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Corresponsales extranjeros: las plumas más influyentes en los pinos

Corresponsales extranjeros: las plumas más influyentes en los pinos

Los Pinos, México

Para los corresponsales extranjeros en México el acceso a la información no es un problema. Tienen las puertas abiertas en Los Pinos y en las principales secretarías de Estado. El poder y la influencia que ejercen sobre los funcionarios públicos mexicanos tiene origen en las repercusiones que pueden provocar sus despachos en Washington y Londres, dos de las capitales económicas más importantes del mundo.

Por Thania Molina y Fátima Salvador.

The New York Times

Ginger Thompson comenzó su trabajo como corresponsal en 1992 y ha colaborado para Los Angeles Times, Baltimore Sun, Chicago Tribune, en donde cubrió Cuba durante 2 años y finalmente New York Times, para quien colabora actualmente en México desde el año 2000.

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Corresponsal del influyente diario estadunidense New York Times, Ginger Thompson opina que en México el problema no es el acceso a la información, sino la manipulación de la información.

“El gobierno de Vicente Fox sigue manipulando las estadísticas para tratar de crear la realidad que ellos quieren. Con esta manipulación de qué sirve cerrar rel paso a la información”, apunta.

En una evaluación a la recientemente aprobada Ley de Transparencia y Acceso a la Información, Thompson considera que el acceso también depende de la influencia y poder de los medios que representa cada reportero.

Las periodistas Marta Lamas y Ginger Thompson
Las periodistas Marta Lamas y Ginger Thompson

“El medio es determinante para obtener la información. Los reporteros que trabajamos para el New York Times prácticamente no tenemos problema, cargamos con el gran prestigio del periódico y eso no abre la puerta en altos niveles de poder.”

Thompson estudió la carrera de comunicación en la Purdue University y se inició como reportera en el periódico escolar. Desde entonces el comenzó a correr por sus venas. Con 38 años de edad, disfruta plenamente su trabajo y asegura que no hay mejor adrenalina que el poder de la información.

Una prueba fehaciente de que el gobierno manipula la información, afirma, son las cifras oficiales sobre el desempleo las cuales se sitúan en 2.6%.

“Basta salir a la calle para ver que esta cifra no es cierta, en cada esquina hay niños, jóvenes y ancianos que a falta de trabajo ejercen el subempleo. Es información manipulada y por lo tanto errónea. Así de qué sirve tener derecho a la información”, subraya.

En un análisis de la relación de los medios con el gobierno de Fox, Thompson sostiene que el presidente mexicano equivocadamente ha atacado la prensa y la ha responsabilizado de difundir “puras mentiras” sobre su imagen y su gobierno.

“En campaña, a Fox se le veía como un hombre respetuoso y accesible con la prensa, pero resultó lo contrario. El presidente se ha enfrentado públicamente a los medios”.

La corresponsal distingue cierta diferencia entre la prensa del gobierno de Carlos Salinas y la de la administración foxista. “Hoy existe una prensa más crítica, que no cede a todo lo que quiere el presidente, como sucedía con Carlos Salinas cuando se veía a una prensa más domesticada y sin disposición a criticar a la máxima autoridad.”

Considera incongruente que en plena globalización de la información, en México existan todavía algunas fuentes que son impenetrables para los reporteros y cita el caso de Petróleos Mexicanos, el Ejército y las demás fuerzas armadas.
“La primera sigue siendo una caja negra y las segundas son el gran hoyo negro del gobierno”, concluye.

 

The Economist

Con estudios de Historia, Filosofía y Política en Londres, Inglaterra, Richard Cockett tomo el rumbo del periodismo, empujado por una particular fascinación hacia la investigación de asuntos económicos.
Desde hace más de tres años pertenece a la redacción de la revista inglesa The Economist, donde se ha distinguido por escribir artículos de política y economía.

Después de una breve estancia en México como corresponsal de la revista The Economist, Richard Cockett dice que es una ventaja ser extranjero y colaborar para un medio muy influyente.

“Con estos dos elementos es fácil acceder a la información pública en México”, celebra gustoso.

Hace cinco meses Cockett, de 41 años de edad, abandonó su ciudad natal, Londres, y se trasladó al otro lado del continente europeo para cumplir con su labor de reportero, profesión poco común en Inglaterra y que generalmente se desempeña como una vocación, no como una carrera.

“En un país como México -señala- es muy atractivo que llegue un periodista internacional y en ocasiones es mucho más frágil para ellos acceder a la información. No hay necesidad que uno busque a los funcionarios. En la presidencia, el Departamento de Comunicación Social de Los Pinos y del canciller (Jorge) Castañeda, son muy amables. Se desviven por ayudarnos”.

Según su experiencia, en Inglaterra el manejo de la información es hermético por una especie de instinto de protección a lo secreto. En Estados Unidos, por el contrario, las fuentes de información son más abiertas y accesibles, quizás porque es un país con mayores libertades.

“Aquí en México el acceso a la información está más centralizado que en Estados Unidos, pero mucho menos que Inglaterra. Digamos que está en un punto medio”, afirma.

A Cockett no le agrada opinar sobre la reciente reforma de Ley de Transparencia, le parece un embrollo menor. De inmediato le viene la referencia de la ley de acceso a la información aprobada en Inglaterra en el 2000 y cuya vigencia comenzará a partir del año 2005.

“Sería más importante cambiar la cultura de un país que aprobar una ley. Hay que transformar el pensamiento de la gente”, dice con notable conciencia de ejercer una vocación no una carrera.

Con risa irónica responde que los privilegios de los corresponsales extranjeros para acceder a la información son notorios en relación con sus homólogos mexicanos. Su lectura de las cosas es que los funcionarios tienen miedo a soltar información a reporteros nacionales por su proclividad a abanderar tendencias de izquierda.

“Si yo puedo hablar con Castañeda, es sin duda por la influencia de The Economist y porque es importante la relación que entabla el gobierno mexicano con otros países, principalmente con Estados Unidos. Esa relación debe ser buena porque de lo contrario afectaría el vínculo entre ambos”, puntualiza.

The Wall Street Journal

David Luhnow, es corresponsal de The Wall Street Journal en México, estudió economía en The College y William and Mary. Ha trabajado para distintos periódicos y agencias informativas internacionales: San Francisco Chronicle, The News, San Antonio Express News y Reuters. Ha sido corresponsal en Panamá, Escocia y Londres.

Al referirse al papel histórico de los medios escritos en México, David Luhnow observa momentos de tensa y relajada libertad de información, dependiendo de la personalidad de cada presidente de la República.

“Carlos Salinas era un experto para tratar a la prensa extranjera, lo hizo muy bien proyectando la imagen de que México estaba cambiando y que no era un país cerrado o tercermundista. Sentías que era un gobierno impresionante y que aprentaba poder, lo cual atrajo mucha inversión extranjera”, comenta sonriendo.
Recuerda que en aquella época los corresponsales se dejaban llevar por el buen trato, las comidas y los incentivos que recibían del gobierno salinista, por lo que muchas veces les resultaba fácil publicar notas superficiales sobre la realidad política y social del país.

“En comparación -dice David Luhnow- al gobierno del presidente Vicente Fox, le falta experiencia para tratar a la prensa, pues no tiene el tacto que tenía Carlos Salinas. Antes entrabas a Los Pinos y sentías que toda la gente estaba metida trabajando en un gran proyecto. Ahora nadie te pela y no te devuelven las llamadas”.

Para el corresponsal de The Wall Street Journal, el gobierno de Fox se caracteriza por la desorganización, el caos mental y la falta de dirección, lo cual -dice- repercute en la percepción psicológica de la cobertura periodística, lo que se refleja en el contenido de las notas periodísticas que se producen.
Una de las características que llaman la atención al corresponsal, es que en México, muchas veces, los entrevistados no quieren dar su nombre por posibles represalias.

“En una nota que hice -comenta el corresponsal- entrevisté a un sargento del ejército que hacía unas compras. Al final le pregunté su nombre y me respondió que no podía. Creo que es uno de esos temores infundados que viene desde la dictadura de hace 70 años. Las personas piensan que si dan su nombre, las autoridades van a venir de noche a robarse a uno de sus hijos, dice”.

 

Financial Times

Con estudios de filosofía política y economía en la Universidad de Oxford, Jhon Authers cuenta con doce años dentro del ámbito periodístico, tiempo en el que ha participado como reportero para el Ministerio de Educación de su país natal, Inglaterra. Como corresponsal trabajó 5 años y medio para el diario La Metrópoli, de New York. Desde hace nueve meses es corresponsal en México del periódico londinense Financial Times.

John Authers, corresponsal en México desde hace nueve meses del periódico londinense Finantial Times, encuentra algunas ventajas por ser extranjero.

“Ser corresponsal en México es más difícil que en Estados Unidos o Inglaterra, pues no hay una cultura de la información. Los funcionarios no quieren ser entrevistados y las empresas apenas están cambiando su postura, pues han comprendido que necesitan publicar cierta información para captar inversión afirma.

“El gobierno -indica- es más accesible para dar información. Las dependencias gubernamentales que atienden mejor a los extranjeros son la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Hacienda. Sin embargo la Secretaría de Educación Pública es una dependencia muy cerrada para dar información”.

Para Authers, es más fácil conseguir una declaración de un funcionario mexicano en Estados Unidos que en la República Mexicana, pues a ellos les interesa más que sus declaraciones sean conocidas por los reporteros extranjeros.

Para este reportero, quien quedó marcado por los acontecimientos terroristas del 11 de septiembre en New York, la falta de información no es una cuestión exclusiva de México, pues él ha sido testigo del hermetismo que tienen algunas empresas poderosas como Enron, cuando se ven amenazadas.

“Se que en estados Unidos hubo una gran discusión entre los periodistas sobre cómo Enron quería evitar ser cuestionada por la prensa sobre su situación económica.

“Porque Enron antes de dar su propio informe, tenía problemas y en los medios se había publicado sólo una docena de artículos donde la atacaban y cuestionaban sobre sus resultados. En esa época hubo juicios de acción legal contra los periodistas que estaban tratando de revelar la verdad de ella”.

De la forma que utilizó Enron para ocultar la situación financiera, no dista mucho de las prácticas que se dan comúnmente en México, “se ocultó lo que pudo ser ocultado, se amenazó cuando fue necesario, se echó mano de las excelentes relaciones sociales, se organizaron comidas con periodistas. En fin, una combinación de estrategias que pudo evitar las investigaciones”, dice con tono notablemente irónico.

 

Associated Press

Eloy Aguilar estudió literatura y realizó una maestría en estudios hispanos en la Universidad de Dallas. Durante 22 años ha trabajado en México, en el Caribe y Centroamérica y su colaboración para la agencia AP ha sido de 37 años. Actualmente ocupa la Dirección de Associated Press en México, América Central y Panamá.

Director de la agencia de noticias estadunidense Associated Press (AP), Eloy Aguilar argumenta en defensa de su profesión:
“Se dice que los periodistas somos muy cínicos pero creo que más bien nos encontramos en una posición privilegiada. Uno es testigo de la historia y qué más se puede pedir”, comenta para quien conseguir información no ha sido tan fácil como para sus otros colegas.

Originario de Texas y radicado en México desde hace varios años, Aguilar considera que evidentemente existen candados para un auténtico acceso a la información y que producto de esta cerrazón en el país opera el sistema de filtración de documentos.

“Con todo esto, ser corresponsal implica tener privilegios porqué no decirlo, pero también es un trabajo arduo, difícil y sobre todo interesante, aunque algunos nos digan cínicos.”

Aguilar no ignora la intención que pueden llevar las filtraciones para determinados grupos del poder, pero señala que todo reportero debe estar dispuesto a publicar la información siempre y cuando sea cierta, y su contenido sea de interés público.
“Las filtraciones son frecuentes y responden al hermetismo a la información”, subraya.

En su particular experiencia, la información económica es más difícil de conseguir en este país, dado que las cifras que proporciona el gobierno son “maquilladas” y tienen una interpretación muy personal de la realidad.

“Por ejemplo -añade-, Pemex es una empresa muy cerrada. Todos los monopolios tienden a ser cerrados porque no tienen competencia. Por eso, entre más concentrada esté la información, más difícil es tener acceso a ella.”

Desde una perspectiva histórica de los medios en el país, Aguilar analiza que de López Portillo a Salinas se vivió una transición importante, porque del hermetismo informativo que existía se pasó a una etapa de apertura importante en el sexenio salinista.

“Entonces hubo una gran apertura y todo por el deseo del gobierno mexicano de abrir más el país al exterior y seguir con la idea de que en México reinara la libertad”.

Al igual que otros colegas, Aguilar considera que la influencia del medio determina la relación que los reporteros puedan establecer con personajes del gabinete presidencial.

“Ayuda mucho pertenecer a cierto medio para obtener información porque si eres de un periodiquillo te van a ignorar”, enfatiza.

Para el director de la agencia AP, las únicas barreras que todo periodista debe librar son las oficinas de prensa de las diferentes dependencias, que difunden información sesgada y con determinada intención.

“Un verdadero jefe de prensa debe proporcionar en vez de ocultar información, pero eso no pasa en México.”

 

 

Contralínea 7 / Octubre 2002

Contralínea 7