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Guzmán Loera: cuatro años consecutivos en Forbes

Guzmán Loera: cuatro años consecutivos en Forbes

Más de cinco años de “guerra” oficial contra el narcotráfico y Joaquín Guzmán Loera conserva, por cuarto año consecutivo, su posición como uno de los hombres más adinerados del mundo. El narcotraficante mexicano apareció de nuevo en la lista de billonarios elaborada por Forbes, un ranking que en ediciones anteriores incluyó a otros poderosos traficantes de drogas, como el capo Pablo Escobar Gaviria y sus connacionales Jorge Luis, Fabio y Juan David Ochoa, los amos de la cocaína colombiana

 
Joaquín Guzmán Loera no asistió nunca a una escuela de negocios, pero en menos de una década construyó un emporio que lo llevó a ser reconocido como uno de los hombres más adinerados del mundo. En 2009 la revista estadunidense Forbes, especializada en el mundo de los negocios y finanzas, incluyó al sinaloense en la lista de billonarios, entre connotados empresarios, inversionistas y herederos de las fortunas más grandes de los cinco continentes, sólo que, a diferencia de ellos, el del Chapo es un emporio abiertamente ilícito: el tráfico de drogas.
 
La famosa lista, que desde hace 25 años elabora la publicación neoyorquina, va acompañada de una galería de fotografías de cada personaje. La mayoría de los enlistados evidencian su glamour con trajes de diseñador hechos a la medida; ellos mancuernillas lujosas en los puños perfectamente delineados y ellas primorosos pendientes. La suya en cambio, es una fotografía en la que aparece con una sencilla chamarra invernal color beige, las manos empuñadas una sobre la otra, y en la derecha, entre los dedos, asida una cachucha del mismo color, el beige que entonces –al momento de la instantánea– obligadamente Guzmán vestía a diario, característico de los días de prisión en el penal de Puente Grande, Jalisco.
 
Su inclusión en el popular ranking, en la posición 1,153, entre 38 nuevos billonarios, desató fuertes críticas al tratarse evidentemente de una riqueza producto de actividades ilegales, pero la posición de la publicación es que aunque su negocio es ilícito, al fin y al cabo genera ganancias, y muchas.
 
Hacía ocho años que el Chapo se había fugado del penal de alta seguridad ubicado en Jalisco, supuestamente oculto en un carrito de lavandería, y aquel 2009, en plena “guerra” oficial contra el narcotráfico (declarada por Felipe Calderón, en diciembre de 2006), se encumbraba como billonario, junto con los hombres más destacados en el mundo de los negocios y las finanzas, entre éstos los barones del capital mexicano.
 
Al definirlo como “el rey de la cocaína”, la publicación Forbes expresa que “durante ocho años, Joaquín Guzmán Loera habría logrado su operación internacional de contrabando de drogas desde la cárcel mientras disfrutaba de una vida lujosa ahí mismo, con acceso a la bebida, mujeres y un sistema de entretenimiento. Luego, en enero de 2001, en vías de ser extraditado a Estados Unidos, Guzmán se metió en un carrito de lavandería y se escapó”.
 
Desde entonces, el Chapo, o Shorty, como se le llama, ha reforzado su control sobre el comercio de las drogas en México como jefe del cártel de Sinaloa, uno de los mayores proveedores de cocaína a Estados Unidos. Se trata de un negocio muy lucrativo: 35 millones de personas en ese país utilizan narcóticos o abusan de las drogas de prescripción y gastan más de 64 mil millones de dólares al año. La Agencia de Control de Drogas y otros expertos del sector creen que Guzmán, de 54 años, en los últimos ocho años ha controlado de un tercio a la mitad del mercado mexicano de la droga”.
 
La estimación de su fortuna se calculó a partir de que autoridades del gobierno de Estados Unidos documentaron que en 2008, traficantes mexicanos y colombianos lavaron un promedio de 39 mil millones de dólares de ganancias que por el tráfico de drogas obtuvieron en ese país. De tales ganancias, según el gobierno de ese país, Guzmán habría recaudado el 20 por ciento, “suficiente para que él se embolsada 1 mil millones [de dólares] durante su carrera y ganarse un lugar en la lista de multimillonarios por primera vez”.
 
El Chapo ingresó al mundo de las drogas bajo la tutela de Miguel Ángel Félix Gallardo, el Padrino, fundador del cártel de Guadalajara, detenido y encarcelado en 1989. A principios de 1990, comenzó a traficar por su cuenta. En 1993, sufrió un primer descalabro cuando se le decomisaron 7 toneladas de cocaína ocultas en latas de chile. Dos años después las autoridades de Estados Unidos abrieron una investigación en la que atribuyeron a Guzmán una red de trasiego de drogas que eran llevadas a ese país a través de túneles fronterizos. Luego llegó la detención y un breve encarcelamiento.
 
Para 2009, oficialmente era el hombre “más buscado” de México y uno de criminales más buscados del mundo, sólo por debajo de Osama Bin Laden. En ese año el gobierno de Calderón anunció una recompensa de 30 millones de pesos por información que llevara a su captura, y en marzo, su fotografía en Forbes lo presentaba como un nuevo billonario.
 
Su inclusión desató fuertes críticas del sector empresarial y la suspicacia sobre la manera en que la publicación estima la riqueza de un capo.
 
En una entrevista que la cadena Univisión hizo al equipo de Forbes para conocer el criterio de la inclusión del narcotraficante sinaloense, como años antes se hizo con el colombiano Pablo Escobar Gaviria, el hijo de éste, Juan Pablo Escobar, o también llamado Sebastián Marroquín, envió una carta a la televisora donde acusó a Forbes de supuesta falsedad en sus datos al argumentar que “Forbes no puede tener, no puede, y no siempre tienen acceso o revisar los libros de contabilidad de los mafiosos para que puedan calcular sus supuestas fortunas, ni siquiera cerca de las cifras reales y no todos los mafiosos llevan libros de rendición de cuentas, mi padre era uno de esos…”.
 
La respuesta de la publicación fue que “por supuesto que no se tiene acceso a los ‘libros de contabilidad’ del Chapo. Pero tampoco a los libros de contabilidad de los cientos de otros multimillonarios de nuestra lista que son dueños de las empresas privadas. Valoramos la empresa del Chapo de la misma manera que otras empresas privadas: mediante entrevistas con funcionarios gubernamentales, expertos y académicos que están bien posicionadas para estimar el volumen de las operaciones de este narcotraficante…”.
 

Emporio criminal

 
Edgardo Buscaglia, doctor en economía por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Illinois, Estados Unidos, y uno de los mayores expertos en temas del crimen organizado, define al cártel de Sinaloa como la organización criminal con la más formal estructura corporativa, que para lavar su dinero sucio utiliza amplios sectores económicos del país que van desde instituciones educativas, constructoras, compañías de transporte, empresas importadoras y exportadores, a pequeños negocios: gasolineras, talleres mecánicos, entre muchos otros giros.
 
Uno de los señalamientos que expertos en crimen organizado, analistas e integrantes de la sociedad civil le han hecho al gobierno de Calderón, es que su estrategia de la “guerra” oficial contra el narcotráfico parece encaminada a beneficiar precisamente al cártel que dirige Joaquín Guzmán Loera, no sólo para eliminarle a la competencia, sino por lo intocables que parecen sus activos.
 
La cuantificación que desde Estados Unidos se hace de su fortuna, parece de nuevo darles la razón. A diferencia de encumbrados empresarios mexicanos que por una merma en sus bolsillos salieron del club de los más ricos del mundo, durante cuatro años Guzmán se ha mantenido en la misma posición, aun con los costos que le suponen su defensa en la “guerra” oficial contra las drogas. En marzo de este año, en que la publicación neoyorquina dio a conocer su lista de billonarios de 2012, el Chapo aparece de nuevo.
 
Contralínea contactó con el equipo de investigación de Forbes para conocer los criterios que se usaron para este nuevo ranking. La periodista Erin Carlyle, del equipo de investigación explica el procedimiento:
 
“Para llegar a nuestra lista de billonarios mundiales hablamos con los billonarios y sus asesores, empleados, abogados, y hasta con sus rivales o competidores, como también con analistas especializados en cada sector. Registramos cada uno de los negocios de los billonarios, sus bienes inmuebles, los terrenos y propiedades que venden, el arte que compran y hasta el dinero que donan. Para calcular sus fortunas registramos sus activos incluyendo sus participaciones en empresas publicas y privadas, bienes raíces, artes, yates, activos, pasivos y flujo de efectivo, en fin, todo lo que poseen y lo que dejan de poseer”.
 
Para incluir a Guzmán Loera el equipo de Forbes siguió los mismos criterios. El principal indicador para estimar el patrimonio del sinaloense es que en la actualidad se le atribuye el 25 por ciento del comercio ilegal de drogas de México a Estados Unidos.
“Valoramos la fortuna de Guzmán en la misma forma en que la suerte de todos los hombres de negocios que ejecutan las empresas privadas: a través de entrevistas de expertos, funcionarios gubernamentales y académicos que entienden de negocio del Chapo”.
 
Su cálculo es que a marzo de 2012, el patrimonio del sinaloense aún es de 1 billón de dólares, aproximadamente 13 mil millones de pesos mexicanos. Su posición en el club del dinero es la misma: la número 1153. Su negocio de drogas aún le es tan redituable como la banca para los banqueros mexicanos, cuya fortuna se calculó en la misma cantidad.
 
A escasos meses de que concluya el sexenio de Calderón, Guzmán es el billonario número 10 de México, y una de las personas más influyentes del mundo, el número 55 de una lista que encabeza el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
 
De manera que, atenidos a las estimaciones de la publicación estadunidense, el líder del cártel de Sinaloa no ha perdido nada de su patrimonio, ni siquiera lo ha visto mermado, pese a los gastos que podrían generarle hacer frente a la “guerra” oficial contra el narcotráfico.
 
No sólo eso, en los últimos años expandió sus negocios al menos en 52 países, explica Edgardo Buscaglia, docente del  Instituto Tecnológico Autónomo de México y asesor de agencias internacionales en temas de seguridad y delincuencia organizada.
 
“La razón para la inclusión de estos nombres famosos siempre ha sido, y sigue siendo, muy simple: que cumplan con los requisitos financieros. Y ellos tienen exitosos negocios privados, aunque sus productos son bastante ilegítimos.
 
“No nos gusta el hecho de que los traficantes de drogas arruinan miles de millones de vidas y son responsables del derramamiento de sangre, pero es una realidad fría y dura de la economía mundial. Es por eso que incluimos a personas como Guzmán”, escribió en marzo la periodista Carlyle, respecto a la inclusión del capo mexicano en la lista de billonarios de 2012.
 
Y la cruda realidad es que hoy, mientras que la estrategia de “guerra” de Calderón contabiliza más de 50 mil muertos, 200 mil desplazados, cientos de desaparecidos en más de 20 entidades, e incontables pueblos a merced del crimen, Guzmán se encumbra de nuevo como parte de la elite que integra la llamada guía definitiva de la riqueza mundial.
 

Pablo, el magnate

 
El Chapo no es el primer narcotraficante que Forbes incluye en su ranking de billonarios. En 1987, cuando por primera vez se publicó la famosa lista, aparecieron 140 personas dueñas de un capital mínimo de 1 billón de dólares (monto base requerido), entre éstas estaban Pablo Escobar Gaviria, y los hermanos Jorge Luis, Fabio y Juan David Ochoa, del cártel de Medellín.
 
En muchas ocasiones se ha comparado el poder de Escobar Gaviria, que hizo tambalear Colombia, con el de Guzmán Loera, y es que entre ambos hay analogías, la principal es que, ambos de origen humilde, prácticamente de la nada forjaron fortunas a costa de miles de vidas y el derramamiento de sangre con el que forjaron su imperio de la droga.
 
Escobar fraguó su emporio a partir de la década de 1970, cuando comenzó a traficar cocaína colombiana hacia Estados Unidos. La historia que Forbes documentó, para incluirlo en su número inaugural de billonarios, habla de un contrabandista de posición humilde, que en 1978 ahorró dinero para iniciar su negocio de droga con 35 kilos del alcaloide que por mes movía fuera de Medellín. Nueve años después aparecía como billonario.
 
Para su ingreso al grupo de elite, el patrimonio del magnate de la cocaína, –nativo del poblado de Río Negro–, se calculó con las ganancias que le generaba el controlar el 40 por ciento de los negocios del cártel de Medellín, organización criminal a la que convirtió en la más poderosa en el país suramericano, y una de las más fuertes del mundo a partir de que Escobar se hizo del control del negocio para abastecer del codiciado polvo blanco a los mercados estadunidense y europeo.
 
Se contabilizó también el dinero con el que construyó las casas para los pobres de las barriadas de Colombia, los campos de fútbol y su famoso zoológico en la Hacienda Nápoles, más de 1 mil 900 especies de todas las regiones del mundo en un hábitat creado ex profeso, un parque temático con dinosaurios, una plaza de toros y muchas más excentricidades.
 
La venta de coca le generó tanto dinero que durante siete años apareció en la lista anual de billonarios, la última en 1993, sólo seis meses antes de que fuera asesinado.
 

Los poderosos Ochoa

 
Del mismo sector de negocios y de la misma organización criminal le llegó el dinero a Jorge Luis, Fabio y Juan David Ochoa Vásquez, los famosos hermanos Ochoa, que en la década de 1970 fungieron como poderosos operadores del cártel de Medellín, que comandaban Pablo Escobar y los primos de los Ochoa, hijos de su tío Fabio Ochoa Restrepo.
 
Jorge Luis, el mayor de los hermanos, fue uno de los principales operadores designados por el consejo del cártel para lavar el dinero que les ingresaba a carretadas. Los colombianos eran entonces los principales proveedores de cocaína en todo el continente y un parte de Europa. Jorge Luis lo lavaba disfrazado con la actividad formal de su familia: la ganadería. Adquirió fastuosos ranchos, miles de cabezas de ganado y caballos pura sangre.
 
Los hermanos expandieron sus negocios con fuerte influencia fuera de Colombia, hasta controlar el 30 por ciento del tráfico de cocaína del cártel de Medellín vinculados a la familia italiana asentada en Estados Unidos. En esa sociedad, la cocaína que los Ochoa enviaban desde Colombia se distribuía en una amplia red de pizzerías en Estados Unidos controladas por la mafia.
 
Aparecieron en la lista de billonarios durante seis años, la última vez, en 1992. Su fortuna se calculó con las ganancias que les generaban el negocio y todos los bienes inmuebles que poseían, entre éstos las numerosas fincas en Colombia y chalets en Europa. La flota de 55 aeronaves que adquirieron en 1983, mas una flotilla de automóviles Mercedes-Benz y BMW y, por supuesto, caballos de fina casta.
 
Como Pablo Escobar y los Ochoa en la década de 1990, ahora, junto a potentados de la industria de la tecnología, los magnates de las telecomunicaciones, los empresarios de la minería, los barones de la moda, los jeques y empresarios más famosos del mundo, Guzmán Loera se encumbra de nuevo con su negocio de cocaína, mariguana y drogas sintéticas, a sólo nueve meses de que abandone su cargo el presidente que como vía de legitimación inició una supuesta cruzada contra las drogas.
 
 
 
Oro blanco ganancias en aumento
 
En su más reciente informe sobre lavado de dinero trasnacional, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) señala que en la actualidad el mayor ingreso de trasnacionales del crimen organizado proviene del tráfico de drogas ilícitas –particularmente la cocaína–, que representa una quinta parte de todas las ganancias del crimen organizado mundial.
 
El informe identifica a las organizaciones mexicanas como las más beneficiadas del ilícito negocio, que es hoy también la que genera las mayores ganancias que se lavan en circuitos formales de la economía.
 
Se estima que en la actualidad el dinero que las organizaciones criminales lavan asciende al 2.7 por ciento del producto interno bruto mundial, de ése, calcula la ONUDD, casi una quinta parte proviene de la venta de cocaína, el oro blanco capaz de llevar a un campesino al club de los billonarios.