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“Reforma curricular”: la desaparición del normalismo

“Reforma curricular”: la desaparición del normalismo

 

⇒ Parte 1 “Reforma curricular”: la desaparición del normalismo

 

El fin del sexenio aceleró la aplicación de la reforma curricular a la educación normal, disposición de carácter federal contemplada en el punto nueve de la Alianza por la Calidad de la Educación. El resultado: una reforma “improvisada” e “incongruente”. A decir de profesores normalistas, ésta se engloba en un proyecto más amplio: el de la desaparición de las normales del país. Cifras oficiales revelan que en 12 años de gestiones panistas el número de normales disminuyó en 29 por ciento; la matrícula estudiantil, en 36 por ciento; y la planta docente, en 12 por ciento

 

Flor Goche/Primera parte
 
Los hechos ocurridos en Michoacán a mediados de octubre pasado –el desalojo policial de tres escuelas normales seguido de la detención y violaciones a los derechos humanos de decenas de estudiantes– reavivaron el debate en torno a la reforma curricular a la educación normal, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 20 de agosto de 2012, que aplica a las licenciaturas en educación primaria y preescolar.
 
Entonces la cobertura mediática destacó la negativa de los estudiantes normalistas de incorporar en sus planes de estudio materias como inglés, así como el hecho de recurrir al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
 
Sin embargo, el fondo del conflicto es la colisión de dos proyectos. En el marco del Tercer Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, en junio de 2011, Elba Esther Gordillo Morales, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se preguntó: “¿Qué haremos con tantas normales, ya no patitos, con tantos monstruos de normales?”.
 
En el mismo encuentro, el empresario Claudio X González se pronunció por el cierre de estas escuelas. Y es que, como justificó el también presidente de la Fundación Televisa, “hay muchas mediocres y unas que son un hervidero de política y de grilla”.
 
Ya antes, en agosto de 2008, Gordillo Morales había pedido al entonces presidente de la República Felipe Calderón desaparecer el normalismo público. “Queremos que las normales sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades productivas”, manifestó en el contexto de la ceremonia de inicio del ciclo escolar 2008-2009. La razón, a decir de Josefina Vázquez Mota, entonces secretaria de Educación Pública: evitar que haya “tantos docentes como manejadores de carro y servidores de mesa”.
 
 
 
El golpe al normalismo en México ha trascendido el tono de las declaraciones. De acuerdo con datos del Quinto informe de labores de la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante los 12 años de gestiones panistas (de 2001 a 2012) el número de escuelas normales disminuyó gradualmente, al igual que su matrícula estudiantil y la plantilla docente.
 
Mientras en 2000 operaban 655 escuelas normales, para 2013 sólo sobreviven 465, lo que representa 29 por ciento menos. En este periodo la matrícula estudiantil también se vio afectada, al decrecer en 36 por ciento: eran 200 mil 900 alumnos y ahora se cuentan 128 mil 200. En tanto, el número de docentes cayó en 12 por ciento, al pasar de 17 mil 366 a 15 mil 364.
 
A decir de Artemio Ortiz Hurtado, la reforma curricular a la educación normal se engloba en un proyecto más amplio: el de la desaparición de las normales del país. En esta etapa, la de reforma curricular, se busca desprofesionalizar la labor docente: despojar al profesor normalista de su perfil histórico como sujeto de transformación social para convertirlo en mero facilitador del proceso educativo, asegura el secretario general del Comité Ejecutivo Nacional Democrático, corriente magisterial contraria al SNTE.
 
En cambio, para Rodolfo Tuirán Gutiérrez, exsubsecretario de Educación Superior, el propósito es “actualizar los planes y programas, contribuir a elevar la calidad de la formación inicial de los docentes y, por supuesto, adecuar los planes y programas de estudio de las escuelas normales con la reciente reforma curricular de la educación básica”. Así lo aseguró en la entrevista que el funcionario concedió a Noticias MVS a mediados de octubre de 2012.
 
El ahora subsecretario de Educación Media Superior subrayó que desde 1998 no se realiza una reforma a los planes y programas de estudio de las licenciaturas que se ofrecen en las escuelas normales, no obstante que en este periodo ha habido una gran variedad de transformaciones relevantes para la formación docente.
 
Infografía
 

 

Reforma curricular: “improvisada” e “incongruente”

 
La reforma curricular a la educación normal busca concretar los compromisos que el gobierno de Felipe Calderón adquirió con Elba Esther Gordillo a través de la Alianza por la Calidad de la Educación (pacto signado entre el SNTE y el gobierno federal), aseguran profesores normalistas en entrevista con Contralínea.
 
Y es que el punto nueve del documento fechado el 15 de mayo de 2008 establece la obligación de impulsar una reforma curricular orientada al desarrollo de competencias y habilidades a partir del ciclo escolar 2008-2009, y de manera generalizada de 2010-2012.
 
En la Declaración de la Junta Académica de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana Enrique C Rébsamen, en Relación con la Reforma Curricular en la Educación Normal [sic], con fecha del 31 de mayo de 2012, se lee: “esta reforma parece responder más a criterios políticos emanados de la cuestionada Alianza por la Calidad de la Educación que a la necesidad natural de actualizar el currículo”.
 
El resultado, a decir de los profesores normalistas: una reforma “improvisada”. Señalan que debido a la premura de su aprobación y aplicación, motivada por la llegada del fin del sexenio, ésta resulta incongruente.
 
Juan Manuel Rendón Esparza, catedrático de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM), quien ha sido testigo y partícipe de otras reformas a la educación normal durante sus más de 30 años de docencia, refiere que cualquier cambio curricular pasa por cuatro niveles: definición de los fundamentos pedagógicos y sicológicos, diseño de la malla curricular, elaboración de los programas de cada asignatura y actualización de los profesores.
 
Respecto de la reforma curricular a la educación normal, manifiesta que “entre estos cuatro niveles, por lo menos a partir del segundo y tercero, empiezan a evidenciarse incongruencias serias”.
 
Por ejemplo, en un principio y hasta junio de 2012 el plan de estudios se estructuraba en 5 años, es decir, en 10 semestres. Esto cambió apenas 2 meses antes de que la reforma se convirtiera en decreto oficial, en lo que los profesores normalistas perciben como el “resultado de una negociación entre el SNTE y la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE)”. El plan escolar se redujo a 4 años, con la consecuente eliminación de los semestres 9 y 10, destinados a la práctica docente.
 
Rendón Esparza recurre a la metáfora de la maleta de viaje para referir esta acción. “Voy a salir de viaje por 10 días y tengo una maleta. De repente me dicen que sólo van a ser 8 días. En ese momento, en el que ya está a punto de salir el autobús, tengo que sacar de la maleta –prácticamente sin ninguna planeación– todo lo que se pueda. Entonces saco cosas así, sin fijarme en la congruencia”.
 
Para Lilia Abarca Laredo, del Centro de Actualización del Magisterio en el Distrito Federal (CAMDF), pensar que para transformar la educación normal sólo se tiene que modificar la malla curricular es “una visión muy parcelada de todo lo que es el sistema educativo de formación de maestros, que busca desalentar y denostar este nivel educativo.
 
“Se está pensando en una reforma a la educación normal sin darnos insumos ni el acompañamiento pedagógico pertinente. Y lo único que se ve en todo este bosque es el arbolito, que son los muchachos de Michoacán, que dicen que no quieren inglés ni computación. Esta visión tan parcelada es la que se está difundiendo en los medios, cuando la demanda es más profunda, y las exigencias no sólo curriculares sino de gestión. La gestión educativa es mucho más amplia y solamente se está apostando al currículo como si todo lo demás no importara”, dice la también integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
 
Braulio Mena Lagunas identifica otra de las incongruencias de la reforma curricular a la educación normal. Consiste en que primero se reformaron los planes y programas de estudio de la educación primaria y luego los del sistema de formación de los docentes encargados de aplicar la reforma.
 
Se trata, apunta el docente adscrito al CAMDF, de “incongruencias que se van resolviendo sobre la marcha y que, de algún modo, demuestran que no les interesa la educación”.
 
A pesar de que, a la fecha, ni siquiera están diseñados los programas de todas las asignaturas que contempla el nuevo currículo, Rodolfo Tuirán insistió en que la reforma curricular a la educación normal no es improvisada: “empezó hace 3 años y medio, aproximadamente, y se ha dado de una manera incluyente y participativa. Ha sido un proceso largo, complejo, difícil”.
 
 
 

Sin condiciones mínimas para la aplicación de la reforma

 
En octubre de 2012, profesores de la BENM hicieron de conocimiento público una carta dirigida a las autoridades de la SEP, en concreto a María Luisa Gordillo Díaz, directora general de Educación Normal y Actualización del Magisterio, y a Marcela Santillán Nieto, directora general de Educación Superior para Profesionales de la Educación.
 
En ésta expresan su preocupación, pues casi 2 meses después de la entrada en vigor de la reforma curricular a la educación normal, no se han “otorgado las mínimas condiciones para su desarrollo”.
 
Los docentes se refieren en específico a los 60 millones de pesos que la DGESPE se había comprometido a destinar a la BENM “como parte del apoyo para crear las condiciones mínimas de infraestructura y equipamiento inherentes a los imperativos del nuevo currículo”. Y es que nueve colegios de esta institución educativa condicionaron la aceptación de la reforma curricular a que la SEP brindara los apoyos necesarios, entre estos, presupuesto, equipamiento e infraestructura, cobertura de la planta docente, respeto de los derechos laborales y aplicación de un programa serio, continuo y permanente de actualización para la operación de los nuevos programas.
 
Las autoridades educativas faltaron a su palabra. Por ejemplo, a pesar de que la reforma otorga especial importancia a la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación al currículo, hoy día en la BENM no existen las condiciones para su aplicación: los estudiantes no cuentan con apoyos de internet, las salas de cómputo están “empobrecidas”, no existe ni siquiera la posibilidad de que todos los grupos escolares, en un mismo momento, estén conectados en línea a través de un pizarrón inteligente, asegura Juan Manuel Rendón.
 
El docente explica que lo mismo ocurre con la enseñanza del inglés, que de acuerdo con la reforma curricular de 2012 está trazada en 5 semestres. “No hay laboratorios de idiomas, no hay recursos audiovisuales para desarrollar las cuatro habilidades que reclama cualquier lengua, no hay bibliografía”.
 
Si la BENM, “ubicada en el área urbana, en el corazón político del país y con una población estudiantil importante”, carece de estas mínimas condiciones, ¿qué sucederá en las escuelas normales de provincia y en las rurales?, se pregunta Lilia Abarca.
 
 
 
A partir de la tendencia de reducción de la planta docente observada durante los últimos 12 años, la profesora normalista trata de explicarse, asimismo, quiénes serán los encargados de impartir estos cursos: ¿Se contratará a especialistas en computación e inglés o se capacitará “con un cursito” a los docentes ya adscritos?
 
Respecto de la promesa de actualización docente, Juan Manuel Rendón refiere que para el caso de la BENM se limitó a dos actividades impulsadas por la DGESPE: un curso en línea de inducción al plan de estudios (al cual fueron convocados sólo 11 personas, de un total de 180 que integran la plantilla académica) y una jornada de 3 horas en la que un grupo de especialistas habló de los contenidos y enfoques de algunas de las materias del nuevo plan.
 
A decir del profesor, “pensar en la actualización docente para la operación de un nuevo plan requiere no sólo de cursos, sino de talleres previos y de acompañamiento durante todo el proceso y a todos los profesores”.
 
A partir de lo anterior, los profesores de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros concluyen: “En nuestra institución el nuevo plan de estudios fue implantado por la SEP y la DGESPE con una total falta de seriedad y compromiso reales, y sin las condiciones mínimas para su idóneo desarrollo, en la totalidad precariedad presupuestaria y, por ende, propician la improvisación en todos los planos de la gestión institucional, académica y administrativa”.
 
Pedro Hernández Morales, quien se desempeña como director de la Escuela Primaria Centauro del Norte, apunta que esta situación no es propia de la reforma curricular a la educación normal. Refiere que a pesar de que la reforma curricular de la educación básica opera desde 2009, fue hasta principios del ciclo escolar 2011-2012 que los directivos recibieron por correo electrónico el nuevo plan de estudios.
 

La reforma, una “imposición”

 
“Amplio, incluyente y participativo”, así definen las autoridades educativas al proceso que antecedió a la publicación de la reforma curricular de la educación media superior en el Diario Oficial de la Federación.
 
Rodolfo Tuirán explicó que dicho proceso inició en 2008 a través de consultas y foros, tanto estatales como nacionales, “para incorporar al mayor número de docentes y estudiantes en el proceso de discusión y debate de la reforma curricular”. De hecho, asegura el funcionario, en la última consulta participaron alrededor de 4 mil 500 docentes de todas las entidades federativas, lo que representa el 75 por ciento de las personas involucradas inicialmente en el proceso de reforma.
 
La versión de los profesores normalistas es otra. Ya desde la Declaración de Veracruz por la Educación Normal –producto de los resolutivos del congreso Retos y Perspectivas de la Educación Normal en el Siglo XXI, celebrado del 22 al 24 de abril de 2010 en la ciudad de Xalapa– advertían: “toda transformación profunda en la educación parte de la premisa: nadie aprende y asume como propio aquel cambio que desde fuera se le quiere imponer. Las reformas educativas exitosas deben ser resultado de procesos amplios y abiertos de consulta y deliberación; ninguna puede, por sí misma, mejorar la práctica pedagógica e impactar el trabajo en el aula, si no se acompaña de la disposición y acción decidida de todos los actores”.
 
Un día antes del inicio de los trabajos de este congreso, la BENM también se pronunció. En una carta dirigida a la titular de la DGESPE manifiesta que “el proceso curricular desarrollado hasta ahora se ha caracterizado por la falta de transparencia, la desorganización, el ocultamiento de información y, por ende, la elitización de los participantes en el análisis, discusión y definición de los temas curriculares”.
 
Juan Manuel Rendón reconoce que entre los profesores se difundieron, vía internet, cuestionarios de consulta sobre la reforma curricular. No obstante, sostiene que la demanda de los docentes tiene que ver con un proceso de inclusión muy diferente si se habla cualitativamente: “Nosotros demandamos un proceso ampliamente participativo, dialógico, es decir, a través del diálogo, que integrara a todos los maestros y alumnos de las normales. Pero ese proceso jamás se dio”.
 
Los profesores consultados por este semanario subrayan que no están en contra de que se reforme la formación docente inicial; pero sí de las formas en que se ha desarrollado este proceso.
 
A través de la Declaración de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros en Relación con la Reforma Curricular de la Educación Normal, señalan que el punto de partida debe ser una evaluación curricular que permita valorar los aspectos positivos del actual plan de estudios, que data de 1997, y reconocer aquellos que hay que cambiar. Lo anterior, subrayan, “como resultado de un proceso investigativo, ampliamente participativo, que analice los fundamentos éticos, filosóficos, políticos, epistemológicos y culturales de la formación docente”.
 
En el legajo de ocho cuartillas, los docentes precisan que “si bien se requiere de una reforma a la educación normal, ésta debe tomar en cuenta la realidad, las características de los alumnos, y lo que necesita y requiere el país”.
 
 
⇒ Parte 1 “Reforma curricular”: la desaparición del normalismo
 
 
 
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 Fuente: Contralínea 118 / enero 2013