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Las preocupaciones de Calderón

Las preocupaciones de Calderón

Cuando la situación económica es más difícil y complicada, la inversión extranjera baja un tercio y la economía comienza a resentir por todas partes la falta de estímulos, inversiones y ventas. Mientras, en Reynosa, Tamaulipas, hay una balacera por horas; no se aclara del todo el asesinato del general Mauro Enrique Tello; el jefe de la policía de Ciudad Juárez, el militar retirado, Roberto Orduña, dice adiós porque lo exigieron los narcotraficantes; el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, sufre un atentado –luego presentado como incidente vial– en el que muere uno de sus escoltas… En ese contexto se realizó un encuentro muy tirante entre gobernadores priistas y Felipe Calderón, donde hubo acusaciones mutuas y quejas del Ejército, porque está en medio de una lucha política sin estrategia definida. Felipe dijo que llegará el punto final a la criminalidad y se acabará la violencia al amparo de la impunidad. Por su parte, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez- Mont, afirmó que Vicente Fox resultó omiso en el combate al narcotráfico, lo cual empata con las declaraciones del exbotudo, quien había asegurado: dejé encargado el despacho presidencial (a Marta Sahagún y Ramón Muñoz, seguramente) para dedicarme a ser agitador de mi partido (Acción Nacional). El discurso de Calderón pareciera optimista y resulta inquietante. Ello porque abre dos frentes que pueden traer graves convulsiones en el país. En primer lugar: si en realidad desea menguar al narcotráfico, es necesario atacar a quienes les dan sustento económico a los mafiosos, es decir, los centros financieros que lavan dinero a manos llenas. En los últimos años, únicamente han embargado una casa de cambio en Puebla. Y en cientos de sitios, los banqueros llevan a cabo sus operaciones para la tintorería más grande del mundo. Pero, además, tenemos a las agencias de autos que venden camionetas insultantes; los paraísos turísticos, entre ellos Cancún y Acapulco, y gran cantidad de industrias que sirven de tapaderas. Imposible que en una época de recesión y quiebras al por mayor se vaya a fondo en una actividad que, según la Organización de Naciones Unidas, maneja 300 mil millones de dólares al año, de los cuales entre 15 y 20 por ciento se derrama en nuestro país. Por otro lado, emprender una acción seria contra los otros sostenes de los controladores de estupefacientes es cortar lazos con gobernadores priistas y algunos perredistas. Pero eso aislaría más a una administración que ni siquiera entre los panistas tiene consenso. Según algunos informes conocidos, hay cuando menos ocho mandamases priistas que recibieron u obtienen dinero de los cárteles. De simplemente tocar a uno, los bonos para la elección de diputados del albiazul se irían a las nubes. Pero la reacción del equipo comandado por Emilio Gamboa, Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones sería terrible. Es más, en algunos medios de información insisten que el senador está en la mira de ciertos personajes muy ligados a Felipe. Algo que enfrió, hace tiempo, los acuerdos entre el habitante de Los Pinos y el máximo operador de la calle de Xicoténcatl. Escenario difícil y complicado en ambos casos. Tal vez, y sólo tal vez, por eso se puede optar por encontrar un chivo expiatorio en las filas del que continúa con sus discursos cotidianos. Ello con el objeto de mandar un telegrama a muchos: las cosas deben de ser más tranquilas. En Chihuahua, el estado más conflictivo del territorio nacional, el asunto es realmente preocupante. Las órdenes, que no amenazas, de los delincuentes son aceptadas porque no hay de otra. En este berenjenal, tiene mucha razón el especialista Anthony Placido: únicamente enfrentando en serio la corrupción se podrá ganar una batalla que es de proporciones descomunales y en la que tiene, necesariamente, que participar la ciudadanía. Si todo se le deja a la policía y/o a los verdes, el asunto fracasará. Una prueba de que nada serio ha cambiado, lo demuestra el famoso Joaquín Guzmán, el Chapo. Luego de ocho años de fugado, los reportes periodísticos al respecto son: hace fiestas rumbosas, se junta con diversas mujeres y anda con decenas de protectores. El asunto serio, a fin de cuentas, es que las exigencias y desesperación de Estados Unidos y del Ejército Mexicano por un pésimo diseño de lucha contra el narcotráfico tienen más que preocupado al declarante más frecuente del país.

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