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Caerá la “tía incómoda”

Caerá la “tía incómoda”

Ricardo Alemán

La tragedia es del tamaño de la corrupción

El castigo, ejemplar… si quieren votos

De un momento a otro se conocerán las investigaciones de la tragedia de la guardería en la que perdieron la vida 46 niños, reporte en el que abundan indicios de que la responsabilidad alcanzará a los gobiernos estatal y municipal, a la delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, sin duda, a los “parientes incómodos” de la casa presidencial.

De acuerdo con las indagatorias, existe responsabilidad en distintos niveles, no sólo del gobernador Eduardo Robinson Bours, sino del alcalde Ernesto Gándara, de cercanos colaboradores de los mandatarios estatal y federal; además de toda la delegación del IMSS en la entidad y de quienes presiden los sistemas estatal y municipal de protección civil.

Acaso el mayor grado de responsabilidad se pudiera encontrar en los propietarios de la guardería –entre ellos la señora Marcia Gómez del Campo, tía segunda de la esposa del presidente y copropietaria de la estancia infantil–, debido a que de los dueños del establecimiento es de donde habrían salido los sobornos para torcer todo el esquema de protección civil bajo el que debe operar una guardería subrogada por el lMSS.

De acuerdo con fuentes oficiales, la investigación aclara, primero, que desde hace por lo menos tres décadas existe la figura de subrogación en distintos servicios del IMSS, entre ellos los de guarderías. Luego establece que al momento de la tragedia la respuesta oficial para atender la emergencia no fue lo efectiva que debiera y lo rápido que se esperaba, porque los gobiernos municipal y estatal estaban acéfalos. ¿Qué quiere decir eso?

Poca cosa, que ni el alcalde Gándara ni el gobernador Bours se encontraban, respectivamente, en el municipio y el estado que gobiernan. Según una versión no oficial, el alcalde de la capital de Sonora se encontraba en Guaymas, en tanto que el gobernador, fuera del país, atendiendo sus negocios en Tuckson, Arizona.

La bitácora oficial del siniestro reporta que los servicios de protección civil llegaron al lugar por lo menos entre 15 y 20 minutos después de que el fuego ya era una amenaza mortal. Por eso las labores de socorro estuvieron a cargo de ciudadanos que arriesgaron sus vidas.

Por increíble que parezca, a esa situación de suyo deficiente, también se detectó que a pesar de las temperaturas extremas y de los incendios constantes en la temporada, los hospitales de la capital de Sonora no cuentan con salas especializadas para atender pacientes quemados.

Según los mismos reportes oficiales, la tragedia resultó de una cadena de hechos de corrupción e ingobernabilidad que resultan intolerables. Hasta hace algunos meses, y debido a la construcción de un paso a desnivel, fue cerrada la más importante guardería del DIF (Desarrollo Integral de la Familia) estatal, conocida por todos como Caperucita Rosa. Los niños que eran atendidos en esa guardería fueron trasladados a una estancia particular, conocida como ABC. ¿Cuál fue el resultado? Hacinamiento, atención deficiente, además de un riesgo permanente.

Pero resulta que la guardería ABC fue instalada en un galerón que había sido una maquiladora, en terrenos propiedad de colaboradores del gobernador Bours. ¿Pero cuál es la responsabilidad directa de Bours y Gándara; gobernador y alcalde? Casi nada, que legalmente son quienes presiden los sistemas estatal y municipal de protección civil. Es decir, que esos sistemas debieron negar la licencia de funcionamiento a una guardería como esa. ¿Por qué no la clausuraron? Por corrupción.

¿Y la responsabilidad del IMSS? Es una responsabilidad que recae en toda la delegación estatal. ¿Por qué? Porque queda exhibida la criminal corrupción. Pero todos saben que para que exista una autoridad que permita la corrupción, debe existir una contraparte, un ciudadano corrupto y uno corruptor.

¿Y quiénes corrompieron a la autoridad? En efecto, los propietarios de la guardería, entre ellos la tía segunda de la esposa del presidente. Y la primera incómoda o quienes de su familia que aparezcan como dueños de la guardería, deberán parar en la cárcel.

¿Quiénes van a pagar, y qué castigo recibirán?

El gobernador Eduardo Bours y el alcalde Gándara deberán pagar con sus cargos y acaso con un juicio penal –aunque el gobernador deberá ser sometido a juicio político–, en tanto que en el IMSS no todo se puede quedar en la delegación. Acaso el actual director sea el menos responsable –porque su antecesor, Juan Molinar, no hizo nada en dos años–, pero en todo caso Daniel Karam tendrá que pedir perdón a todos por sus infortunadas declaraciones.

El tamaño de la tragedia es del tamaño de la corrupción. Y el castigo tendrá que ser ejemplar. De lo contrario, que nadie se queje de la abstención. Al tiempo.

Pelea electoral y estupidez criminal

Nadie, en su sano juicio, puede permanecer indiferente a la tragedia que arrebató la vida a 46 niños en la capital de Sonora –y menos regatearle importancia–, sobre todo porque el doloroso hecho se produjo en medio de la más feroz batalla electoral local y federal, y porque exhibe con crudeza e indignación la contradicción entre promesas de campaña y una terca realidad que ofende: la seguridad de los ciudadanos no le importa a nadie.

La tragedia no sólo exhibe la estupidez criminal de los tres órdenes de gobierno, sino el engaño colectivo de que son víctimas los ciudadanos en tiempos electorales. Es decir, cuando los aspirantes a los gobiernos municipal y estatal de Sonora –además del Congreso federal– ofrecen su mejor rostro para ganar el voto ciudadano, la tragedia los muestra de cuerpo completo como irresponsables a los que les importó un comino el altísimo riesgo en que operaba la guardería ABC.

Si el IMSS –que subrogaba la guardería–, si el gobierno de Eduardo Bours y la alcaldía de Ernesto Gándara –los dos del PRI– hubiesen cumplido el mandato popular que los llevó al cargo –gobernar de manera responsable y por los ciudadanos–, habrían cerrado esa y acaso muchas otras guarderías y escuelas que son verdaderas trampas mortales para los niños. La tragedia no habría causado esas muertes.

¿Por qué nadie hizo nada?

¿Por qué no lo hicieron? La razón es elemental: no gobiernan, sino que depredan al estado y al municipio capital. ¿Por qué ni el municipio ni el gobierno estatal, y menos el IMSS, hicieron lo indispensable para que esa guardería no fuera trampa mortal? La razón es idéntica a lo ocurrido con la tragedia del New’s Divine en la ciudad de México. Se impuso la estupidez criminal. Y claro, no pasó nada. Todos los gobernantes siguieron “tan campantes”.

En un país democrático, de gobernantes con vergüenza y sentido de responsabilidad, los señores Bours, Gándara y el director del IMSS habrían renunciado. Y claro, se les habría fincado responsabilidad. ¡Pero estamos en México, en donde la impunidad oficial manda!

¿Y qué van a decir a los padres de los niños fallecidos, de los que quedarán marcados de por vida, a los sonorenses todos, el alcalde Gándara, el gobernador Bours, el director del IMSS? ¿Quién asumirá un gramo de la altísima responsabilidad al permitir que una guardería sin los mínimos de seguridad y en zona de alto riesgo operara como si nada? ¿Qué nueva promesa mentirosa y demagógica harán los candidatos de PRI, PAN y PRD a la alcaldía de Hermosillo y al gobierno estatal? ¿Con qué engaño retórico justificarán los aspirantes a diputados federales su reclamo del voto?

Nadie vio y nadie supo

No va a pasar nada. Como siempre, se buscará un “chivo expiatorio” o la cuerda se romperá “por lo más delgado”. O “al perro más flaco se le cargarán las pulgas”. Eso sí, superado el trance, ¡que siga la piñata!, que lo importante es la lucha por el poder municipal, estatal y las siempre rentables diputaciones federales!

Nadie, ninguna autoridad pagará por una irresponsabilidad criminal que costó la vida a 35 niños. Pero una cosa es segura, el troglodita Bours, el cacique de horca y cuchillo que mal gobierna Sonora, se encargará de censurar la información, de aplastar a los medios locales, de cerrar la puerta a los foráneos, y de simular que nada pasa. ¡A quién se le ocurre! ¿Qué nadie se ha dado cuenta de que el reino de Sonora le pertenece a los Bours? Y es que contra lo que muchos suponen en el resto del país y del mundo, Sonora vive uno de sus peores gobiernos, uno de los momentos más críticos para el ejercicio de las libertades básicas de la democracia, como la de expresión y prensa.

Mientras que la familia Bours se ha encargado de depredar el dinero público –como lo demuestra en su más reciente libro el periodista Álvaro Cepeda, El expediente Bours, a quien hace dos semanas los esbirros del gobernador amenazaron para que no presentara el libro en la capital, Hermosillo–, el jefe del clan, Eduardo, a la sazón gobernador, se ha convertido en verdadero virreizuelo; cacique de horca y cuchillo que persigue periodistas y editores y que gobierna mediante el terror.

Responsabilidad colectiva

Pero nos guste o no la responsabilidad no es sólo de los malos políticos y de los peores gobernantes; los ciudadanos tenemos buena parte de esa responsabilidad. ¿Quién llevó a Bours al gobierno? ¿Quién puede llevar al gobierno al sucesor de Bours, por el PRI? En efecto, la tragedia de la guardería, la muerte de los 31 niños, puede ser el fin de uno de los peores gobiernos que ha vivido Sonora: el de Eduardo Bours. Y puede marcar la llegada de los gobiernos del PAN. Sí, bueno, para los políticos y los partidos, para las ambiciones de poder de los azules.

Pero en el fondo la tragedia de Sonora confirma, para bien o para mal, que no es gratuito el debate por el “no” en las elecciones del próximo 5 de julio. Es decir, que muy malos gobernantes como Bours, malos aspirantes al gobierno como el priista Alfonso Elías y el panista Guillermo Padrés, y pésimos partidos como PRI, PAN y PRD, no pueden generar otro sentimiento que rechazo, hartazgo y repudio popular. Sí, es posible que detrás del debate por la anulación del voto estén las fuerzas más oscuras. Pero también es cierto que en los partidos, los gobiernos, la clase política toda están los peores políticos y los más cuestionables gobernantes. Al tiempo.