Los informantes que han puesto al descubierto el espionaje, las intrigas, los sabotajes y otras actividades ilegales de los organismos de seguridad nacional estadunidenses no son simples “denunciantes”, como si se tratara de ciudadanos que buscan corregir las pocas fallas de un sistema democrático. Se trata de personas que se han rebelado contra un sistema autoritario, inmoral e ilegal del que alguna vez fueron parte. El embate del Estado no se hace esperar: son juzgados como delincuentes, traidores o terroristas. Matar al mensajero, al mensaje y al receptor parece ser la divisa del campeón de la democracia

El silencio, más eficaz que el secreto

La verdadera utilidad de la Espionage Act

Una forma de resistencia
Fuente: Contralínea 343 / julio 2013