Los esfuerzos de la sociedad argentina por recuperar la memoria y hacer justicia a los desaparecidos y sus familiares comienzan a dar frutos. Se multiplican las historias de recuperación e identificación de osamentas. Hijos pueden velar y sepultar a sus padres. Los restos que emergen de los antiguos centros clandestinos de aniquilamiento dan cuenta también del Estado terrorista en que se convirtió Argentina durante la dictadura


