Un grupo de sicarios del cártel de Sinaloa, que dirige Joaquín Guzmán, arropados como testigos protegidos por la Procuraduría General de la República, develan las operaciones para el trasiego de drogas y armas en medio de enfrentamientos con sus homólogos de los cárteles de Los Zetas y los Beltrán Leyva para recuperar la “plaza” de Sonora. Señalan a la policía fronteriza estadunidense como la encargada de entregarles fusiles de asalto AK-47 y explican cómo se organizaron para “arrasar” con los cárteles contrarios


Habla el testigo Victoria

Entre dos cactus y un mezquite


Tráfico de armas

La estructura

Testigo Lucero

Testigo Zenya

La DEA informa
Textos relacionados