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Extorsión interpolicial en Atizapán de Zaragoza

Extorsión interpolicial en Atizapán de Zaragoza

Una grabación revela negociaciones internas entre funcionarios policiales de Atizapán de Zaragoza con subordinados para pagar y no ser corrido, y cobrar para limpiar expedientes negativos. El comisario, señalado como “el jefe” a cargo de las operaciones, revira que se trata de ataques por su trabajo bien desempeñado

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Grabada en audio quedó la negociación entre policías. Por un lado, el hombre puede soltar la guillotina, o no, sobre los elementos de la corporación; por el otro, la agente emproblemada, pero aprobada por el propio comisario Eduardo González Castillo (“El Jefe” de ambos) para recibir el favor de la justicia interna de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito del municipio de Atizapán de Zaragoza.

El uno, desde su posición de poder, regaña y comprende la situación difícil de la potencial cliente, a la vez que defiende la tarifa para limpiar su historial; la otra, agradecida por la ayuda especial, regatea como cualquier ciudadano en busca de librar la sanción.

La conversación entre Antonio Aguilar, presidente de la Comisión de Honor y Justicia policiaca, y la agente implicada revela que el tema es bien conocido por las autoridades superiores, incluida la alcaldesa Ana Balderas Trejo.

Lo anterior lo confirma en entrevista el mismo comisario González Castillo, quien, no obstante reconocer la autenticidad del audio y la participación de su subordinado, también asegura que no se llevará a cabo ninguna acción mientras no se presente una denuncia “formal” sobre el caso, el cual considera como un asunto mediático, parte de los ataques de los que es objeto debido al trabajo realizado en pos de la limpieza de la comandancia que encabeza.

A pesar de ser señalado como el “jefe” que indulta a cambio del pago de una “tarifa”, el funcionario se desmarca al no aparecer su voz al momento de la negociación directa. “Puede haber mil audios”, dice, y, categórico, afirma: “no permitimos, ni la alcaldesa ni su servidor, una práctica en que se pida un dinero a cambio de un favor”.

[blockquote pull=”right” align=”left” attributed_to=”” attributed_to_url=”{{attributed_to_url}}”]”Siempre vamos a buscar el modo de ganar, ¿sale? ¿Por qué?, porque no recibimos lo suficiente. Yo lo sé.”[/blockquote]

Indulgencia policiaca, con diezmo de por medio

“¿Llegaste a algún acuerdo con el comisario o nada más te dijo que te iba a ayudar?”, pregunta el licenciado antes de iniciar las negociaciones. “Mira: para ayudar en cada uno de los expedientes que estamos manejando, la forma normal de terminar con ellos, es de a 5 mil por cada uno”, dirá después.

El que habla es el presidente de la Comisión de Honor y Justicia de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito del Honorable Ayuntamiento de Atizapán de Zaragoza, municipio del Estado de México gobernado por la panista Ana Balderas Trejo. La conversación se realiza en una oficina entre el parloteo ininteligible de secretarias, policías y burócratas que se enmaraña con el cacareo de un gallo.

Si un ciudadano o cualquiera se queja de algún oficial, el caso llegará a la Comisión presidida por Antonio Aguilar Seseña, quien a su vez responde ante el comisario Eduardo González Castillo, jefe de la corporación.

“El trato sería que todos los expedientes se cerrarían”, asegura Aguilar Seseña, quien tiene el poder de castigar o indultar a los policías. Y para convencer a quien tiene enfrente a animarse de una vez, de un tirón le pinta lo qué pasaría con los procesos que penden sobre su cabeza:

 “Uno lo voy a hacer cerrar sin sanción: te notifico, firmas de recibido, y te quedas con tu copia original. Los otros, para no seguirlos integrando, voy a ver cómo los concluyo en periodo de información breve, como si no hubieran elementos (sic).”

La discusión, grabada en audio ?del cual Contralínea posee copia?, dura media hora. Minutos de labia de vendedor por un lado, regatos por el otro.

La oficial, que podría deshacerse de un tajo de las quejas presentadas en su contra, agradece la oportunidad. Pero remarca la falta de dinero, la familia por mantener, las enfermedades como resultado de tres lustros de servicio.

Sin embargo, Aguilar Seseña contragolpea señalando la cantidad de quejas en contra de la policía y el hecho de que él sólo es un eslabón en la estructura municipal.

“Mira, mira: una… dos… tres…”. Revisa, revisa, revisa los documentos el licenciado. “Yo no quisiera ponerte una cantidad… ve cuántos son”, dice ojeando los expedientes.

“A ver, a ver. Polarizado. Multa. Polarizado, también… Aquí tienes estos expedientes. Yo quiero que sepas que yo estoy nombrado por [el] cabildo. A mí me nombra el comisario y me ratifica el cabildo. El proyecto es de los tres”.

Pero la casi expolicía insiste en que no tiene ni puede conseguir la cantidad. “Yo voy al día, lic“.

 “Lo que podríamos ir haciendo es que lo vas sacando”, propone el encargado de resguardar el honor policial. “A otros se les está cobrando mucho más, y yo también paso mi reporte, y el jefe dice si sí o si no, y a mí no me gusta tener problemas con él. Y el jefe siempre está enterado de todo”.

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El aludido jefe se trata del comisario González Castillo. Es por su aprobación que se auxiliará, remarca. Pero aún con el favor del superior, agrega, por el número de quejas no será fácil sacarla del cadalso.

 “Entons toma esto en consideración. Y te digo, la cuota es de 5. Aprovecha este momento. Porque no sabemos cuánto vamos a durar. Aprovecha. Tenemos la disposición de ayudarte.”

Ante una nueva negativa de la agente (“No le estoy mintiendo, lic. ¿De dónde?”), la voz del funcionario se relaja.

“Bueno, bueno. Vamos a hacer esto con confianza”, dice para recordarle cómo le hacen los oficiales de tránsito, cómo trabajan.

“Siempre vamos a buscar el modo de ganar, ¿sale? ¿Por qué?, porque no recibimos lo suficiente. Yo lo sé.

“Mientras yo esté aquí, yo te voy a ayudar. Puedes seguir chambeando y metiéndole los kilos y todo para que te recuperes y saques tu dinero para tu familia, y yo te voy a avisar: te voy decir otra vez, a ver pásamela, ya que seguistes trabajando (sic).

“No vas a tener problema, si llegamos a un arreglo. Puedes seguir trabajando, pero hay que caer un pedacito si estás ganando. Pues vas a tener que chambearle para sacar.”

Pero ni así. No se puede, no hay cómo, insiste la contraparte. Que si en serio la quieren ayudar, lo hagan de veras.

De pronto, un radio se prende. La música llena el espacio. Y el argumento del presidente de la Comisión de Honor sobre el número de quejas se vuelve favorable para la indiciada. El precio pasa a ser por mayoreo.

“Yo lo que pienso que en el caso tuyo, como son muchos, yo opino como de a 3 [mil].”

La cliente acepta.

“Junta eso. Entonces, yo ahorita le platico [al comisario]. Si me dice que hay algún cambio yo te aviso. No creo que haya.”

Después de cerrar el trato, Aguilar Seseña le pide que se le esté informando de cuánto gana la policía en su trabajo extra. Recalca que debe cumplir, que no debe hablar de esto con nadie.

 “Tengo que ponerme a estudiar tu expediente y ver qué es la laguna legal que puedo utilizar para sacarte. Con esto vas a quedar limpia. Vas a empezar de nuevo.”

Antes de despedirse, con una última recomendación, el funcionario asume su papel oficial:

 “Si el comisario te está ayudando a ti, tienes que ser a partir de hoy una persona cien por ciento dedicada.”

Comisario González Castillo: “yo no permito eso”

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“Puedo tener conocimiento del caso, sin embargo no puedo autorizar ese tipo de manejos”, es lo primero que dice el comisario Eduardo González Castillo, director de seguridad Pública y Tránsito de la administración panista que inició en enero de 2016.

En su oficina al pie de la presidencia municipal, el funcionario recibe a Contralínea. Rodeado de decenas de autos a escala (ferraris, lamborghinis, mustangs, patrullas y hasta vochos), el comisario habla tranquilo, con la calma de haber digerido el asunto desde hace semanas.

Sin sobresaltos, pero con palabras atropelladas por momentos, reconoce la existencia del audio, su contenido, la voz de Antonio Aguilar, subordinado suyo y presidente de la Comisión de Honor y Justicia. González Castillo aclara que todo seguirá en su sitio mientras no se presente una denuncia formal, que el tema se discutió con la presidenta Ana Balderas Trejo, quien no respondió la solicitud de entrevista presentada por Contralínea.

Niega que se extorsione a los policías bajo su mando o se les pida dinero para resolver sus expedientes. Para él, “todo se hace conforme a derecho”. Y la prueba de ello, dice, es que él tiene la última palabra en los casos. “Hay un recurso. Y ese recurso lo resuelve el comisario. Yo resuelvo”.

Por tanto, adjudica la grabación al resentimiento de los policías.

 “Hay gente que tiene procedimientos por remoción, por baja, porque exhibieron documentos falsos o porque no acreditaron en el Centro de Control de Confianza y ya lo da de baja… y se tiene que dar todo un procedimiento ante el consejo de Honor.

“Ellos ya saben. ¿Y qué ha pasado cuando se les hace la notificación? Ellos te manejan este tipo de situaciones, ellos te manejan este tipo de audios, porque ya vienen con la grabadora puesta y pueden inventar. Son prácticas medio especiales de ciertos elementos.”

Sobre la negociación para limpiar el expediente de la agente, y a pesar de que su representante fue quien indicó la tarifa y aseguró que la ayuda provenía del comisionado, el mismo González Castillo achaca son los policías los corruptores, que todo es “un tipo de práctica de cierta gente amañada, gente que ya sabe cómo viene el resultado y hacen hasta lo imposible por evitarlo, diciendo: `Oye, dame. Te doy, te doy, con tal de que…´”

Pero aunque en el jaloneo verbal entre Aguilar y la oficial se señala en múltiples ocasiones al comisionado, éste niega una y otra vez que ordena cobro alguno, y si sus colaboradores lo hacen, allá ellos.

“Inmediatamente cuando me dijo la presidenta [Balderas], le dije que esta situación, el hecho de que si el señor pedía o algo, bueno, finalmente cada quien es responsable de sus propios actos. Sin embargo yo, le dije que… si yo checaba y yo demostraba… él se iba definitivamente, inmediatamente le pediría la renuncia.”

Eso sí, cuando se enteró del audio, cuenta, le advirtió a Aguilar Seseña que le tocaría comparecer si se presentara una denuncia formal. “Me vas a demostrar que tú no lo hiciste, y si lo hiciste, va a ser tu responsabilidad”.

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-Pero él es su subordinado.

-Aquí como subordinados pueden decir muchas cosas y le avientan la responsabilidad a uno.

“Yo no le puedo permitir… porque en este caso… ehh… el hecho de que haya… por, por qué no, haber, por qué no estuve yo [en la reunión], ¿no? Finalmente si dice… haber… ahh sí.”

No sólo la agente inmiscuida, policías inconformes con el mando actual acudieron directamente ante la presidenta municipal. Le dieron copia del audio. Nada ocurrió. Ahora para el comisario, el audio no tiene valor.

“Independientemente de que se exhiban de una manera así [grabándose]. ¿Por qué no lo hicieron ante los servidores públicos, ante la Fiscalía de Servidores Públicos?”

Y reta al reportero a acudir con la fuente que hizo llegar la información a esta revista:

 “Mándamela. La que te dio el video. Mándamela, y aquí, contigo, iniciamos el acta. Claro que sí, claro que sí. […] Es un audio de esa persona… yo te pediría un favor, porque si lo vas a poner, nos iríamos a una instancia, entonces tu fuente, aunque digas que no, la fuente la vamos a tener que revelar.

 “Independientemente de la situación del audio. El audio me dijeron: `oye ahí está el audio´, efectivamente. Y si está el audio, efectivamente, pues vamos. Vamos a Servidores Públicos, a mí me importa más que sea en Servidores Públicos, porque si hay una responsabilidad, que sea penal. Mejor.”

Se queja de que se le ha “atacado” desde el principio en los medios de comunicación y en el Facebook. “Les demostré con todos mis documentos, bien oficiales, de tal manera que estoy aquí”.

Y todo por su trabajo, por los resultados “positivos” que ha dado, dice.

“Yo no afecto los intereses de nadie. Simple y sencillamente cuido y velo porque aquí se hagan bien las cosas. Y porque esté bien la situación del ayuntamiento y por que no se afecten a personas inocentes en el municipio. Para eso nos pagan: para velar por la seguridad pública de los ciudadanos de Atizapán.

“El resultado es que van a empezar a atacar. Por el simple y sencilla razón de atacar. A veces hasta sin razón. Pero te atacan porque estás trabajando y porque a lo mejor se te ocurrió decirlo. Así nos está pasando.”

Mauricio Romero, @MauRomero

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Contralínea 508 / del 03 al 08 de Octubre 2016

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