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El legado de Fidel en el deporte cubano

El legado de Fidel en el deporte cubano

La Habana, 24 de noviembre. Desde el triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, el deporte resultó para Fidel Castro Ruz uno de los principales derroteros del proceso, como un derecho y prioridad para el ser humano y beneficio de la calidad de vida.

Para el líder cubano la práctica de la actividad física fue una constante desde edades tempranas y su gusto por la misma llevó a la nación a convertirse en una referencia mundial, con múltiples lauros alcanzados tanto en Juegos Olímpicos como en campeonatos mundiales, entre otros eventos de primer nivel.

La pasión por el deporte llevó a Fidel Castro a incursionar desde su etapa de estudiante en disciplinas como el béisbol, el fútbol y el baloncesto, siendo esta última una de sus predilectas, al punto de organizar encuentros con jugadores del equipo nacional.

Luego del triunfo revolucionario resultó el artífice del movimiento deportivo con la creación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), así como también de la masificación del deporte, vinculada a la educación y a otras esferas de la sociedad.

Además de llevar la actividad física a cada rincón de la isla, eliminó el deporte rentado y la concepción del atleta como mercancía, en pos de fomentar la práctica del ejercicio a todas las edades y con el objetivo primero de garantizar la calidad de vida, y, luego, desarrollar campeones nacionales e internacionales.

Así lo ratificó  cuando el 2 de septiembre de 1977, con motivo a la inauguración de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) Orestes Acosta de la provincia de Santiago de Cuba, expresó: “La política deportiva del país se encamina también a desarrollar las cualidades físicas y deportivas de aquellos niños y jóvenes especialmente dotados para el deporte, al objeto de desarrollar al máximo esas capacidades con fines competitivos, para la celebración de las competencias nacionales e internacionales”.

Impulso deportivo que convirtió al país en una potencia mundial, incluida entre las 20 primeras naciones del medallero histórico de los Juegos Olímpicos, ubicada en el escaño 16 con 77 títulos, 69 preseas de plata y 74 de bronce, para un total de 220.

Botín de medallas que supera con creces lo alcanzado antes del triunfo revolucionario en justas estivales, de 1900 a 1956, pues de ese total solo se obtuvieron en ese período cinco metales áureos y un acumulado de 12 de manera general, repartidas entre la esgrima y el piragüismo.

En este sentido, también fueron elevadas a 15 las disciplinas en las cuales se consiguieron preseas en citas olímpicas, con destaque para el boxeo, el atletismo, la lucha libre y grecorromana, el voleibol femenino, el taekwondo, el tiro deportivo, el béisbol, entre otros.

Asimismo, sobresalieron campeones de la talla del boxeador Teófilo Stevenson, los corredores Alberto Juantorena y Ana Fidelia Quirot, la voleibolista Mireya Luis, el pelotero Omar Linares y el saltador de altura Javier Sotomayor, entre otras luminarias que pusieron en alto el movimiento deportivo cubano.

Todo ello posible gracias a la creación en toda la isla de centros educativos especializados, como las pre-EIDEs, las EIDEs y las Escuelas Superiores de Perfeccionamiento Atlético, cuya pirámide fomentaba a los jóvenes talentos, que luego formarían parte del Centro de Alto Rendimiento Cerro Pelado.

Igualmente, fueron implantados sistemas de competencia en las categorías escolares, juveniles y de mayores en pos del desarrollo del atleta, no solo en los deportes de mayor arraigo nacional como el béisbol y el boxeo, sino en otros tantos de los cuales también han surgido múltiples campeones olímpicos y mundiales.

A partir de la visión del líder histórico de la revolución cubana, el país comenzó a cosechar triunfos en la arena internacional desde la década de 1960, para erigirse en potencia latinoamericana, continental y mundial, al punto de dominar en poco tiempo los Juegos Centroamericanos y del Caribe y disputar a Estados Unidos las citas panamericanas, como sucedió en La Habana-1991, cuando copó la cima por vez primera en la historia de estos certámenes.

En Juegos Olímpicos también la isla caribeña ha dejado importantes huellas, como el quinto escaño alcanzado en Barcelona-1992 (14-6-11), por encima de países desarrollados de Europa y Asia y de mayor densidad poblacional que la cubana.

Todos estos éxitos también están vinculados a la visión de Fidel Castro de contar con una industria deportiva nacional, el Instituto de Medicina Deportiva y el Laboratorio Antidoping de La Habana que aún perduran y contribuyen al desarrollo del deporte, pese a las restricciones y afectaciones del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a la isla desde hace más de medio siglo.

La impronta del líder histórico de la Revolución, fallecido el 25 de noviembre de 2016, llegó también a otros países de manera directa e indirectamente, sobre todo a los latinoamericanos y del tercer mundo, que vieron reflejados como propios los triunfos cosechados por Cuba.

Posteriormente, estas naciones mejoraron sus resultados en la arena internacional gracias a la colaboración de los entrenadores cubanos que, como parte también de la política cubana de ayudar a las naciones subdesarrolladas, aún prestan servicios en diferentes lugares del mundo.

Prensa Latina