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Sociedad de la basura

Sociedad de la basura

Irene Casado Sánchez*

La generación de basura pasará de 3.5 millones de toneladas diarias, en 2010, a cerca de 6 millones de toneladas en 2025, según el Banco Mundial. A medida que la sociedad avanza y las ciudades aumentan su tamaño, la cantidad de residuos sólidos urbanos (RSU) se multiplica de manera exponencial. Políticas de gestión y reciclaje parecen la única opción para frenar una tendencia que amenaza la salud del planeta.

En 2012, bajo el nombre What a waste: a global review of solid waste management, el Banco Mundial alertó sobre el incremento sin precedentes de basura.

 “Cerca de 3 mil millones de residentes generan 1.2 kilos de basura por persona/día; para 2025 esto aumentará a 4.3 mil millones de residentes que generarán 1.42 kilos de residuos diarios.”

Alertan de que la cantidad de RSU pasará de 1.3 millones de toneladas anuales a 2.2 millones en apenas 13 años.

En España, sólo el 27 por ciento de los residuos municipales se reciclan o se someten a un proceso de compostaje. El 63 por ciento de los RSU acaban en los vertederos sin recibir ningún tipo de tratamiento. Según el último informe de la Eurostat, oficina estadística de la Unión Europea, se generó en 2012 un promedio de cerca de 464 kilos de basura por persona. Sólo el 17 por ciento de estos residuos se recicló frente al 63 por ciento que acabó en los basureros.

La falta de políticas efectivas junto con la escasa educación y conciencia de la sociedad configuran un panorama desolador para la gestión de residuos. En España, hay “63 vertederos con procedimiento de infracción en la Comisión Europea, las plantas de reciclado tienen unos porcentajes ridículos de recuperación y hay poca experiencia de recogida selectiva de los residuos municipales”, señalan desde la organización no gubernamental Ecologistas en Acción. Junto a Rumania, Bulgaria, Polonia y Chipre, España ocupa uno de los últimos puestos de la Unión Europea en lo que concierne a la gestión de basuras urbanas.

La Comisión Europea, “con el fin de eliminar la relación existente entre crecimiento económico y producción de residuos”, estableció en 2008 una directiva “para controlar todo el ciclo de los residuos” y revalorizar el reciclaje. Según este marco jurídico, “cualquier productor o poseedor de residuos deberá realizar el tratamiento de los mismos” y “los Estados miembros podrán cooperar para establecer una red de instalaciones de eliminación” de las basuras urbanas. En este contexto, la Unión Europea exige que el 70 por ciento de residuos urbanos y el 80 por ciento de los envases sean reciclados para 2030. Una utopía en el panorama actual.

El presupuesto destinado al tratamiento de los RSU ha aumentado. Se ha invertido en infraestructuras de gestión. “Pero esas inversiones no han ido acompañadas de resultados tangibles”, explican desde Ecologistas en Acción. Ya no se trata de gestionar los residuos, sino de reducir el despilfarro consecuencia de una cultura de “usar y tirar”.

El sistema de contenedores de colores –gris, amarillo, verde y azul– implantado en muchas ciudades no es válido, explican los expertos. Al fracaso de este modelo se suma “la incompetencia de muchos gestores y la renuncia de muchos ayuntamientos a soportar los costes de gestión y traducirlos en precios reales”. Ante este panorama “necesitamos una transición hacia una sociedad eficiente en el uso de los recursos”, afirman los ecologistas. La sociedad debe tomar conciencia de las consecuencias del consumo irresponsable. Si cada ciudadano separa la basura, el sistema de reciclaje optimiza sus resultados: menos desechos y más salud para el planeta.

El desarrollo y el progreso no tienen por qué estar ligados al aumento de los residuos. La polémica obsolescencia programada, así como el acortamiento de la vida útil de miles de productos, tendrán consecuencias trágicas.

Ante este panorama, el reciclaje y la gestión responsable de los residuos se convierten en responsabilidad de todos. Sólo la reutilización, el reciclaje, la contención del consumo, la responsabilidad social y una eficiente política de gestión de residuos podrán garantizar la protección del medio ambiente y salvar a las urbes de montañas de desechos que ellas mismas generan.

Irene Casado Sánchez*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista

 

 

 

 

 Contralínea 416 / del 14 al 20 de Diciembre 2014