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La confianza perdida

La confianza perdida

Estratégicamente

Jorge Luis Sierra*

1400 Defense Pentagon, Washington, DC, Departamento de Defensa. El secretario de Defensa, Robert Gates, anunció hace unos días una serie de cambios importantes en la estrategia militar estadunidense.

Entre ellos destacan los recortes del gasto militar en los programas de Sistemas Futuros de Combate del Ejército, una red de vehículos vinculados con comunicación de alta tecnología; la producción de portaaviones y en los sistemas de defensa antimisil. A cambio, el Pentágono multiplicará los drones, los bombarderos no tripulados que está usando en Afganistán y Pakistán. Los expertos del Departamento de Defensa están hablando de una transformación que llevará a las fuerzas armadas a dejar la guerra convencional y pasar a la contrainsurgencia que, según Gates, será la forma dominante de las guerras en las décadas siguientes.

1600 Pennsylvania Ave NW, Washington, DC. La Casa Blanca está iniciando un cambio estratégico que puede impactar el futuro de las fuerzas armadas de todo el mundo, incluidas las mexicanas. Por lo pronto aún es difícil decir cuáles serán las implicaciones inmediatas para México. Estados Unidos quiere librar una guerra de contrainsurgencia en Afganistán mientras está sumido en la crisis económica más grande de su historia reciente.

Aunque el presupuesto militar de 534 mil millones de dólares será 4 por ciento mayor que el del año fiscal anterior, es posible que el Pentágono relegue a México en los últimos lugares de sus nuevas prioridades en el gasto militar. En ese sentido, el deseo de cooperación militar con México que expresó el almirante Michael Mullen, el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, durante su visita en México, podría verse limitado porque el gobierno de Obama encamina sus fuerzas a una guerra de largo aliento en Asia Central y el Medio Oriente.

Constitution Avenue, Islamabad, sede de la Cancillería de Pakistán. Mullen estuvo por cierto en esta capital para exigir al gobierno de Pakistán más cooperación en el combate a las redes de Al Qaeda, activas en los poblados que tienen frontera con Afganistán.

Washington sigue reclamando a Islamabad que sus servicios de inteligencia apoyan secretamente a los talibanes. La visita a esta nación de Asia Central debe ser observada con atención, pues tanto México como Pakistán están considerados como países en riesgo de fracaso o derrumbe. El gobierno de Obama está dispuesto a invertir 7 mil millones de dólares para fortalecer las capacidades contrainsurgentes de Pakistán. Sin embargo, en Islamabad hay descontento porque Washington ha anunciado que seguirán los bombardeos con drones en los poblados de Pakistán fronterizos con Afganistán. “Hablamos de los drones y, déjeme ser franco, hay un abismo entre nosotros y ellos, y yo quiero construir un puente”, dijo el canciller pakistaní Makhdoom Shah Mahmood Qureshi en una conferencia de prensa conjunta con Mullen y el enviado especial Richard Holbrooke. “El asunto principal es el tema de la confianza”, añadió Mahmood.

“Sólo podemos trabajar juntos si hay respeto y confianza mutua, no hay otro camino, ninguna otra cosa va a funcionar”.

En la conferencia, Mullen dijo que las fuerzas armadas estadunidenses estaban viviendo un cambio dramático como resultado de las operaciones contrainsurgentes en Irak. “Queremos compartir las lecciones que hemos aprendido”, dijo el almirante Mullen. Esas palabras fueron muy similares a las que dijo durante su visita en México.

300 5th. Avenue, Washington, DC, National Defense University.

Durante un coloquio sobre la Iniciativa Mérida realizado en junio del año pasado, un funcionario civil del Pentágono preguntaba sobre el grado de profundidad del sentimiento nacionalista de las fuerzas armadas mexicanas. Es notorio que Estados Unidos sigue preocupado por la desconfianza que prevalece en el medio militar mexicano hacia las intenciones del gobierno de este país. Los funcionarios civiles y militares de Estados Unidos aceptan que su falta de comprensión de la doctrina militar de México y el nacionalismo vigente de las fuerzas armadas mexicanas han sido obstáculos importantes para desarrollar las relaciones militares binacionales. El hecho de que los lazos entre ambos ejércitos están poco desarrollados ha afectado la cooperación binacional antinarcóticos, pues Estados Unidos tiene pocos interlocutores en la medida en que el presidente Felipe Calderón ha concentrado el grueso de la lucha contra el narcotráfico en las fuerzas armadas.

500 East 9th St, Claremont, California, Claremont McKenna College. El profesor Roderic Ai Camp, experto en las fuerzas armadas mexicanas, destaca el hecho de que ninguno de los generales mexicanos que conforman la plana mayor del Ejército y la Fuerza Aérea ha recibido entrenamiento en las escuelas militares de Estados Unidos. La única excepción es el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, que tomó un curso de administración militar en la Escuela de las Américas, cuando todavía estaba localizada en el Fuerte Gulick, Panamá. Para Camp, quien hace unos días ofreció una conferencia en Washington, DC, sobre el impacto de la Iniciativa Mérida sobre las relaciones militares binacionales, la relación entre los ejércitos es cordial, pero las fuerzas armadas mexicanas siguen suspicaces y prácticamente inaccesibles a sus contrapartes estadunidenses.

250 Vandeberg St, Suite B-016, Base Aérea Peterson, Colorado, sede del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD, por sus siglas en inglés). Hay otros factores que influyen en esta ausencia de cooperación militar. Biff Baker, un analista privado que presta servicios para el NORAD, describe en un estudio publicado el mes pasado en la revista DISAM Journal la deficiencia en las relaciones militares y el intercambio de información entre México y Estados Unidos, a pesar de que las relaciones económicas y diplomáticas han mejorado desde la firma de la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte en 2005. Baker afirma, por ejemplo, que el intercambio de información con México es difícil, pues las propias agencias de inteligencia civil y militar de Estados Unidos carecen de un sistema integral de comunicación entre ellas mismas y sufren aún de un exceso tanto en la clasificación de información secreta como en el rigor para acceder a ella. En el contexto de un ataque terrorista de dimensiones similares al del 11 de septiembre de 2001, esta falta de comunicación podría obstaculizar la rapidez de las operaciones e impedir el salvamento de muchas vidas humanas, dice el experto.

Agrega que el Pentágono sufre un déficit de funcionarios que hablen español. Estos problemas se agregan al hecho de que los ejércitos de ambos países carecen de una plataforma mutua e interoperable de comunicaciones que puedan llevarlos a una sinergia aérea y naval, como lo desea Estados Unidos.

Boulevard Manuel Ávila Camacho S/N, colonia Lomas de Sotelo, Distrito Federal, Secretaría de la Defensa Nacional. Aunque Estados Unidos insiste en aumentar la cooperación militar antinarcóticos, las prioridades y la energía de la Sedena están puestas en otra serie de problemas. Un general de división comenta preocupado que las fuerzas armadas mexicanas están metidas en la lucha contra el narcotráfico sin que exista un marco legal que sustente esa intervención. La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia que tiene casi una década ya no es suficiente para justificar la participación militar como coadyuvante del Ministerio Público, acepta el general, pues los mandos militares prácticamente han desplazado a los mandos civiles en el combate a la delincuencia organizada. Los militares mexicanos han sido lanzados a la lucha contra el narcotráfico sin que hayan recibido entrenamiento adecuado para cumplir con funciones de policía preventiva o ministerial. El resultado, dice Camp, ha sido la comisión de abusos contra la población civil y la acumulación de decenas de recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

1400 Defense Pentagon, Washington, DC. A pesar de estas condiciones, los militares estadunidenses siguen insistiendo en la necesidad de cooperar con México. Mullen afirma que Estados Unidos puede ayudar a México con tecnología ISR (de inteligencia, vigilancia y reconocimiento). Es posible que Mullen se refiera a los drones usados durante el combate a células terroristas en Afganistán. Sin embargo, todo lo que se refiere a transferencia de equipo estadunidense involucra a los círculos de decisión política en Washington, DC, y al propio Congreso estadunidense y puede convertirse en un proceso lento que puede llevar años. Por lo pronto, México ha firmado ya un contrato de 22 millones de dólares con la empresa israelí Aeronautics Defense Systems para comprar minidrones capaces de identificar y georreferenciar a personas a ocho kilómetros de distancia o guiar disparos de artillería.

Sin embargo, la crisis económica en Estados Unidos y la desconfianza aún prevaleciente en la policía mexicana han hecho que el flujo de los recursos financieros ya aprobados de la Iniciativa Mérida sea un proceso lento y tortuoso. Es posible que la desconfianza mutua siga siendo grande y que el resultado de cualquier progreso en la relación militar binacional pueda ser observable sólo dentro de varios años, quizá décadas._ * Especialista en fuerzas armadas y seguridad nacional, egresado del Centro Hemisférico de Estudios de la Defensa, de la Universidad de la Defensa Nacional en Washington