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Los médicos están interesados. Los videojuegos están haciendo pruebas. La pornografía, como siempre en estos casos, ya lo está aprovechando. Se trata de la tecnología de realidad virtual.

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La imagen le dio la vuelta al mundo en noticiarios y redes sociales, era Mark Zukerberg, fundador de Facebook caminando entre los invitados, quienes en sus asientos miraban hacia todas direcciones y no se daban cuenta quién iba pasando junto a ellos, tenían colocado frente a sus ojos un casco de realidad virtual y no podían ver lo que sucedía en su mundo real, para muchos una metáfora de la realidad actual.

El mundo de realidad virtual más conocido fue Second Life, donde cada quien podía personalizar su “yo” virtual para que se pareciera a uno mismo. Se interactuaba con otros usuarios de todo el mundo y podía gastar dinero real para comprar propiedades y gadgets que nunca saldrían de ese mundo alternativo. La experiencia ciertamente era extraña pero estaba limitada a la pantalla de la computadora, con el tiempo sufrió un abandono masivo a pesar de que grandes marcas invirtieron para tener presencia ahí.

Muy pronto la experiencia será muy diferente y aunque el hardware para experimentar la realidad virtual ya se vende, es ahora que Facebook entró a este nicho con una inversión en billones de dólares, que pronto veremos innumerables opciones y competencia para utilizarla.

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Experimentando la fobia a las alturas en realidad virtual

Es probable que suceda como con los teléfonos móviles, que de pronto aparecía una persona usando uno y se hacía de lo más extraño, eran carísimos y nadie entendía por qué necesitaría uno. Años después, irrumpieron en la vida de adultos, jóvenes y niños. Por el momento su precio lo hace prohibitivo para la mayoría, pero las videocaseteras, cámaras de video súper 8, cámaras digitales, impresoras láser, teléfonos, pantallas planas y drones nos han enseñado que los precios bajan dependiendo de la cantidad interés que encuentren entre las personas.

Antes de que esos cascos de realidad virtual se popularicen debemos considerar que si ya se están documentando problemas para la salud con el uso excesivo de teclados, pantallas, y teléfonos, ahora habrá que preocuparse por los problemas que podría acarrear el utilizar ese aparato que cubrirá parte del rostro aislándonos de la luz exterior para proyectar las imágenes que nos incorporarán a esos mundos virtuales. Además de los ojos, las mismas advertencias del producto mencionan la posibilidad de mareos, náuseas, y problemas de coordinación entre la vista y las manos. Todos advierte, son temporales, algo no muy tranquilizador.

Pero no todo es malo, la medicina podría ser catapultada en alcanzar otro nivel de investigación, ya se planea por ejemplo que la realidad virtual sirva para ayudar a las personas con estrés post traumático o quienes padecen de fobias a superar sus miedos en un ambiente totalmente controlado en el que se puede interrumpir la experiencia de manera inmediata.

En este mercado de las plataformas tecnológicas, donde se hablan en miles de millones de dólares, Palmer Luckey, fundador de Oculus e inventor del casco de realidad virtual, dice que hará una versión compatible con Mac, cuando Apple fabrique una buena computadora y es que a pesar de su alto precio las computadoras de la manzanita carecen de una tarjeta gráfica con la potencia necesaria.

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La tecnología cada vez está más presente y cercana, sentimos que las personas se alejan de las personas y culpamos a las nuevas tecnologías, por ejemplo a los teléfonos inteligentes, pero contamos ya con un precedente en el robo de atención, en la desconexión con la persona que viaja a nuestro lado. El que viajemos con otra persona nunca ha significado que siempre debamos charlar o que queramos hacerlo, que una persona prefiera ver su teléfono en el transporte público no significa que sin él le interesaría hablar contigo.

Hasta hace poco el periódico que leía el padre o la televisión provocaban que éste ignorara al hijo que le hablaba, hoy, el teléfono inteligente y las tablets hacen que los niños y jóvenes ignoren a sus padres, maestros y compañeros.

En efecto hay personas con más debilidad, falta de autocontrol o digamos, una tendencia a estar permanentemente conectados a sus dispositivos, algunos abusan y otros llegan hasta la adicción, en algunos países ya existen clínicas de desconexión, algo curioso pues el teléfono no tiene sustancias adictivas como el cigarro y otras drogas. Pero la tecnología del internet, de la telefonía celular o la realidad virtual no son algo fundamentalmente malo, gran parte del problema somos los usuarios. Habrá también muchos casos en los que una persona esté escribiéndose con alguien más que no está ahí, en ese caso la tecnología los está acercando. La tecnología no es el problema, nosotros generamos los problemas con el abuso.

Gonzalo Monterrosa

[BLOQUE: MISCELÁNEO][SECCIÓN: SOCIEDAD BETA]

 Contralínea 482 / del 04 al 09 de Abril, 2016

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