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Morir en la miseria

Morir en la miseria

Reporteros dedicados al trabajo del periodismo de investigación sustentado en la veracidad –contrastando la información con los hechos y ofreciendo, sobre la marcha de la investigación o posterior a ésta, la entrevista de los involucrados para que manifiesten su punto de vista– cumplieron con su deber de ser los oídos.

Nydia Egremy, Nancy Flores, Paulina Monroy, Ana Lilia Pérez, Érika Ramírez y, el afortunado en ese ramillete de reporteras, Zósimo Camacho, sobre el tripié de 2005-2007-2008, escudriñaron, conforme al principio de todo reportero de que “la realidad es más pródiga que la más febril fantasía”, 14 municipios de Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, para abortar las mentiras oficiales de las frustradas alternancias.

Y es que foxismo y calderonismo son dos regímenes panistas que, afiliados al neoliberalismo del capitalismo salvaje inaugurado por Pinochet, con asesoría de Milton Friedman, alardearon de sus programas sociales, pero éstos “nunca llegaron a su destino”.

El libro Morir en la miseria está gestado –burlando las embestidas clericales y antilaicas contra el aborto del Partido Acción Nacional, El Yunque, el Partido Revolucionario Institucional de Beatriz Paredes, quien se hizo merecedora, por su apoyo disimulado a la clerecía antiabortista, de lo que el periodista Ciro Gómez Leyva llamó “el macho que lleva dentro Beatriz Paredes”, Milenio, 6 de mayo de 2009– por los trabajos del y las reporteras que verificaron si era cierta la información de Los Pinos y su eco en la Secretaría de Desarrollo Social, de que la pobreza, en situaciones de extrema miseria, estaba siendo abatida.

Los reportajes se publicaron en Contralínea. Desnudaron las mentiras oficiales y el aparato publicitario presidencial. Esta pobreza se arrastra desde el salinismo (consultar la respuesta del gobierno federal, durante la Tercera Conferencia Regional sobre la Pobreza en América Latina, a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe), cuando en 1988, de 81 millones de mexicanos “se estimó en 41 millones la población en condiciones de pobreza… y de ésta, 17 millones viven en condiciones de pobreza extrema”.

Ya para 2007, cuando Contralínea emprende la tarea con su periodismo de investigación sobre la pobreza, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social exhibió a la Secretaría de Desarrollo Social, pues no estaba canalizando los recursos a los municipios más pobres (100 municipios entre los 2 mil 480 existentes), como lo reportaba Marcela Turati (Excélsior, 5 de julio de 2007).

Los reporteros de Contralínea se fueron al trabajo de campo para observar, preguntar (y con Rubén Darío Betancourt, David Cilia, Julio César Hernández, reporteros gráficos, captar los rostros marcados por el sufrimiento del hambre y las enfermedades) e investigar, desatando el nudo foxista-calderonista que escondía la terca realidad del empobrecimiento en aumento.

Así, desde 2003, y después entre 2007 y 2008, investigaron los municipios realmente en la miseria, echando por tierra las mentiras políticas de los dos panistas que, en nueve años, radicalizaron las políticas económicas de Salinas y Zedillo. Para matar de hambre a la población que le sobraba a sus programas (1988-2009), implantaron las recetas de Milton Friedman y Augusto Pinochet, puestas de moda por la pareja Thatcher-Reagan, para desmantelar totalmente los mínimos de bienestar que muestran los devastadores efectos del neoliberalismo económico, la máscara del capitalismo salvaje.

Esos reportajes han reaparecido en una secuencia de 16 textos de cada vez mayor desgracia nacional para, a su vez, rasgar los velos de las fiestas porfiristas calderonistas de las revoluciones generadas por la pobreza en 1810 y 1910, con sus exigencias de libertad política y establecimiento del buen gobierno democrático republicano.

Son reportajes que mantienen su vigencia y empiezan a quedarse cortos, no en su información, como en sus apreciaciones cuantitativas, ya que el empobrecimiento que “padecen los mexicanos del norte, centro y sur, de la costa, la montaña, el desierto y el bosque de coníferas” ha tenido tal aumento en los últimos nueve años que más de la mitad de los 109 millones de la población actual sobrevive en la pobreza, la extrema pobreza, la miseria y la hambruna.

Mientras tanto sigue la publicidad panista derechista del combate a esas pobrezas, prendiéndole una veladora al neoliberalismo económico de corte pinochetista, de inspiración en el sínodo nocturno de la Sociedad Mont Pelerin de 1947 y en Milton Friedman, con su recetario del capitalismo salvaje: Capitalismo y libertad.

Morir en la miseria es una total aproximación a la desgracia nacional del empobrecimiento masivo (Calderón y sus ayudantes han oficializado que existen entre 45 y 50 millones “de los que menos tienen”) y que pone las condiciones para explosiones sociales que pueden rebasar las tradicionales protestas y manifestaciones en las calles, ya que el binomio desempleo pobreza es una bomba de tiempo… ¿estallará?

Sin una bola de cristal, sólo estamos seguros de que el presente social en todo el territorio es un volcán contra el mal gobierno calderonista, ineficaz en todas sus obligaciones y responsabilidades, al grado que ronda el fantasma de su renuncia por causa grave: no puede resolver los problemas que son de su incumbencia. Este libro es una prueba de esa incompetencia.

Ficha bibliográfica:

Autores: Miguel Badillo, coordinador

Título: Morir en la miseria

Editorial: Océano de México, 2009

CONTRALÍNEA 164 / 10 DE ENERO DE 2010