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Frío que cala

Frío que cala

El 42. 6 por ciento de los habitantes de Matamoros, Tamaulipas, vive en condición social de pobreza extrema. Son estas personas quienes, contando apenas con lo elemental para vivir, se refugian del frío, de la lluvia y del fuerte viento en cuartos de madera, cartón, tela y lámina… si bien les va

Nadia Irene González Guzmán / Matamoros, Tamaulipas
 
El sonido del viento colándose por cada espacio y recoveco de la humilde casa de José Martín Castellanos, habitante de la colonia Ampliación Solidari-dad, anuncia el frío que poco a poco comenzará a calarle hasta los huesos.
Los tres habitantes de la pequeña vivienda del vendedor de elotes han dispuesto de chamarra y cobija para pasar la noche. Adentro el olor a humedad es apenas perceptible gracias a que Juana, su esposa, cuece frijoles con epazote y prepara atole.
Su hijo Pepe, de tres años, tiene puestos una gruesa chamarra, bufanda, guantes y unas pantuflas que su papá le compró en un tianguis, de intenso color rojo. “Es el calito (carrito)”, dijo el pequeño cuando se le preguntó cómo se llamaba el personaje tejido en sus prendas, su personaje favorito, “el Rayo McQueen”.
Desde que el frente frío número 17 de este año se comenzó a sentir, la noche del domingo 4 de diciembre, se apreció como la primera helada de la temporada invernal en la ciudad fronteriza de Matamoros.
La temperatura comenzó a descender y llegó a los dos grados centígrados en las primeras horas de la madrugada del lunes, pero la sensación térmica era de cero. El ausentismo escolar se registró hasta en un 90 por ciento, e incluso algunos planteles suspendieron clases.
El viernes 10 se presentó lluvia y viento intenso y con ello la sensación del frío aumentó.
Para algunas familias, como la de José, el invierno es una época dura debido a las enormes carencias con las que viven, pues las bajas temperaturas son terribles en su condición de pobreza y bajo un techo que ha sido construido con pedazos de plástico y cartón que han ido recogiendo.
“Pues es duro porque además vendo menos, pero ahí la vamos pasando, no salimos casi durante el frío y cuando salimos en el triciclo llevamos al niño con cobija”, dijo.
Durante la mayor parte de su vida, José y su esposa no supieron lo que son los intenso fríos invernales de la región porque son originarios, él, de Guerrero, y, ella, de la costa de Oaxaca.
Ellos son sólo una de las familias provenientes de los Estados sureños de la República que se han debido acostumbrar al extremo clima invernal, cuando antes no pasaban frío.
José recuerda que cuando llegó solo, en enero de 1997, se sorprendió porque viajaba en un autobús y dentro estaba prendida la calefacción.
“Llegamos a un punto de revisión, ya cerca de Matamoros, y yo me sorprendí cuando subió un policía con pasamontañas, guantes, bufanda, chamarra, pensé que estaba loco”, dijo.
Luego, narró, cuando llegó a la Central de Autobuses “Lucio Blanco” y notó que todos se abrigaban antes de bajar de la unidad, intuyó que no la iba a pasar nada bien.
“Me bajé y traía puesta una camisa de manga larga, abrí como pude la mochila que traía y me puse otra encima, caminé unos pasos y me detuve nuevamente y me puse otra camisa, luego otra más sobre las camisas anteriores y pues párale de contar, ya no tenía más ropa”, dijo irónico.
Por fortuna, agregó, se metió por un callejón en el que se vendían chamarras de segunda mano y encontró una más o menos barata que le ayudó a mitigar el frío de sus primeras horas en Matamoros.
“Lo difícil fue en la noche, me quedé con unos primos, pero sólo tenían un cobertor que podían prestarme, me hice taquito y aún así sentía mucho frío, tanto que cuando me desperté noté que un vaso de agua que estaba en la mesa se había congelado”, dijo.
 
CALENTARSE COMO SEA
 
Juana dice que hace gorditas de manteca, atole, café con leche y tamales de elote para que su familia pase el frío. Ella usa unas gruesas calcetas por debajo de la falda y dice que mientras no sienta frío en los pies todo está bien.
Lo que le preocupa es que su hijo tiene gripa desde hace varios días y, aunque ya lo llevaron al Centro de Salud Comunitario de la colonia, no se le quita el escurrimiento nasal.
“Le dieron dos jarabes y yo le doy tesito y atole, trato de que coma bien y que no se moje y que no salga. No quiero que se me ponga malito, porque luego ya ve… las medicinas no las conseguimos y hay que comprarlas”, dice mientras se frota las manos y las calienta con su aliento.
Mientras dura el invierno, miles de familias recurren a las prácticas nocivas de prender carbón en el interior de los hogares, hacer uso de calentones o incluso usan estufas de gas, colocándose en un inminente riesgo. Muchos, incluso conociendo las advertencias, desafían el peligro debido a que el frío los obliga.
José admitió que de no ser porque la olla de elote que cuece cada día produce calor, tendría que prender carbón adentro, como lo hacen algunos vecinos.
 
EL MUNICIPIO ALERTA
 
El secretario del Ayuntamiento, Israel De León Medina, informó que debido al frente frío número 17, dependencias como la Dirección de Protección Civil, las Secretarías de Seguridad Pública y Desarrollo Social, el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), y la Tercera Jurisdicción Sanitaria, se coordinan para atender situaciones de riesgo en la población.
óscar de la Cerda Maltos, responsable de Protección Civil, indicó que se dispuso del albergue “San Juan”, localizado junto al Hospital General de Zona “Dr. Alfredo Pumarejo”, para ofrecer protección en estos días. El inmueble, con capacidad para 120 personas, atenderá a quienes voluntariamente soliciten el servicio si el termómetro desciende por debajo de los tres grados centígrados.
“Está disponible para hombres, mujeres y niños y cuenta con áreas para descanso, baños, agua caliente y se les brindan alimentos, por lo que están más seguros que en sus viviendas”, dijo.
Agregó que las corporaciones de Seguridad Pública y el personal a su cargo tienen instrucciones de canalizar durante esta temporada a las personas indigentes que localicen, pues están en mayor riesgo de sufrir hipotermia debido a que permanecen en la calle. Invitó a la población a tomar medidas preventivas, sobre todo con el uso de carbón, porque cada año se presentan afectados por intoxicación a causa de la inhalación de monóxido de carbono ante la falta de la adecuada ventilación y los incendios.
Respecto a este último punto, dijo que la población debe estar conciente de que no hacer el uso adecuado de los medios de calefacción los puede dejar sin patrimonio por incendio, e incluso pueden llegar a perder la vida debido a esto.
En tanto, el alcalde Alfonso Sánchez Garza instruyó a la Secretaría de Desarrollo Social para el traslado de personas y para la coordinación efectiva de la asistencia de colonias de alta marginación, además de los poblados pesqueros donde las condiciones del clima se recrudecen.
 
FRÍO Y POBREZA
 
Los datos del Instituto de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), y la Secretaría de Desarrollo Social de Tamaulipas revelan que el 29 por ciento de la población del Estado (más de 947 mil 800), viven en pobreza moderada y un cinco por ciento (más de 163 mil), en pobreza extrema.
De los habitantes de Matamoros, un 42. 6 por ciento vive en condición social de pobreza extrema. La mayoría de ellos ubicados en las colonias de reciente creación que carecen de servicios básicos en sus viviendas.
Son estas personas quienes, contando apenas con lo elemental para vivir, se refugian del frío, de la lluvia y del fuerte viento en cuartos de madera, cartón, tela y lámina, si bien les va. Como la mayoría de estos lugares no cuentan con energía eléctrica se prende carbón para mantener el sitio tibio, lo que puede terminar en tragedia al no haber suficiente ventilación, produciendo acumulación de monóxido de carbono.
Por si fuera poco, además de la sensación de frío, las enfermedades respiratorias abundan, sobre todo en niños y personas de la tercera edad, que tienen que sobrellevar los efectos del frío con la esperanza de que los días mejoren, pues el medicarse es casi imposible.
No es menos importante la facilidad de ignición de los materiales de las que están hechas las casas de las familias más humildes en Matamoros. Cada invierno muchas viviendas se incendian quedando reducidas a cenizas, incluyendo los pocos muebles y enseres que sus dueños poseen.
Para resistir el frío abrigarse no es suficiente, lo mejor que se puede hacer es no exponerse directamente a la intemperie aunque ésta es una posibilidad que está vedada para aquellos que tienen que ir en busca del sustento diario, aún en los días más helados, bajo las condiciones más adversas.