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Argentina: “Balas que pican cerca” de todo el periodismo crítico

Argentina: “Balas que pican cerca” de todo el periodismo crítico

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Buenos Aires, Argentina. El conductor argentino Víctor Hugo Morales ya no está al frente de las tardes en C5N. Fue despedido apenas ese medio cambió de manos.

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Su caso, resonante, es uno de los tantos que ocurren con el periodismo crítico, una especie en riesgo de extinción pero diferente a los pandas.

A la luz de lo ocurrido a Víctor Hugo Morales queda claro que es un peligro ser un periodista crítico del gobierno y de los monopolios –como Clarín– que predominan en los medios gráficos, radiales, televisivos y digitales.

Es que el 11 de noviembre pasado fue despedido del Canal C5N donde conducía “El Diario”, de 18 a 21 horas, un ciclo muy exitoso que le ganaba en audiencia a su competidor directo de Todo Noticias –de Clarín–, Nelson Castro.

De todas maneras fue cesanteado, anuncio que le hizo en una reunión de 10 minutos un productor del canal sin darle mayores explicaciones. Eran obvias, bien políticas. Su manera de pensar y comunicar no comulgaba con el súbito cambio de aire ideológico en la empresa, tras el desembarco en esta señal –antes perteneciente al empresario Cristóbal López– de un nuevo controlante.   No se sabe mucho de éste, sólo que se trata de un fondo de inversión localizado en Estados Unidos, lo que merecería precisiones porque allí hay guaridas fiscales como Delaware y sería una pésima señal. También que la nueva cara empresaria es Ignacio Rosner, un exalumno del cardenal Newman, amigo del presidente Mauricio Macri.

Tiene antecedentes como directivo del grupo empresarial Socma, de la familia del mandatario, y posteriormente en el conglomerado mediático Clarín.

El productor que informó a Víctor Hugo el despido tampoco aceptó su módico pedido de un último programa donde pudiera despedirse de su audiencia. Ni esa posibilidad le dieron. Humanidad es una materia donde están aplazados.

El programa televisivo del conductor de origen uruguayo, radicado en Argentina, era muy visto, como también sucedía en esa televisora con el de otro despedido, Roberto Navarro. No cabe la posibilidad que ni una ni otra cesantía se debiera a malos negocios para la empresa.

Son despidos políticos, solicitados o impulsados por la línea neoliberal de Mauricio Macri, y por el pulpo mediático Clarín, furiosamente molesto por las críticas que Morales le vino haciendo hace muchos años.

Segundo despido

En esta oportunidad el afectado se puso el título de despedido 3 mil 501, al ser reporteado por el diario Página/12. Aludía a que en estos casi 2 años de macrismo hay 3 mil 500 periodistas y comunicadores que ya no tienen trabajo.

Aunque el número puede sonar algo exagerado, otras fuentes lo ponen en 3 mil 300, que se acerca bastante.

No se trata sólo de medios cuyos propietarios fueran kirchneristas, a los que

aludió el también conductor Alfredo Leucovich, uno de los apuntalados por Clarín, al recibir el premio Martín Fierro en radio.

Su andanada fue contra López (Grupo Indalo), Electroingeniería (Radio del Plata), Sergio Szpolski (CN23, vaciado por éste, luego vendido a López, quien despidió a 136 personas en febrero de 2016).

La mirada del premiado fue muy sesgada por los motivos que le reprochó Marcela Feudale de que los trabajadores no eligen normalmente dónde trabajar. Fue también sesgada porque su crítica no rozó siquiera al holding donde trabaja en radio y televisión.

Ese monopolio, además de los pesares que provoca al derecho humano a la comunicación, es responsable de los 75 recientes despidos en la agencia de noticias DyN y los 50 retiros voluntarios en el diario La Voz del Interior, por él controlado.

El primer despido reciente –quién no tiene muchos a lo largo de una carrera de casi 50 años– del relator uruguayo devenido en gran periodista en temas políticos y de vasta cultura, ocurrió en enero de 2016. Lo rajaron de su muy escuchada “La mañana” en Radio Continental, tras superarse 1 año del gobierno de Macri.

Ese programa estaba ranqueado entre los tres más escuchados de todas las radios porteñas, con rebote nacional, y el número uno de Continental, donde además tenía otro a la tarde, Competencia, de tipo deportivo y con transmisiones de partidos de fútbol.

Lo alejaban no porque fuera mal negocio avisar en su programa y tenerlo en el aire, sino por motivos políticos. Otra vez el sospechoso principal era el gobierno del PRO-Cambiemos, según lo denunció el afectado en numerosos reportajes, tuits, declaraciones y un acto en Plaza de Mayo que se hizo en solidaridad.

Dijo allí que empezaba el ocaso de la democracia y la pérdida real de la libertad de prensa. No se equivocaba. Antes habían sucedido los despidos en Radio Nacional y la Televisión Pública echados por la nueva administración, la amputación de partes vitales de la ley de servicios de comunicación audiovisuales 26.522, la supresión de la Administración Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), la ampliación de negocios del grupo Clarín sin los molestos topes en el número de 24 licencias que se admitía a nivel nacional ni el máximo del 35 por ciento del mercado.

Los monopolios

El despido de Morales en C5N fue luego que éste pasara a ser controlado por el fondo OP Investments cuya cara visible es Kosner, de afinidad con el macrismo. En el despido anterior, de Radio Continental, tuvo que ver la controlante, la empresa española Prisa, socia de Telefónica en Telefé.

Y como enemigo bien visible desde hace muchos años, más de 20, está el pulpo del empresario Héctor Magnetto. La bronca venía de antes de la aprobación de la ley de medios en octubre de 2009, en particular por el monopolio que Clarín venía operando en el fútbol televisado con Torneos y Competencias-Trisa al que estaba y está asociado.

Morales siempre fue un crítico del secuestro de los goles y de cámaras que enfocaban las tribunas, con la representación grotesca de periodistas para explicar a los no abonados cómo había sido tal gol.

Alguna vez en “Desayuno”, Canal 7, osó poner en pantalla un televisor cuando Palermo convertía el gol de Boca en la final de clubes contra el Real Madrid. Eran supuestos delitos que le costaron caro a Morales, porque el monopolio lo demandó y allanó su domicilio.

No fue la única estocada judicial de Magnetto. En agosto de 2013 éste le planteó una demanda civil por daños y perjuicios, a raíz de críticas de Víctor Hugo por los casos Papel Prensa y negocios de administración de fondos de jubilaciones.

Hubo una audiencia de conciliación donde el empresario no aceptó estar en la misma sala con su demandado. A la salida hubo manifestantes que insultaron a Magnetto y vitorearon al charrúa, lo que aumentó el odio y quizás el monto de la demanda.

Uno de los dramas es el poder de los monopolios y en los medios de comunicación. Y en correr el velo sobre esos sacrosantos capitales, asociados a multinacionales, offshore y gobiernos neoliberales como el actual, la prédica del uruguayo fue extraordinaria. Lo fue en Continental, Canal 9 y 26, Telesur con “De Zurda”, Canal 7 con “Desayuno” y C5N, como lo sigue siendo en AM750, del grupo Octubre.

Su prédica a favor de la pluralidad de voces y en apoyo a la ley de medios sobresale por lejos en su balance periodístico, y supera cualquier error, que los tuvo porque no es Dios.

En Víctor Hugo lo que duele no es tanto que pierda su ingreso mensual, porque a lo largo de los años debe haber hecho una legítima y buena diferencia. El echado 3 mil 501 no dejará de pagar el alquiler, pero los 3 mil 500 restantes o la mayoría de estos sí tiene esos dramas familiares y demás problemas de no tener empleo.

Lo más doloroso para la democracia es la pérdida de voces importantes como la suya en medios de buena audiencia. Si uno de los valores de la ley 26,522 era aumentar la pluralidad de aquellas, hoy el discurso único tiene menos contradictores.

El peso de los monopolios es mayor y en eso no es inocente Macri, pues los alimenta políticamente y con ración especial de pauta oficial, que mezquina a sus críticos. Su supuesta equidistancia es inexistente. A Víctor Hugo como a Horacio Verbitsky, los quería entre los 362 tripulantes de una nave a la Luna, sin retorno.

Dicen que los osos panda, originarios de China, estaban en peligro de extinción por falta de bosques adecuados con su alimentación particular, por su torpeza y gran tamaño físico, y por la falta de entusiasmo sexual de hembras y machos.

El periodismo crítico está en ese peligro por motivos muy diferentes a los panda. Alrededor suyo hay “balas que pican cerca”, diría el gran relator y se sabe de dónde vienen.

Emilio Marín/Prensa Latina

[OPINIÓN]