Síguenos en redes

Austeridad, banca, Alemania y Grecia

Austeridad, banca, Alemania y Grecia

Tras un baile de rumores, medias verdades y mentiras enteras sobre lo que ocurría o podía ocurrir entre la Unión Europea y la Grecia de Siryza, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha presentado al eurogrupo una propuesta de reformas y decisiones para que su país continúe recibiendo ayuda financiera. Una propuesta, por cierto, que no arroja al pueblo griego a los pies de los caballos como hasta ahora. La extensión del préstamo durante 4 meses más incluía la condición de que ésta aportara medidas que convencieran a los prestamistas internacionales, sobre todo a los bancos alemanes, de que no eludiría sus compromisos.

El gobierno de Siryza ha presentado esa lista y, como remarca Michel Hudson, está de acuerdo en equilibrar el presupuesto pero desde otra perspectiva a la habida hasta ahora: en vez de rebajar las pensiones de los trabajadores, recaudará los miles de millones de impuestos atrasados de potentados griegos y desarticulará las trampas de los propietarios de bienes raíces que evaden impuestos, por ejemplo.

La Unión Europea no ha tenido más remedio que considerar “bastante positiva” la lista de propuestas en la que destaca el plan contra el fraude fiscal, mejorar la recaudación tributaria, reformar la administración para ahorrar gastos y que sea más eficaz, así como dar facilidades a empresarios deudores del Estado griego para poder liquidar sus deudas tributarias o de cotizaciones sociales sin ahogarse. De momento, el gobierno griego acepta no aumentar ahora el salario mínimo, pero no permitirá nada contra las pensiones públicas. Un triunfo incompleto de Grecia sin duda, pero no es la aceptación de la ruina popular como consintió el anterior gobierno con el primer rescate.

Alemania ha sido la nota discordante al no considerar positiva las propuestas del gobierno griego. Como dice el economista alemán Fabian Lindner, Alemania pretende justificarse con la fábula de que los perezosos trabajadores griegos se aprovechan de los laboriosos alemanes, que han aplicado una responsable austeridad y así han superado la crisis. No es cierto. Olvidan que, más allá de la huera retórica de la austeridad, Alemania ha sobrellevado la crisis por las exportaciones a esos países del Sur europeo que mira con desconfianza, pero sobre todo no porque se haya apretado el cinturón, sino por la generosa ayuda gubernamental a empresas y bancos y un considerable paquete de fiscalidad estimulante, más generosos subsidios estatales para conservar los empleos.

No es cuestión de países, como pretenden muchos titulares. Como dice Michel Hudson, “lo que ocurre con Grecia es lucha de clases. No es Alemania contra Grecia, como repiten hasta el tedio los medios informativos, sino una verdadera guerra de los bancos contra el mundo del trabajo”. No es que el poder financiero quiera que Grecia equilibre su presupuesto sin más; lo que en verdad busca es que se equilibre el presupuesto rebajando salarios y recortando pensiones. Por el contrario, Siryza propone equilibrar el presupuesto, lo que es exigible, haciendo que los ricos paguen lo que deben. Alemania, mejor dicho su elite económica y financiera, ha impuesto a Europa una estéril austeridad que ha convertido la crisis financiera de la Eurozona en crisis vital europea. Pero no es cuestión nacional –porque el capital no tiene otra patria que la acumulación de beneficios–, es que el inestable sector financiero es una fuerza de destrucción masiva, como escribió el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman.

Así las cosas, no habrá salida para Grecia, para Portugal, para España ni para Italia en tanto no se afronte el apalancamiento general, la inestabilidad camuflada, la despatrimonialización de la banca europea y la desregulación financiera que otorga patente de corso a la banca. Ya en 2011 el entonces profesor Yanis Varoufakis escribió que “la razón fundamental por la que Europa permitía una crisis de deuda, perfectamente evitable pero que engulliría a los países del Sur europeo, era el lamentable estado de los bancos alemanes y la determinación del gobierno alemán de que nada permitiera conocer la precaria situación de esos bancos”.

Si estuviera hoy aquí Don Quijote, a la vista de tal panorama, parafrasearía que con “la banca hemos topado, amigo Sancho”. El gran obstáculo para que Grecia y Europa en general se recuperen.

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista y escritor

 

 

 

 

 

 

 Contralínea 427 / del 08 al 14 de Marzo 2015