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El colapso de fábrica textil La Estrella

El colapso de fábrica textil La Estrella

Más de un siglo de historia y dinámica económica corre el riesgo de perderse, si no se resuelve la huelga que el Sindicato de Obreros Progresistas de La Estrella mantiene en defensa de sus derechos laborales en la empresa textil de Parras, Coahuila

 
Lucía Sánchez
 
En punto de las 9:00 horas, Sergio Rivera, Octavio Villegas, José Soto y Arturo Rivera pesan verdura para luego embolsarla y venderla a la comunidad que se acerca al puesto en coche o a pie. Solidarizados con el movimiento huelguista de los obreros de la fábrica textil La Estrella, los ciudadanos del municipio de Parras de la Fuente, han consumido los productos que desde la “guardia” ofrecen.
Son más de siete meses desde que los 400 obreros de la empresa que fabrica cerca de 200 estilos de mezclilla se levantaron en huelga. Defienden sus derechos laborales, afirman, al no aceptar un nuevo contrato de trabajo que les arrebata sus bonos de eficiencia y turnos nocturnos (entre otras cláusulas). Además de venta de verduras, los trabajadores y sus familias ofrecen campechanas, dulces, jugos y elotes.
No ha resultado fácil, afirma Sergio Rivera, pero recibir el apoyo de la comunidad los alienta. “La gente nos compra a pesar de que veces no damos igual [el precio] que en el mercado, pero viene porque sabe que son ya más de siete meses sin trabajar”.
En la guardia hay 40 trabajadores, que pacientemente, esperan día y noche noticias de los líderes del Sindicato de Obreros Progresistas de La Estrella (SOPE). No hay buenas noticias hoy, como no las hubo ayer, pero mantienen la esperanza que mañana sí las habrá. El sol comienza a arreciar, una leve calidez invade los cuerpos que han soportado el frío del invierno afuera de la que antes fuera su casa laboral. Ven entrar a personas que dan mantenimiento a las máquinas, y los tratan con respeto. Así se hacen las cosas, la ley lo permite. Tampoco se enfrentan a los pocos trabajadores que siguen bajo las órdenes de José Antonio Rivero Larrea, dueño de La Estrella, desde 2006.
Al inicio de la huelga, platica José Soto, eran cerca de 140 obreros los que se dedicaban a la venta de productos fuera de la fábrica. Llegaba un camión de Puebla con chile, tomate y cebolla (lo que vendían a la comunidad). Pero el ingreso no ajustaba para todos, por lo que algunos trabajadores prefirieron buscar trabajos temporales y otras fuentes de ingreso.
“La familias saben que estamos peleando por algo justo”, expresa José Soto, “nosotros queremos conservar nuestra fuente de trabajo, que se respete nuestro contrato colectivo, nos quieren quitar prestaciones y si lo hacen pues ya no vamos a poder vivir, ya está todo muy caro”.
Rivero Larrea ha externado que desea cerrar la fábrica, al argumentar que desde que la adquirió no ha obtenido ganancias. Pero los obreros no creen ese argumento, debido a que continuamente se renovaba la maquinaria y se producían más de 1 millón de metros lineales de mezclilla al mes, que siempre han encontrado cliente en Estados Unidos y Europa. Y a pesar de ello, los obreros llevaban 22 años sin reparto de utilidades.
“Ese rumor ya es de años”, afirma Sergio Rivera, “siempre nos dicen que se van a llevar la empresa para que nos dobleguemos. En años pasados, sí cedíamos, porque no nos daban aumento, la gente decía que ?no nos den pero no nos quiten’, pero ahora sí nos quieren quitar”.        
José Soto tiene 38 años trabajando para la empresa; Sergio Rivera, 25. Conocen su oficio, saben del sentido de pertenencia. Reconocen que La Estrella ha dado alimento a generaciones de parrenses y sienten orgullo de pertenecer a una empresa líder en el ramo textil a nivel mundial. Por ello, la frustración es evidente al externar que Rivero Larrea no quiere comunicación con ellos, al contrario, es indiferente a su condición.
“Estamos conscientes de que la situación es difícil, pero estamos dispuestos a negociar de modo que no le afecte al dueño. Pero él nos quiere quitar todo sin dialogar, quiere imponernos su contrato. En una plática que tuvimos con él afirmó que nos indemniza nuestro contrato, pero no dice números”. Además, les lastima su indiferencia hacia el gremio y sus familias. “Le expresamos que algunos tienen hijos estudiando fuera y que no ajustarían con el nuevo contrato, pero dijo que ese era nuestro problema, no de él”. Afirman que estas declaraciones las emitió el 18 de agosto de 2011, en la única junta que tuvo con los trabajadores.
Debido a ello, los trabajadores están seguros de llevar la huelga hasta las últimas consecuencias. El tiempo que dure, así sea el año. Reconocen que a veces el ánimo de alguno decae, pero el resto le levanta la frente. Quieren ser escuchados, diálogo, compromisos. “Vamos hasta donde tope”, afirma José Soto.
 

“Nadie en su sano juicio acepta eso”

 
Como cada dos años, en junio de 2011, el SOPE entregó a la empresa una pliego petitorio de revisión de contrato laboral, en el que solicita un 4.5 por ciento de aumento salarial. Como respuesta, se les comunicó que no podrían recibir su petición, al contrario, había que modificar el contrato que por décadas fue vigente.
Para los trabajadores de esta empresa textil que tiene más 150 años de vida, la noticia representa arriesgarse a un total cambio de vida, uno de austeridad e incertidumbre, lo que no quisieron acatar. El 6 de julio de 2011, inició la huelga, después de platicarlo representantes sindicales y demás trabajadores en una asamblea general.
A los 21 días de huelga, hubo un primer acercamiento entre la empresa y el sindicato. En el Distrito Federal, en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, les ofrecieron liquidación total, lo que no procedió. “Luego nos volvieron a hablar, íbamos con esperanza de que se solucionara todo, pero no. Lo que nos ofrecieron fue un nuevo contrato que nos quitaba siete prestaciones. Eso nos dice que las autoridades en vez de presionarlos los deja hacer lo que quieran; ya van varias junta a las que vamos porque no hay seriedad de parte del dueño”, expone Jesús Natividad Martínez, secretario del Interior del SOPE. En esas reuniones, Antonio Rivero no está presente, acuden sus representantes Manuel Valadez y Eduardo Islas.
La familia Rivero señala que la empresa no es costeable y que no les ha dejado ganancia, pero los obreros no creen eso debido a que saben que la mezclilla la venden en el 80 por ciento de su producción al extranjero. Ahora, reciben asesoría del Centro de Reflexión y Acción Laboral, en el Distrito Federal.
“Esta huelga representa pérdidas para la empresa y para nosotros, pero es una lucha y hay que aguantar el tiempo necesario”, expresa Natividad Martínez.
El secretario general del SOPE, Reynaldo Aguilera, comenta que la última propuesta que recibieron fue el 25 de noviembre de 2011, cuando les ofrecían una liquidación de 6 millones de pesos, lo cual debían de repartirse entre los trabajadores y pensionados, porque también los ampara el contrato que la empresa pretende rescindir. “Nos tocaría como 15 mil pesos a cada uno, ni los salarios caídos”, señala. “No es que no queramos dialogar, la gente que no conoce el problema dice que nos estamos cerrando a la negociación, pero no es verdad, nadie en su sano juicio aceptaría lo que no ofrecen”, agrega Aguilera.
El secretario general indica que tienen entendido que la empresa tiene una gran deuda que pretenden pagar a costa de los empleados, lo que los alienta a defender más su postura. “Lo que deseamos es que el contrato no sea tan ventajoso para ellos”.
Afirma que representantes del gobierno de Coahuila se comunican con el SOPE por medio de correos electrónicos, pero no ven voluntad de ayudar ni resolver el conflicto. El gobernador Rubén Moreira sabe de los hechos pero no se ha acercado a ellos. Les consuela tener el apoyo de otras organizaciones como el Sindicato de Telefonistas de la Ciudad de México, el Sindicato Mexicano de Electricista y la Sección 18 de Michoacán.
Agradecen el apoyo del alcalde de Parras, Evaristo Madero, quien ha dejado muy clara su postura. “Él dice que ayuda a las 400 familias de los obreros, no a la huelga. Nos entrega despensas e incluso ha dado trabajo a algunos de los huelguistas”, precisa Aguilera.
La empresa quiere declararse en quiebra y cerrar, pero no lo puede hacer, asegura el secretario general, porque primero debe de resolver el conflicto de la huelga. Mientras tanto, las ventas de los negocios han bajado considerablemente, lo que amenaza la estabilidad de la ciudad.
A pesar de que la huelga se realiza sin amenazas e intimidaciones, el que se haya alargado tanto representa en sí una presión. “Los dueños quieren que nos desesperemos y entreguemos nuestro contrato, pero eso no va a pasar. Vamos a aguantar el tiempo necesario”.
 
 
 
José Antonio Rivero Larrea ha expuesto ante los medios de comunicación sus razones por las cuales ha planteado la reducción de algunas cláusulas del contrato laboral de los trabajadores de la empresa textil La Estrella, e incluso su cierre. Una de éstas es la competencia desleal de mezclilla que ingresa de contrabando al país. El 30 de junio de 2011, ocho días antes de que estallara la huelga, la empresa entregó una propuesta a la Comisión Revisora de los Salarios, en la que precisa que los altos costos del contrato colectivo obligaron a plantear la eliminación de algunas cláusulas del mismo que afectaban la onproductividad. Éstas tienen que ver c prestaciones que benefician al trabajador de La Estrella. Rivero Larrea es dueño del Grupo Ferrominero México.
Por otro lado, Felícitas Molina Duque, secretaria del Trabajo de Coahuila, declaró en enero de 2011, al periódico El Diario de Coahuila, que el estado ofreció servicios de mediación entre la empresa y el Sindicato de Obreros Progresistas de La Estrella, pero que detecta una “gran tozudez” de ambas partes.
 
“Nos acercamos a ofrecer el servicio de mediación, porque además está la alerta del cierre de otras empresas, lo que sería muy lastimoso para Parras, y gran parte del problema es que la gente se quiere quedar ahí, no quiere mudarse a los lugares donde hay empleo”, explicó al reportero Daniel Valdés. Una de las soluciones que se han planteado (que es de orden federal), es que la empresa pague las indemnizaciones y cierre. Esto, indica, no es el deseo del gobierno de Coahuila, pues representa una importante fuente de empleo. En entrevista, Molina Duque lamenta la irresponsabilidad del sindicato y asegura que hay personajes ocultos que propician su postura radical, los cuales no han dado la cara.