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Renuncia o destitución para el desgobernador de Sonora

Renuncia o destitución para el desgobernador de Sonora

Finalmente los sonorenses ya no soportan a su desgobernador, el panista-calderonista Guillermo Padrés Elías, quien (no al parecer, sino que realmente) ha enloquecido. Resulta que sus abusos empezaron desde hace más de 2 años, cuando inició el robo del agua de la presa El Novillo que surte del líquido a la población del municipio de Cajeme y a su cabecera Ciudad Obregón. Hasta hace unos años se cosechaban tres cultivos en la región con el líquido vital que contiene esa presa; hoy, la falta de agua obligó a los productores agrícolas del Valle del Yaqui a sobrevivir con sólo un cultivo al año.
 
Para llevar a cabo el robo del agua inició la construcción de un acueducto que pomposamente llamó Independencia, ante lo cual, los sonorenses del Sur recurrieron a los tribunales, aun a sabiendas de que a Padrés lo apoyaban incondicionalmente Felipe Calderón y el nefasto José Luis Luege, entonces director de la Comisión Nacional del Agua. Los sonorenses lograron con esa acción el amparo de tres resoluciones federales y dos más: una para que Guillermo Padrés detuviera la obra y otro para tener al desgobernador en desacato.
 
Donde están atorados los amparos es en la ejecución, ya que a la fecha la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dejado en la total indefensión a los quejosos, al permitir que el desgobernador siga montado en su macho. Pero ahora, al saberse un desgobernador en la total impunidad, decidió con los diputados del Partido Acción Nacional en la entidad aumentar los impuestos (obviamente para tener más de dónde hacer del dinero público un botín), y cuando los sonorenses de todo el estado se opusieron los llamó “malnacidos”. Incluso puso gravámenes a quienes tuvieran burros, caballos y ganado (a las mulas no, porque éstas son de Guillermo Padrés), con lo que está actuando como el demente Antonio López de Santa Anna, quien puso impuestos por ventanas, puertas, gatos y perros. Así Padrés, en su locura de poder, insiste en mantener sus decisiones para sacar dinero, porque ha quebrado las finanzas estatales debido a la corrupción de su administración.
 
Se multiplican las manifestaciones de repudio a las medidas del loquito desgobernador por todo Sonora. Hubo incluso protestas durante el festival, en el municipio de Álamos, en honor al cantante y patólogo Alfonso Ortiz Tirado. También sitiaron el estadio de béisbol en Hermosillo. En fin, no cesan los actos contra el despotismo padrescista y aquello puede derivar en mayores críticas, mientras empiezan a tomar cuerpo la solicitud de renuncia y la gestión ante el Senado de la República para su destitución, ya que el desgobernador no cede en sus ambiciones delirantes. Es cierto que, como en los 12 años de mal gobierno panista, los supuestos gobernadores de los tres partidos hicieron lo que querían: robaron, reprimieron, encarcelaron y usaron el poder para beneficiarse. Y siguen en la impunidad, como es el caso del exdesgobernador sonorense Eduardo Bours.
 
Ya la tensión político-social no tiene más solución que exigirle la renuncia o de plano plantear su destitución por la vía de lo establecido en el Artículo 76, en su fracción V, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de que “es llegado el caso de nombrarle [al estado] un gobernador sustituto”. Entre su locura de poder y su desquiciamiento mental, Padrés debe ser internado en un sanatorio siquiátrico, y no debe permanecer más en el cargo. Está sumiendo a los sonorenses en una crisis política por sus abusos y disparates propios de un demente y procede quitarlo cuanto antes para resolver el problema de fondo. Verdaderamente es un tipo enfermo mentalmente, ya que no hay otra explicación a sus desmanes autoritarios. Que renuncie o destituirlo son las alternativas.
 
*Periodista
 
 
 
 
 
Fuente: Contralínea 326 / marzo 2013