Como en el pasado, gracias a esa intromisión que impone las verdaderas reglas del juego, las campañas evolucionan en una competencia desigual, tanto en el uso de recursos de dudosa procedencia como en el acceso a los medios de comunicación, sobre todo en los oligopolios televisivos regenteados por Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga, miembros de la mafia oligárquica que busca convertir en presidente a Enrique Peña, en detrimento de los aspirantes progresistas, la propaganda negra, la manipulación de la información y otras anomalías que refrendan palmariamente la inexistencia de la democracia electoral, la permanencia de las prácticas autoritarias que privan en el conjunto del sistema político mexicano.