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Enrique y Manuel: sobre la pobreza, el desastre económico

Enrique y Manuel: sobre la pobreza, el desastre económico

[…] Los peligros inherentes a la gobernabilidad del neoliberalismo económico, cuando éste, en pleno corazón del sistema económico capitalista, se convierte en gobierno adaptado a las características de la economía globalizada

 Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal

Los devastadores huracanes Ingrid y Manuel dejaron en ruinas a más de 500 municipios en 22 entidades, esto sin contar los sepultados, desaparecidos y aproximadamente 159 muertos. Sus consecuencias mostraron a Enrique Peña y a Rosario Robles la pobreza real y no la de “sus 400 municipios” seleccionados, a los cuales únicamente les allegaron discursos. Además de la virulencia con que la naturaleza atacó esas zonas, los graves daños también fueron provocados por la total negligencia de la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Gobernación y los desgobernadores, capitaneados por Ángel Aguirre Rivero, personaje que celebró con sus compinches Los Sentimientos de la Nación, del Siervo José María Morelos y Pavón, en opípara cena, con vinos y mariachis.

Los guerrerenses pobres de este espacio para el turismo internacional y nacional abortaron como un fracaso el programa peñista denominado Cruzada Nacional contra el Hambre, pues nunca pasó de su palabrería a los hechos. Con cuestionamientos y respuestas de la Secretaría de Desarrollo Social, el diagnóstico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social fue un desplegado de prensa que buscó justificar al peñismo, exhibiendo más los retos que los avances. Y dejan por fuera las críticas fundadas de legisladores del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática, como los análisis del investigador José Luis de la Cruz, quien dijo que tal Cruzada “se ha hecho sobre la marcha para responder a la exigencia del presidente de la República, con una orientación asistencialista en lugar de productiva”. Toda la información aparece en La Jornada del 3 de octubre de 2013.

Peña y la señora Robles –quien una vez más fue sorprendida en las prácticas de corrupción que acostumbra desde su paso por la jefatura defeña– “no conocían las dimensiones de la pobreza y el hambre entre 54 millones de mexicanos”. En su plan electoral a la Soriana y Monex, están usando todos los imanes que se les ocurren para comprar votos rumbo a las elecciones intermedias de 2015; y junto con el Chuchismo del Pacto por Peña, impusieron al Congreso de la Unión la aprobación de las contrarreformas de corte neoliberal, en lo político y lo económico, con arreglo al tradicional servilismo de los levantamanos en su versión tecnológica de oprimir la tecla yes para que la pantalla registre el voto mayoritario. En cuanto pasó Manuel por el Océano Pacífico e Ingrid lo hacía por el Golfo de México arrasando cientos de comunidades, Peña y Robles cayeron en la cuenta de la dramática pobreza y hambre en la que sobreviven miles de mexicanos; que su “prueba piloto” en los municipios Mártir de Cuilapan y Acapulco era una fantasía… Y que “la realidad es más pródiga que la más febril fantasía”.

Con su grupo de Atlacomulco y sus asesores del cártel de Salinas de Gortari a través del ahora próspero empresario Pedro Aspe, Peña creyó que nunca descubrirían sus contrarreformas (¡y falta la energética!) como parte de una gobernabilidad a favor de los ricos que, no obstante, impugnan su paquete fiscal. La izquierda no Chuchista con Cuauhtémoc Cárdenas y la escisión perredista con Andrés Manuel López Obrador está atrapada en la cruda realidad de la pobreza que asoma la cabeza sobre todo en las comunidades guerrerenses, así como en todo el país.

Por lo tanto, al desastre ciclónico de Manuel e Ingrid, debemos sumar la catástrofe económica que se cierne sobre la nación por la mala conducción del gobierno y la retención de las partidas para gasto social, en una maniobra perversa de Luis Videgaray y Pedro Aspe, quienes buscaban dárselas de salvadores al liberarlas… Aunque tardíamente lo hicieron y la recesión sentó sus reales para completar el doble desastre: el ciclónico y el económico, al que se dirige la nación. La crisis apenas empieza y los mexicanos, de por sí sufriendo desempleo, despidos, inflación, etcétera, en breve serán cautivos del estancamiento con alza de precios dentro de una severa y muy grave depresión.

Esto convertirá al peñismo en otro huracán aún más destructor. Enrique será peor que Manuel; y Rosario peor que Ingrid. Ya sembraron el desastre que es el neoliberalismo hasta sus últimas consecuencias, porque la gobernabilidad peñista se enganchó a la globalización y sus contrarreformas fiscal, laboral, dizque educativa, de telecomunicaciones, etcétera. Ya son fallidas, puesto que el peñismo está ejerciendo la gobernabilidad con el decadente neoliberalismo económico, el rancio autoritarismo alemanista-salinista y su dosis de calderonismo, más las luces de los astutos Chuchos Zambrano y Ortega, fanáticos peñistas.

Así, pues, a Peña se le apareció la pobreza en toda su trágica realidad con los embates de los huracanes que, como pinza, devastaron más de 500 municipios en 24 estados. Ese dramático suceso se une al desastre económico, el cual, tras el sexenio calderonista, el ciclón Enrique ha aumentando con su mala conducción del gobierno federal. La nación va al despeñadero del neoliberalismo económico y el autoritarismo de “no hay marcha atrás”. El peñismo no tiene reversa ni freno.

*Periodista