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¿Quién frena el auge de la ultraderecha europea?

¿Quién frena el auge de la ultraderecha europea?

La Habana. Los partidos de extrema derecha europeos, con Viktor  Orbán, Matteo Salvini y Marine Le Pen al frente, iniciaron 2019 animados por una marcada tendencia al alza a pesar de promover resentimientos, odio, comportamientos fascistas, islamofóbicos y antidemocráticos.

En casi la mitad de 28 Estados de la Unión Europea (UE) encabezan el Ejecutivo o la oposición, donde la mayoría aparece mejor ubicada con respecto a elecciones anteriores sobre una retórica nacionalista, autoritaria, homofóbica, antifeminista, antisemita, euroescéptica y antisistema.

Gobiernan a solas en tres países comunitarios (Hungría, Polonia y Croacia), forman parte de alianzas en cinco (Eslovaquia, Italia, Austria, Bulgaria, Dinamarca) e influyen desde la oposición en cuatro (República Checa, Francia, Eslovenia y Países Bajos).

No obstante, expresa su real influencia política la representación que tienen en 22 parlamentos nacionales y ocupan 130 de 751 escaños de la Eurocámara, según la Fundación Por Causa, autora del informe “Antinmigración. El auge de la xenofobia populista en Europa”.

Primero Visegrado

La formación conservadora húngara Fidesz llegó al poder en 2010, pero transcurrido poco tiempo el primer ministro Viktor Orbán radicalizó su discurso, principalmente contra la migración y los refugiados, con lo cual se convirtió en la estrella del llamado grupo de Visegrado o V4 (Hungría, Polonia, Eslovaquia y la República Checa).

El polaco Jaroslaw Kaczynski no está ya como jefe de Gobierno, ni preside el partido; sin embargo, tras bambalinas mueve los hilos de Ley y Justicia, sobre todo desde la victoria de éste en las elecciones de 2015, mientras permanece cercano a los extremistas de Kikuz15.

El primer ministro de Eslovaquia, Peter Pellegrini, de Dirección-Socialdemocracia (SMER), en alianza con Izquierda Democrática (SDL), el ultra Partido Nacional Eslovaco (SNS) y minoría húngara, condujo en diciembre pasado el veto a la firma del pacto mundial sobre migración aprobado por 90 diputados de 150.

El euroescéptico Milos Zeman, cuyo compromiso como presidente de la República Checa renovó en 2018, persiste en su demanda de soberanía y en ello coincide con la extrema derecha del Partido de la Democracia Directa (SPD), segunda fuerza en la oposición, que pide librar al país de los dictados de la UE, entre otras.

En Italia el Movimento 5 Stelle, ecologista, anti-euro y parcialmente euroescéptico, pactó con los ultra de La Liga Norte del actual ministro del Interior, Matteo Salvini, quien superó la línea de Visegrado al pasar de la demagogia a los hechos: cerró sus puertos a operaciones de rescate en el Mediterráneo y amenaza con tirar por la borda la misión Sophia de la UE.

La mandataria croata Kolinda Grabar lidera una agrupación radical, con la cual ganó los sufragios cuatro años atrás: Unión Democrática, al frente de la coalición ejecutiva, mayoritaria con 56 asientos legislativos, a favor de más controles en las fronteras, pero que no opta por la deriva antiinmigración de Hungría o Polonia.

En el primer semestre de 2018, Bulgaria gestionó la política de los 28 con ultras asentados en la alianza gubernamental, entre ellos el miembro de Patriotas Unidos y ministro de Medio Ambiente, Neno Dimov, quien en el Consejo Europeo negó el cambio climático y el calentamiento global.

Antes, en diciembre de 2017, el liberal Partido Popular Austriaco (Ã-VP), guiado por el joven de 32 años Sebastian Kurz, y el Partido de la Libertad (FPÃ-), fundado en 1954 por nazis, conseguían un acuerdo para encabezar el Ejecutivo nacional.

El Partido Popular de Dinamarca (DF), segunda fuerza, apoya los gobiernos desde 2001; mientras otro nórdico, Verdaderos Finlandeses, una formación marginal hasta hace una década, dio una muestra de autoridad en 2011 cuando multiplicó por ocho su número de escaños en el Parlamento de Helsinki y luego siguió en aumento.

El extremista Frente Nacional, de Marine Le Pen, actúa desde la oposición y como segunda fuerza en Francia, y como cuarta se ubica con 16 diputados el neofascista griego Amanecer Dorado, y su hermana, el Frente Nacional Popular (ELAM) de Chipre experimenta cierto ascenso así como Vlaams Belang (Interés Flamenco) de Bélgica.

Dejan también su huella radical el Partido Alternativa para Alemania, el Partido de la Gran Rumanía, el Partido Popular Conservador de Estonia más las formaciones Orden y Justicia en Lituania y Todo por Letonia.

Quién frena

El 27 de julio de 2018 en un editorial titulado “El susurro”, el diario español El País advirtió: “Europa tiene que reaccionar. La ultraderecha está ganando cada vez más terreno”; sin embargo, solo pactos entre diferentes agrupaciones en Países Bajos, Eslovenia y recientemente en Suecia apartaron del poder a jefes nacionalistas.

El Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) ya no está en el Legislativo tras pagar su éxito por el proceso de salida británica de la UE, Vox en España irrumpió en el Parlamento de Andalucía, mientras la República de Irlanda, Luxemburgo, Malta o Portugal son los únicos bastiones de la UE sin apenas algarabía ultraderechista.

Para el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, “el populismo sigue creciendo porque los partidos tradicionales coquetean con sus ideas”; pero distintos expertos en el tema alegan que la UE lejos de luchar en contra, permitió que entraran en sus instituciones y legitima así no solo su discurso sino también sus políticas.

En criterio del politólogo ibérico Luis Gonzalo Segura “en Europa los ciudadanos no dicen sí a la ultraderecha, dicen no a un proyecto de unión que obvió la esencia: lo social, lo jurídico, lo fiscal, lo político o lo militar.

“Si Europa hubiera construido una verdadera unión en la que se trabajara plenamente para mejorar las condiciones sociales de sus habitantes, se redujeran las desigualdades y los cada vez más crecientes índices de pobreza, el proyecto sería de todos. No lo hizo y hoy tiene que decidir: regeneración o extrema derecha”, aseveró.

En el objetivo de contrarrestar estas fuerzas, los especialistas sugieren identificarlas primero y partir de comprender por qué un país o el bloque actúan hoy del modo en que lo hacen.

Zeus Naya*/Prensa Latina

*Periodista de la redacción Europa de Prensa Latina

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