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Otra Europa, una utopía que se puede hacer real

Otra Europa, una utopía que se puede hacer real

La Unión Europea entregará unos miles de millones de euros a Grecia en 3 año, siempre y cuando haya más recortes, pensiones rebajadas, más privatizaciones, menos derechos laborales, más despidos y rebajas salariales en la administración pública, además de aumentar el IVA. Esta Europa no es la del pueblo trabajador. En absoluto. Ignora sus intereses y derechos por sistema. A España, Portugal, Irlanda e Italia, como a Grecia, no les interesa esta Europa a medida de Alemania, Francia, Holanda y otros países ricos. Matizo: al servicio de sus elites. Porque a los trabajadores de esos territorios tampoco les beneficia esta Europa de la desigualdad que avanza.

El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, ha acusado al Eurogrupo de imponer una estrategia económica catastrófica para obligar a arrodillarse al gobierno de Syriza. “Europa ataca a la democracia griega –denuncia– porque la verdadera naturaleza del conflicto de la deuda es más sobre quién tiene el poder que sobre dinero y economía”. Y añade no recordar depresión económica alguna tan deliberada ni con consecuencias tan catastróficas como la de Grecia por culpa de la Troika. Pero aún peor es que el nuevo dinero de la Unión Europea (a tan alto precio) irá al sector financiero. Una vez más. Y en España debería saberse que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, has de poner las tuyas a remojar, como aconseja el refranero. Puede ocurrir algo semejante.

Sobre la austeridad en Europa, el historiador Josep Fontana afirma que es comparable desde el punto de vista económico con los campos de concentración nazis. Dice que “los campos de concentración nazis no eran en primera instancia un lugar de exterminio, sino organizaciones industriales gestionadas con criterios económicos especiales. Para obtener los máximos beneficios. La propia aniquilación de judíos se pensó con criterios de rentabilidad. El secreto de la rentabilidad era utilizar hasta agotar a trabajadores que apenas costaba mantener y exterminarlos cuando no eran útiles. Eliminar costos improductivos garantizaba una alta competitividad”. ¿Suena?

El historiador concluye que hay semejanzas entre el funcionamiento económico de los campos y las políticas de austeridad que se imponen. Ambos buscan minimizar costos del trabajo y eliminar los gastos de mantener a quienes ya no producen. Los nazis usaban las cámaras de gas; los neoliberales europeos, las contrarreformas y la supresión del Estado de bienestar. No es método igual, cierto, pero el resultado buscado es el mismo.

Analizando políticas neoliberales, Isabel Ortiz y Matthew Cummins en su investigación La era de la austeridad, una revisión del gasto público y las medidas de ajuste muestran las consecuencias de la austeridad impuesta en 181 países. Rebaja de salarios públicos en 97 países, reducción o eliminación de ayudas en 100 países, aumento de impuestos indirectos en 94, rebaja de pensiones y recortes en salud pública en 86, menos protección social en 80 países y despido libre en 32, según el Fondo Monetario Internacional, o 40 países, según la Organización Internacional del Trabajo.

La ofensiva total del neoliberalismo: políticas que jamás han generado empleo estable ni recuperado el crecimiento ni mejorado el nivel de vida.

¿No cabe pensar ya en otra Europa que nada tenga que ver con competitividad, crecimiento exponencial, reducción de costos laborales y beneficios como máxima prioridad? ¿No es hora de otra Europa sin Juncker, Merkel, Tusk, Dijsselbloem, Schäubel y demás ralea? En la Unión Europea, un 75 por ciento no cree que las cosas vayan bien, sólo una cuarta parte de ciudadanos confía en su gobierno y dos tercios no se fían ni un pelo de la propia Unión. Hay que dar otro paso: olvidarnos de esta Unión Europea para empezar a construir otra más justa, más democrática. Otra Europa que no esté al servicio del sector financiero, los mercados y las trasnacionales.

¿Utopía? Cuando un grupo de mujeres británicas se organizó en 1903 para reivindicar el voto femenino, fueron tachadas de locas. Hoy, aunque resta mucho para la emancipación total de las mujeres, se ha avanzado. No es una veloz carrera de 100 metros, sino un paciente maratón.

¿Otra Europa más decente es utopía? Tal vez, si utopía, como describe el Diccionario de la lengua española, es lo “irrealizable en el momento en que se propone”. No para siempre. Como decía Nelson Mandela, siempre parece imposible hasta que se consigue. En realidad, utopía es el escenario que será. El que haremos posible.

 

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista y escritor

[OPINIÓN]

 

 

 

Contralínea 447 / del 27 de Julio al 02 de Agosto 2015