Trillas y Larousse.

El maestro Pedro Hernández Morales coincide en que la intervención de empresas privadas en la educación no es nueva: han tenido injerencia mediante la implementación de tecnologías de la información y la comunicación, como el programa Enciclomedia o las tabletas electrónicas.

Autonomía curricular

Actualmente todas las escuelas de educación básica están obligadas a impartir los clubes. El tiempo que les destinan depende de la extensión de su jornada diaria: en preescolar son entre 2 y 27 horas a la semana; en primarias, entre 2.5 y 20; y en secundarias, entre 4 y 14 horas, según el acuerdo 11/05/18 por el que se emiten los “Lineamientos para el desarrollo y el ejercicio de la autonomía curricular”.

Firmado por el exsecretario de Educación Pública, el priista Otto René Granados Roldán, ese acuerdo dispone que la autoridad educativa federal es responsable de autorizar las propuestas para instrumentar clubes desarrollados por instancias externas a las escuelas. Mientras que las autoridades educativas locales pueden diseñar o adquirir propuestas (con recursos propios o provenientes de programas de transferencia de recursos federales) para contratar clubes que conformen la oferta curricular estatal.

Si bien la autonomía curricular permite a las escuelas crear sus propios clubes, el maestro Hernández Morales refiere que en realidad no hay tal libertad: “A nosotros nos interesó trabajar un proyecto de matemáticas y nos dijeron que no, porque no está dentro del listado que te da la SEP”.

Así, explica, la libertad curricular está ceñida a lo que plantea la oferta de clubes: “Ya viene una estructura, y no dejan que salgas de ese esquema”.

Más ganancias por renovaciones

Las ganancias para las empresas no sólo vienen con ese contrato inicial, sino también con las futuras renovaciones. Así, en caso de que la reforma que impulsa el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no cancelara este negocio y si todas las escuelas que ya contrataron “Robotix in the box” renovaran para el siguiente ciclo escolar, la empresa recibiría unos 17 millones 334 mil pesos adicionales.

El millonario presupuesto que implica este mercado potencial obliga a los oferentes a competir. Por ello, Robotix generó una plataforma educativa donde pone a disposición de los profesores la planeación de sesiones de 50 minutos para todo el ciclo escolar.

“El contenido ya está planeado estrategia por estrategia, sesión por sesión, minuto por minuto. Jugamos con la transversalidad: le permitimos al profesor que revise lo que va a haber en la sesión”, explica Talina Leyva.

Como el resto de las empresas, Robotix empezó a vender sus servicios a las escuelas en este ciclo escolar 2018-2019. Sin embargo, su incursión en la educación pública inició en 2015 a través de un programa piloto realizado durante 6 meses en 15 escuelas de la Ciudad de México.

Más adelante, la empresa fue invitada a participar en la Prefase 0 en la capital para el ciclo escolar 2015-2016, donde desarrolló cursos de robótica durante 3 meses en 765 escuelas. En el ciclo escolar 2016-2017, a solicitud de la Autoridad Educativa de la Ciudad de México, aumentó su presencia en 163 secundarias más. Para el ciclo escolar siguiente, en la Fase 0, creció también hacia Sonora y Campeche, estados donde atendió 20 escuelas, respectivamente.

“Bajamos fondos desde Fundación Telefónica y buscamos el apoyo de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México. Presentamos el proyecto para hacer un piloto de investigación sobre el impacto de la robótica en chicos de primaria y secundaria. Entonces la Autoridad Educativa dijo: ‘sí, nos sumamos’. La Fundación puso el dinero, nosotros el conocimiento y la implementación, y la SEP nos abrió las puertas de las escuelas”, resume Leyva Luna.

Robotix tuvo la ventaja de estar presente en las escuelas antes de la aplicación del Nuevo Modelo Educativo. A partir de este ciclo, ajustó sus cursos para formar parte del catálogo de oferta y logró permanecer en las escuelas con las que comenzó.

“Fue muy fácil para nosotros hacer esa adaptación, la Fase 0 nos lo permitió. Nuestra metodología ya estaba pensada, sólo trabajamos en pequeños ajustes”, explica Talina Leyva.

“Ahora que ya no estamos financiados directamente por la SEP, ofertamos nuestros servicios a las escuelas. Estamos registrados oficialmente en la página de autonomía curricular, tenemos ese sello de aprobación”.

La empresa continúa desarrollando talleres que en un futuro podría ofertar para la Autonomía Curricular, como diseño de aplicaciones, impresión 3D y biotecnología. También trabaja para extender su presencia en más niveles de educación pública. “Ya vamos a empezar a trabajar en nivel bachillerato: en Conalep y Bachilleres. Vamos a tener un nuevo piloto con ellos y, si todo sale bien, tendremos nuevas Robotix in The Box”, añade Leyva.

Aunque aún no es posible medir sus resultados pedagógicos, bajo el nuevo esquema de autonomía curricular se ha abierto un mercado para las empresas privadas, las asociaciones civiles y hasta las fundaciones. Su continuidad depende de la actual discusión de la reforma educativa en el Congreso de la Unión.

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Secundarias técnicas, ¿sin futuro?

A nivel nacional, la introducción de los clubes de estudio significó la desaparición de la formación técnica que se impartía en escuelas secundarias con ese perfil, a través de talleres.

De la noche a la mañana, el ciclo escolar 2018-2019 fue afectado sin un proceso gradual de cambio: segundo y tercer grados perdieron sus talleres, con implicaciones tanto para los estudiantes como para los profesores que quedaron sin plazas.

En la Escuela Secundaria Técnica 44, ubicada en la alcaldía de Iztapalapa, el cambio significó pasar de las 8 horas a la semana con las que contaban los talleres técnicos a tan sólo 3 horas de los clubes.

Norma Angélica, alumna de esta secundaria, expresa la molestia que le genera no recibir su certificado técnico de “Corte y confección”, porque la implementación del Nuevo Modelo entró en vigor a 1 año de que se graduara. Esto afectará su plan de conseguir un trabajo en el taller en el que actualmente labora su madre, mismo que, con el pasar de los años, se ha convertido en la principal fuente de ingresos de la familia.

“La verdad es que en el club no les enseñan gran cosa, y mi hija ya está a punto de salir; para ella es como si estos años hubieran sido en balde”, comenta Andrea, madre de Norma Angélica.

Para Annette Santos del Real, directora del Centro de Estudios Educativos, AC, la desaparición de los talleres no es grave: “Ahora la educación media superior es obligatoria y el mercado de trabajo exige el bachillerato a fuerzas. Con un certificado de secundaria se puede hacer muy poco. No creo que pueda haber una afectación para la vida de los jóvenes. Creo que más bien se abre un periodo de mucho aprendizaje para las escuelas. Supongo que viene una nueva época de política educativa”.

Si Andrea hubiera sido consultada sobre el tipo de club que tomaría su hija dice que hubiera exigido uno que preparara a Norma Angélica para el Concurso de Asignación a la Educación Media Superior, el examen que organiza la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Medio Superior para determinar en qué institución continuar con estudios de preparatoria o bachillerato.

Pero en la plática informativa a la que asistió para conocer sobre los clubes le dijeron que, como producto de un cambio de visión educativa, ahora se quería formar a emprendedores y no a “simples técnicos”.

En los clubes que se imparten en esa secundaria no hay distinción de grados. “Los más pequeños no van a nuestro ritmo, a veces hay que empezar de cero, lo que vuelve muy aburridos los clubes porque no avanzamos”, menciona Norma Angélica.

Para la investigadora Catalina Inclán, conjuntar estudiantes de diversos niveles puede ser una iniciativa audaz, “pero no en manos de alguien que no ha sido preparado para ese trabajo”. Por ello sugiere que los perfiles adecuados para tratar con un grupo de diferentes grados serían especialistas en orientación vocacional, como psicólogos, pedagogos o psicólogos familiares.

Por la falta de capacitación, los profesores también pueden enfrentar otros problemas, indica. “No necesariamente son sus alumnos, son unos chicos que les tocaron porque el club debe tener esas características. ¿Qué hace un maestro cuando comienzan a salir temas delicados, temas que no está preparado para resolver e incluso temas en los que su apreciación ética le impide trabajar?, estoy hablando sobre cuestiones de sexualidad, por ejemplo”.

Otro de los problemas es el gasto adicional que implica comprar los materiales para los clubes. “Tal vez hay papás a los que no nos afecta mucho pagar unas telas o unos cuadernos extras, pero sí hay algunos otros a los que apenas les alcanza para cubrir el gasto diario”, señala la mamá de Norma Angélica.

Al respecto, Concepción Silva, directora de la Escuela Secundaria Técnica 28, comenta en entrevista: “Es verdad que tenemos alumnos de recursos económicos bajos, pero la mayoría de ellos están en el turno de la tarde, y para ellos tenemos otros tipos de clubes. Y no sólo eso, la verdad es que los padres a veces gastan más en otras cosas que en sus propios hijos y creo que no se pueden escudar en que no tienen dinero, cuando se quiere se puede. Tenemos que buscar las maneras, o, ¿tú crees que fue fácil organizar los clubes?”

Para Concepción Silva, “los padres de familia deben de entender que el gasto es por el bien de sus hijos”. Si se erogan recursos, en primer lugar, es para implementar el club y, en segundo lugar, para ofrecer clubes de calidad. Así es como sucedió con el club de Cocina, uno de los 22 que se imparten en la secundaria a su cargo.

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La reforma de Peña no fue educativa, sino política

Aprobada en diciembre de 2012 por el Congreso de la Unión, la reforma que promovió el entonces entrante gobierno de Enrique Peña Nieto no atendió como prioridad el tema educativo, considera la investigadora Catalina Inclán.

“En otros momentos en la historia del sistema educativo, las reformas siempre se acercaron a la dimensión curricular, esa era la entrada: siempre entraban a los libros de texto, a los planes de estudio”. Pero en el gobierno pasado, el diseño curricular fue el cierre, motivado por la presión de establecer una estructura para la selección de maestros, explica.

La maestra en pedagogía destaca que en ese sexenio los tres secretarios de Educación Pública –Emilio Chuayffet, Aurelio Nuño Mayer y Otto Granados Roldán– no eran expertos en el tema. “Desde esas perspectivas parece que lo educativo es fácil de mover, que es suficiente aplicar una serie de preceptos, de indicaciones y de ajustes. Mucho después, el secretario [Granados] aceptó que modificar la estructura es un tema de largo alcance. Es cuando ya toca suelo y dice ‘esto no se puede lograr tan fácilmente como creíamos en la idealización’”.

Agrega que el inicio de un nuevo periodo presidencial plantea diferentes escenarios en la educación: “Estamos acostumbrados a que cada sexenio haya algún tipo de cambio. Estos cortes sexenales en lugar de beneficiar al Sistema Educativo lo van perjudicando, porque tiene una estructura que comienza asimilar los cambios y resulta que le cambian la velocidad y el ritmo”.

El exconsejero del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Eduardo Backoff, considera que cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que revocará la reforma educativa no se refiere a cancelar la becas ni a cambiar la infraestructura.

“¿Qué es lo que de la reforma educativa se va a cancelar? En mi opinión lo que se cancelará es la parte de la evaluación docente. No creo que se haga un borrón y cuenta nueva de los cambios en el Nuevo Modelo Educativo ni que se haga uno nuevo al año de haberse implementado el otro.”

Sin embargo, en la Cámara de Diputados sí se hará “una revisión completa” de las implicaciones de la reforma peñista, dice en entrevista la legisladora Adela Piña Bernal. La también presidenta de la Comisión de Educación considera que son varios los cambios fundamentales, pero por principio es la revisión de la currícula.

“Se tiene que regresar a la esencia de las escuelas: el asunto de la infraestructura, de la matrícula, de los derechos de los maestros, son aspectos que se tienen que manejar de manera íntegra, no solamente en un sólo sentido”, agrega la diputada del Partido Movimiento Regeneración Nacional.

Por su parte, Annette Santos del Real –quien fuera directora general adjunta del INEE– considera que no sería benéfico revocar las modificaciones del Nuevo Modelo: “ojalá que de lo que van a cambiar de la reforma Educativa, no toquen el tema de autonomía curricular, que lo dejen un poco en paz, porque fueron años de mucho trabajo y a quienes terminan lastimando, si siguen cambiando los planes y programas de estudio, es a los maestros y a los estudiantes”.

No obstante el maestro Pedro Hernández Morales considera necesario que el nuevo gobierno sí modifique ese tema: “abrogar la reforma educativa implica terminar con las posibilidades de negocio de muchas empresas que ya están trabajando proyectos adecuados al Nuevo Modelo Educativo”. Por ejemplo, las editoriales se basan en planes y programas de estudio para elaborar guías que ofrecen a los docentes.

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La autonomía curricular, según la SEP

La Secretaría de Educación Pública federal indica que la autonomía curricular se inserta en el Nuevo Modelo Educativo y se aplica en todas las escuelas del país, para generar equidad e inclusión.

Además, “facilita la convivencia de estudiantes de grados y edades diversas; reorganiza al alumnado por habilidad o interés, y considera horas que cada plantel tenga disponibles”.

Según la SEP y a pesar de que los clubes tienen costo para las escuelas, la autonomía curricular no requiere mayor inversión de recursos.

Los cinco ámbitos de ésta son:

1. Ampliar la formación académica: estrategias de aprendizaje y técnicas de estudio; lenguaje y comunicación, con taller de escritura creativa, inglés y debates; taller de matemáticas; taller de tecnología, y taller de exploración de condiciones del medio y cambio climático.

2. Potenciar el desarrollo personal y social: ligas deportivas, orquestas escolares, y talleres de teatro, danza, pintura, y convivencia escolar.

3. Nuevos contenidos relevantes: educación financiera, programación y robótica, y emprendimiento.

4. Conocimientos regionales, con microhistoria; taller de tecnología y artesanías locales; cultivo, hortalizas y plantas medicinales de la localidad; educación ambiental contextualizada, y lenguas originarias.

5. Proyecto de impacto social, con limpieza de basura; potabilización del agua; cuidado de la salud; huertos y elaboración de composta, y herbolaria.

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Monserrat Aceves, Jordana González, Antonio San Juan, Humberto Basilio, Cecilia Pineda, Alba Olea

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