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Al momento de escribir estas líneas, seis muchachos han rebasado los 15 días en huelga de hambre. Inquietos, insumisos, creativos, el encierro en que se encuentran no los arredra ni los somete. Al fin, son anarquistas, libertarios o presos políticos. A pesar de estar en cautiverio en penales distintos, han logrado coordinarse para iniciar, desde el 28 de septiembre pasado, una protesta ante el sistema carcelario inhumano que padecen junto con todos los demás internos, castigados generalmente por su pobreza.

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Los jóvenes en huelga de hambre arriesgan su integridad física. Algunos apenas se recuperan de huelgas de hambre anteriores y de golpizas que padecen a manos de custodios o internos por sus actividades de resistencia. Incluso, dos de ellos deben ser intervenidos quirúrgicamente por las afectaciones que les ha traído el encierro. Arriesgan su organismo biológico para que sus ideas y su lucha salgan, atraviesen las celdas y los muros en que se encuentran.

Esta jornada de lucha –que es acompañada desde fuera por familiares, amigos, colectivos anarquistas y organizaciones sociales– inició a propuesta de los anarquistas Luis Fernando Bárcenas Castillo y Abraham Cortés Ávila. Padecen encierro en el Reclusorio Preventivo Norte. Desde el primer día de la huelga se sumaron Luis Fernando Sotelo Zambrano y Jesse Alejandro Montaño Sánchez (presos en el Reclusorio Preventivo Sur), y Roque Coca (encarcelado en el penal de Miahuatlán, Oaxaca). Además, desde entonces participa con ayunos Miguel Ángel Peralta Betanzos (interno en la cárcel de Cuicatlán, Oaxaca). No todos son anarquistas. Algunos sostienen posiciones ideológicas con diferencias importantes. Pero saben dialogar y los hermana el hecho de que fueron detenidos en contextos de protesta social. Sus delitos se derivan de haberse atrevido a oponerse a alguna determinación gubernamental o protestar por algo que consideran injusto. Todos han hecho trabajo político en comunidades estudiantiles, indígenas u organizaciones sociales.

El acoso que reciben en prisión hace más difícil llevar a cabo su huelga de hambre. Constantemente los custodios los castigan, los incitan a terminar con esta protesta, los vejan moralmente y entorpecen el acompañamiento médico (a cargo del doctor Guillermo Selvas).

Era de esperarse el silencio de las autoridades y los medios de comunicación ante esta huelga de hambre (llevada cabo por presos que algunos de ellos, “¡oh, Dios, –dirán incluso algunos de los perfumados– son anarquistas!). Los activistas saben del menosprecio que las autoridades y los medios de comunicación sienten por las vidas de quienes no les representan ninguna ganancia, política o económica. Por ello, en su carta con la que dieron a conocer el inicio de la huelga de hambre, se dirigen principalmente a las personas rebeldes, a las comunidades y pueblos que luchan y a quienes trabajan por la emancipación.

A los poderosos les dicen: “Ya no podemos creer en sus mentiras porque su mundo maravilloso no existe en nuestro alrededor; nos llaman ‘delincuentes’ como llamaron ‘salvajes’ a los antiguos pobladores de América y así justificaron su genocidio; lo que sucede a diario en nuestros barrios es una guerra colonial que busca apaciguar el fervor revolucionario de nuestra gente, con tácticas tan sucias como la inundación de drogas y armas y su consecuente resultado de llevar más tropas de ocupación de nuestros barrios y comunidades”.

La reflexión crítica se detiene a analizar el sistema penitenciario: 226 mil presos en todos los penales del país, las cárceles sobrepobladas y la tasa de criminalidad no baja. Qué razón de ser tiene si no es el control y represión social. Señalan: “La cárcel es una empresa que legitima la guerra contra los pobres y protege el exterminio y la sociedad basada en la acumulación capitalista”.

Más adelante, se refieren al consumo de drogas que se padece en los barrios populares. “La policía, los políticos y los grandes empresarios están encantados de que los jóvenes proletarios sean víctimas de la plaga [drogadicción]; y esto, por dos razones. La primera es que el tráfico de drogas es una empresa económicamente rentable. La segunda, que mientras puedan mantener a nuestros jóvenes en las esquinas generando para una dosis, no tendrán que preocuparse de que libremos una efectiva lucha de liberación”.

Para ellos, los pobres viven ya dentro de una guerra que no iniciaron. Se libra de varias maneras. La huelga de hambre es parte de las maneras de hacerla. Pero hay otras.

La rebelión, dicen, “es un hecho natural que no descubren los anarquistas ni los demás revolucionarios. Pero esa rebelión no es inmediatamente reconducible a los viejos programas y manuales ‘revolucionarios’. La rebelión de nuestros días es descompuesta, desordenada, un fin en sí misma”.

Consecuentes, aseguran: “somos por la revuelta permanente, por la insurrección generalizada, única forma que hace imposible que se manifieste el poder centralizado”.

La carta se puede leer de manera íntegra en: Presos anarquistas, libertarios y políticos inician huelga de hambre

20 años del Congreso Nacional Indígena

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional dio la bienvenida al Congreso Nacional Indígena la semana pasada. Es la organización de los pueblos originarios de México que se encuentran en resistencia pacífica. Acudieron delegados de 32 pueblos: wirrarikarri, nahua, purépecha, rarámuri, cora, mayo yoreme, yaqui, popoluca, mixteco, ñahñú ñatho, coca, totonaco, mazahua, maya, zoque, tzotzil, tzeltal, chol, tojolabal, mame, binni zaá, chontal, chinanteco, kumiai, cuicateco, matlazinca, mazateco, mee-paa, mixe, nasaquue nasa, amuzgo, triqui. Enhorabuena para un esfuerzo que nació y permanece como un reencuentro de los pueblos indígenas para el dialogar, acordar y actuar.

Zósimo Camacho

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

Contralínea 510 / del 17 al 22 de Octubre 2016

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