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Un clamor crece desde las tribunas del fútbol de Argentina

Un clamor crece desde las tribunas del fútbol de Argentina

Buenos Aires. La sociedad argentina encontró una particular vía de expresión para canalizar el descontento hacia el actual modelo de gobierno, que encabeza Mauricio Macri.

Agotadas ya las formas convencionales de manifestación, las tribunas de los estadios constituyen un eco que se va propagando y que realmente preocupa al gobierno, porque nace desde la plataforma que lo lanzó: el fútbol.

En estos poco más de dos años ya existieron multitudinarias marchas, huelgas parciales o totales, manifestaciones en colegios y hospitales.

La mayoría de ellas fueron silenciadas o minimizadas por los medios masivos de comunicación, aun cuando muchas de estas marchas terminaron en violentas represiones (la votación de la reforma laboral, en el congreso, es el ejemplo más concreto).

A pesar de lo genuino y representativo de las marchas, el monopolio mediático logró instalar en la cabeza del ciudadano despolitizado que los participantes en esas movilizaciones están pagados, que van obligados o son desestabilizadores, y lo peor, que está muy bien que se les reprima.

De esa manera se estigmatiza toda forma de reclamo legítimo ante una situación que hoy golpea a casi toda la población, salvo a un puñado de familias privilegiadas.

Sin embargo, el ingenio popular siempre encuentra una salida. Las tribunas de los estadios de fútbol comenzaron a exteriorizar eso que en general se censura en los medios y el ejemplo fue cundiendo, con un breve cántico en el cual se nombra al presidente de la nación.

Empezó en el estadio de San Lorenzo y tuvo forma de protesta por los fallos arbitrales ocurridos en varios partidos, a favor de Boca Juniors, e incluso en el duelo entre ambos (tener siempre presente que Macri se lanzó a la política desde la presidencia del club Xeneize).

Una semana después, el cántico retumbó en el estadio de River Plate, otro equipo que también se sintió perjudicado por los fallos arbitrales.

Hasta aquí, todo quedaba en un descontento por cuestiones futbolísticas, por malos arbitrajes que perjudicaban a los clubes que más rivalizan con Boca. Empero, el mismo coro sonó en All Boys, Huracán, Chacarita (y en estadios de básquet y recitales de rock).

Y aquí ya empezamos a hablar de un fenómeno que no es sólo una queja por un mal fallo o por el favoritismo hacia un equipo. Acá hay una necesidad de sacarse algo de adentro.

Hay algo importante: Si se analiza objetivamente partido a partido, es cierto que Boca tuvo algunos fallos bastante polémicos a favor en lo que va del campeonato.

Pero también es verdad que no es la primera vez que pasa en la historia del club, sea quien fuere el presidente de la nación.

El tema es que ahora, además del primer mandatario nacional, también Claudio Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) es confeso simpatizante de Boca, y sin olvidar que Daniel Angelici, actual mandamás boquense y vice de AFA, es uno de los principales operadores del modelo Cambiemos.

Todo esto se transforma en una sumatoria de factores que genera la suspicacia en la afición de los demás equipos.

Sin embargo, esto es anécdota. La gente no canta por un campeonato al que cree (supuestamente) arreglado para que lo gane Boca. La gente necesita gritar una necesidad y ser escuchada.

Y acá es donde realmente aparece la preocupación en la Casa Rosada. Temen que el cántico siga retumbando, no sólo por la masividad que logra, en las transmisiones de TV y radio, sino porque se produce en el ámbito desde donde surgió Macri.

El fútbol ha sido no sólo el trampolín del actual mandatario de la nación, sino que -según muchos argentinos- jamás hubiera llegado al cargo si no hubiera sido presidente de Boca.

Pero además, el fútbol también ha sido su refugio: Hablar de balompié es un recurso que utiliza (a niveles exasperantes) cuando no puede hablar con profundidad de temas candentes.

Esto lo ha hecho aún ante grandísimas figuras del tablero mundial; con esa maniobra banaliza  no sólo a la política, también al fútbol.

Ahora el fútbol le demuestra que también es un fenómeno político y social y que no debe ser banalizado. Y esto es lo que preocupa al actual presidente, sobre todo porque no tiene poder para silenciarlo. ¿Cómo hacer para silenciar a 30 mil o 40 mil almas?

No es la primera vez que algo así pasa en el fútbol argentino. Pero eso sí, hay que remontarse a tiempos de dictadura cuando en las canchas se cantaba la marcha peronista. Ahora, buscan por distintos medios acallar este clamor, incluso desde el arbitraje.

Guillermo Marconi, titular del Sindicato de Árbitros Deportivos de la República Argentina (SADRA), reconoció que estudian suspender los partidos mientras duren los cánticos.

Marconi es recordado por haber roto una huelga de los árbitros en 1992, cuando creó un sindicato nuevo, y acompañado de un grupo de colegiados salió a dirigir para garantizar que la fecha de fútbol se jugara.

También hubo algunas gestiones dentro de la organización que televisa el fútbol para bajar el sonido ambiente cuando comienza el canto, lo cual parece francamente querer tapar el sol con las manos.

Algunos opinadores de turno afirman que se trata de una movida de la oposición, que son un puñado de infiltrados.¿Un puñado de infiltrados que hacen cantar a 30 mil personas, y con públicos tan distintos y enfrentados como pueden ser San Lorenzo y Huracán o Chacarita y AllBoys?

Por último está el caso Boca. Naturalmente la gente del Xeneize no se plegó al canto (al menos por ahora). No es fácil que eso suceda. Por varios motivos. En primer lugar porque el hincha de Boca cree que los hinchas de los demás equipos buscan deslegitimar sus triunfos.

En segundo lugar, el hincha de Boca pone a su club por delante, incluso, de la selección nacional misma, y muchos de sus fieles sienten que muchos éxitos del pasado reciente se lo deben al macrismo.

Finalmente y aunque existiera una parte del público Xeneize enfrentada ideológicamente con el macrismo, difícilmente se anime a cantar contra el presidente en un ámbito donde gran parte de esa estructura responde a este modelo.

Difícil que la Bombonera se pliegue. Al menos hasta ahora es así. El día que en la cancha de Boca se cante contra Macri, es porque ya van a necesitar el helicóptero.

Andrés Sciapichetti*/Prensa Latina

*Colaborador de Prensa Latina en Argentina.