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Deterioro de las condiciones laborales en el INAH

Deterioro de las condiciones laborales en el INAH

Las condiciones laborales de los investigadores eventuales, de diversas disciplinas del Instituto Nacional de Antropología es Historia (INAH), han sido modificadas; ahora no tendrán contratos y serán prestadores de servicios que cobrarán mediante recibos de honorarios. Lo anterior, debido a la austeridad económica que está aplicando el gobierno federal a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), avalada por las Cámara de Diputados, en los recortes presupuestales a las áreas de ciencia y cultura, entre muchas otras. En el caso del INAH, todo maquillado: con la extinción del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y su mediocre renacimiento en una disminuida y recortada –presupuestalmente– Secretaría de Cultura de la que ahora depende.

Las coordinaciones nacionales, los centros estatales, las unidades administrativas y los jefes de departamentos y subdirecciones, fueron notificados mediante dos circulares firmadas por el secretario Administrativo, Alejandro Ordoño, el coordinador Nacional de Recursos Humanos, Francisco García, y Pedro Vázquez, director de Análisis y Seguimiento de Proyectos. Con el Oficio Circular 001 del 6 de enero de 2017 se dio un duro golpe a los trabajadores del INAH:

 “En apego a la política dictada por el Ejecutivo Federal, relacionada con las medidas de austeridad y racionalidad del gasto público, se les informa que a partir de esta fecha se cancela la contratación de plazas presupuestales de carácter eventual (compactados) para el ejercicio 2017. Así mismo, la vigencia para aquellos que se encuentran activos de acuerdo a la plantilla enviada a la Coordinación Nacional de Recursos Humanos, será de tres meses, contados a partir del mes de enero del año en curso [sic].

 “Adicionalmente, deberá realizarse en cada uno de los Centros de trabajo, una revisión exhaustiva de la citada plantilla, a efecto de eliminar aquellas plazas no sustantivas para la operación y buen funcionamiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia [sic].”

En el oficio Circular 002 del 11 de enero de 2017, se informa que para el ejercicio presupuestal anual de los proyectos –dirigidos por los que tengan plaza o que aún sean “sustantivos”– las erogaciones se deberán calcular con base en un monto financiero 20 por ciento menor al de 2015. No es poca cosa: un retroceso económico de 2 años, que sin duda implicará recorte de empleos y una disminución en la cantidad y calidad de las investigaciones del INAH.

Los trabajadores eventuales que hasta 2016 firmaron contratos por 3 y hasta 5 meses y medio, han laborado por años o décadas, incluso algunos han prestado sus servicios al INAH toda su vida laboral; y no han tenido los beneficios económicos y sociales que marca la ley, entre éstos el goce de vacaciones y seguro médico. Esa forma de contratación, de no más de 5 meses y medio, se debía a que a partir de los 6 meses, y si se repetían los contratos por determinado tiempo, los trabajadores podían entablar un pleito legal con el INAH, para comprobar su antigüedad y la necesidad de su labor; y reclamar así la basificación, lo que significa tener todas las prestaciones de la Ley del Trabajo y del mismo INAH –ambas que en cada contrato de ese tipo el Instituto no cumplía–. La interrupción laboral entre contratos era el periodo de descanso obligatorio impuesto por el INAH, denominado vacaciones; una burla oficial del instituto para la fuerza de trabajo que durante años lo ha sostenido. Ahora, además a muchos de esos trabajadores ni siquiera se les incorporara al nuevo esquema de trabajo.

El INAH tiene una Secretaría Técnica, siete coordinaciones nacionales y 31 centros estatales. Instancias de investigación responsables de 110 mil monumentos históricos; 29 mil zonas arqueológicas registradas –se calcula que existen alrededor de 200 mil–, de las cuales sólo 180 están abiertas al público. Asimismo es responsable de más de 120 museos de diferentes categorías. Es evidente que esta cantidad de monumentos históricos, zonas arqueológicas y museos requiere para su investigación, conservación y difusión una gran cantidad de investigadores. En los últimos años el INAH ha manejado la cifra de 800 investigadores, incluidos en ésta los académicos que laboran en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRM) y en la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, que se encuentra en Chihuahua. Personal dedicado a la investigación y enseñanza. Además se calcula que el instituto cuenta con alrededor de 4 mil trabajadores, de los que 3 mil son administrativos, técnicos, manuales y de servicios, poco más de 150 arquitectos y restauradores, así como 400 empleados de confianza (Arturo Alcalde Justiniani, “Los indocumentados del INAH”, La Jornada, 27 de agosto de 2011) que, en la mayoría de los casos, ocupan puestos de mandos medios para arriba en los diferentes laboratorios, subdirecciones, direcciones de investigación y académicas, y en el área administrativa.

Desde hace años ha resultado injustificable, de acuerdo a su propósito fundamental de investigación, que el INAH tenga más trabajadores administrativos que de enseñanza e investigación, pero al parecer al Instituto sí le es sustantiva tal cantidad de administrativos. Asimismo, es injustificable la cantidad de investigadores, que es insuficiente para atender todos los frentes de investigación que intenta atender el Instituto. Es por ello que ante la poca apertura de plazas basificadas, durante décadas el instituto se ha servido de miles de investigadores eventuales por contrato.

El prestigio que el INAH tiene a nivel nacional e internacional, no sólo ha sido labrado por los pocos investigadores de renombre o sin éste, que tienen plaza, o por aquellos de confianza en mandos medios o altos que dirigen direcciones o subdirecciones; ha sido alcanzado en gran parte por esos miles de eventuales sin reconocimiento, sin beneficios de seguridad social, muchos de los cuales ahora se verán privados de su empleo; los que sobrevivan a la purga deberán aceptar las peores condiciones laborales que el instituto haya otorgado en su historia. Así es que el detrimento laboral del INAH no es nuevo, sólo se está agravando más, lo que conllevará al deterioro académico del mismo.

Maestro en ciencias, arqueólogo y buzo profesional: literato, diseñador gráfico. Cursa la maestría en apreciación y creación literaria en Casa Lamm. Miembro del taller literario La Serpiente

 [BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]

Contralínea 528 / del 26 de Febrero al 04 de Marzo 2017