El sonorense Carlos Moncada Ochoa fue poeta de versos juveniles cuando vivió por las calles polvorientas del corazón del municipio de Cajeme, Ciudad Obregón, al Sur de Sonora. Reportero y columnista en los periódicos Última Hora y, sobre todo, en el Diario del Yaqui. Pasó de alumno a profesor en la escuela secundaria José Rafael Campoy, y luego emigró a la capital de Sonora para graduarse de abogado en la universidad local, donde también fue maestro. Sin dejar ni un instante de ser periodista, escritor, cronista, narrador, cuentista, va con su ramillete de mujeres y musas para aspirar sus perfumes (“las rosas cuentan cuentos perfumados”, escribió un poeta) y beber de sus mieles sensuales… Y como escribió Irving Singer, en alguno de los tres tomos de su obra La naturaleza del amor (Siglo XXI Editores), Carlos Moncada ha introducido “a la mujer al mundo de su propia imaginación, como si, a través de un encantamiento, ella, ellas, fueran en realidad su obra de arte y sólo él pudiera contemplarlas en sus infinitos detalles”.