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Estados Unidos no deja en paz a Siria: nuevas agresiones en el horizonte

Estados Unidos no deja en paz a Siria: nuevas agresiones en el horizonte

El Estado Islámico sucumbió ante Rusia y el Ejército Sirio. A marchas forzadas, Estados Unidos busca una nueva estrategia que justifique sus acciones contra el gobierno de Al Assad. Prepara operaciones a gran escala

La Habana, Cuba. Estados Unidos y sus aliados arrecian desde hace varias semanas su ofensiva contra Siria desde diversos frentes: la diplomacia, las campañas mediáticas, y el hostigamiento militar y la amenaza del uso de la fuerza.

Washington agitó como eje de su accionar el supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno del presidente Bashar Al Assad durante las operaciones del Ejército sirio y sus aliados en la región de Guta Oriental, al este de Damasco.

Desde esa región, las bandas terroristas lanzan de forma habitual ataques indiscriminados contra zonas densamente pobladas de la capital siria.

Entretanto, en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se repiten las declaraciones de voceros de países occidentales, quienes hacen coro a la embajadora estadunidense en ese organismo multilateral, Nikki Haley, en un proceso que se recicla de tiempo en tiempo, sobre todo cada vez que los grupos antigubernamentales pasan por situaciones difíciles ante el empuje del Ejército sirio.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad el 24 de febrero un documento que exige el cese de las hostilidades en territorio sirio por al menos 30 días con el fin de permitir la entrada de cargamentos humanitarios y realizar evacuaciones médicas.

La resolución también demanda el levantamiento inmediato de los asedios, particularmente en Guta Oriental y establece que el cese de las hostilidades no se aplicará a las operaciones militares contra el Estado Islámico.

Rusia, el principal aliado de Damasco, promovió un plan que comenzó a ejecutarse el 27 de febrero, el cual incluye un cese de las hostilidades durante 5 horas diariamente para permitir el arribo de ayuda de emergencia y el traslado de los heridos, un proceso que los grupos irregulares se niegan a respetar.

Acciones de Estado Unidos e Israel

En este contexto, la agrupación de unidades terrestres que Estados Unidos mantiene en el noreste de Siria –unos 2 mil efectivos de las Fuerzas de Operaciones Especiales– intentan asegurar la porción de ese territorio con el fin de esperar el momento preciso para avanzar en dirección sur hacia Damasco, cuando las condiciones en el terreno lo permitan.

Las operaciones dentro de la nación árabe incluyen bombardeos a diario de aviones de la coalición internacional liderada por Washington, que desde septiembre de 2014 han lanzado unos 12 mil ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico y del Ejército sirio, con un saldo de centenares de muertos y heridos en la población civil.

Por el suroeste de Siria, las unidades israelíes ejercen presión, en particular con ataques aéreos selectivos contra unidades sirias y de sus aliados que combaten a los grupos irregulares presentes allí.

La fuerza aérea del régimen de Tel Aviv, con la anuencia de la Casa Blanca, incrementó en las últimas semanas sus operaciones contra objetivos en territorio del país árabe, las de mayor intensidad desde la llamada Guerra del Líbano de 1982, con el pretexto de golpear a las milicias leales a Damasco.

Turquía por el norte

A todo esto se unen las operaciones que realiza Turquía por el norte, con el pretexto de contrarrestar las actividades de las unidades kurdas que, en alianza con uno u otro bando dentro del conflicto, son para Ankara una amenaza a su seguridad nacional.

Desde el 20 de enero pasado la norteña localidad siria de Afrin sufre los ataques de las agrupaciones turcas que combaten a las llamadas Unidades de Protección Popular (YPG), a las que Ankara acusa de ser aliadas del proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán.

Expertos estadunidenses estiman que Washington y sus aliados deben limar sus asperezas y establecer un rango de medidas de confianza mutua con Turquía, como la cooperación en cuanto a seguridad fronteriza y aumentar el intercambio de datos de inteligencia.

Avances del Ejército sirio

De cualquier manera, el Ejército sirio mantiene sus operaciones contra las bandas armadas que intentan derrocar por la fuerza al presidente Al Assad y siembran el terror en algunas partes del país.

Estos avances los reconoció incluso el general Joseph L Votel, jefe del Comando Central (Centcom) del Pentágono, entidad a cargo de las operaciones en el Oriente Medio y zonas aledañas, en una audiencia el 28 de febrero en el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.

Votel, quien inspeccionó en enero las tropas estadunidenses dentro de Siria, dijo ante dicho panel legislativo que en 2017 el gobierno de Damasco obtuvo triunfos significativos en la recuperación de territorios en el centro y el oriente del país, con la ayuda de Rusia.

De acuerdo con el general, esto le permitió a las unidades leales a Assad reducir los enclaves de los irregulares y ocupar centros urbanos que estaban en manos del Estado Islámico a lo largo de la orilla occidental del río Éufrates.

La intervención del jefe del Centcom en el Congreso está relacionada con el debate en torno a la nueva Estrategia de Defensa Nacional anunciada por el Pentágono en enero pasado, que cambia el centro de las prioridades militares de Washington de la lucha contra el terrorismo a la confrontación estratégica con Moscú y China en cualquier región del mundo.

¿Preludio de ataques en gran escala?

Expertos consultados por Prensa Latina coinciden en que estas campañas político-militares provocadoras de la Casa Blanca pudieran ser el preludio de acciones de fuerza de mayor envergadura contra la nación árabe, lo que tendría lugar a mediano o largo plazos.

Además, estas acciones hostiles acercan la posibilidad de una regionalización del conflicto en Siria, a punto de entrar en su octavo año.

Medios de prensa estadunidenses reiteraron en las últimas semanas sus llamados al derrocamiento y enjuiciamiento del presidente Al Assad, a partir de las supuestas evidencias presentadas por voceros de Naciones Unidas acerca de las operaciones militares en Guta Oriental.

Un artículo reciente del diario The New York Times señaló que Washington y las demás potencias occidentales deben asumir una actitud más beligerante frente a los operativos del ejército sirio y sus aliados.

Tras cuestionar la veracidad de las afirmaciones de Damasco de que destruyó todo el arsenal químico que poseía, el Times reiteró que nada se ha hecho contra la nación árabe desde el golpe coheteril realizado por Estados Unidos en abril de 2017, por órdenes del presidente Donald Trump.

En meses recientes, Washington incrementó sin mucho revuelo su presencia militar en el norte y el este de Siria, una fuerza de apoyo a las milicias kurdas y árabes, en momentos en que el Gobierno estadunidense dejó claro que el despliegue de sus tropas allí puede tener un carácter permanente.

El mando militar asegura públicamente que tiene unos 2 mil efectivos en dicha nación del Levante –contra la voluntad del gobierno de Damasco– pero a la vez reconoce que esa cifra no incluye otras tropas que cumplen misiones “sensibles” en otras partes del suelo sirio.

A mediados de febrero, el Pentágono y el Departamento de Estado emitieron sendas declaraciones, de carácter supuestamente confidencial, en las que detallan planes para una permanencia indefinida de unidades de la nación norteña en dicho país del Levante, con misiones que van más allá de la lucha contra el Estado Islámico.

Los documentos estaban dirigidos al senador demócrata por Virginia Tim Kaine, uno de los legisladores que buscan un reemplazo para la llamada Autorización del Uso de la Fuerza Militar (AUMF) aprobada por el Capitolio tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Las misivas de ambas agencias federales se filtraron, al parecer de forma intencionada, en momentos en que varios congresistas demócratas y republicanos pretenden que el Congreso apruebe una versión actualizada de la AUMF, bajo el argumento de que la vigente tiene más de 15 años y padece de algunas brechas legales.

Según Kaine, el presidente Trump, al insistir en su involucramiento en esta contienda, actúa “como si fuera un rey, al tomar por su cuenta la iniciativa de comenzar una guerra de forma unilateral”, sin consultar con el Capitolio.

De cualquier manera, en medio del caos interno que existe en la Casa Blanca, donde un escándalo sucede al otro, una acción de fuerza contra un enemigo externo pudiera aliviar las tensiones, todo está en que a algunos de los consejeros de Trump se le ocurra un pretexto más o menos creíble.

Roberto García Hernández/Prensa Latina

[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]