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Nuestros lectores

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Solicita su derecho de réplica por mención en reportaje de Ifetel

 
Miguel Badillo, director de la revista Contralínea:
 
En su número del 6 de octubre de 2013 su revista Contralínea publicó un informe supuestamente elaborado por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sobre los supuestos nexos de candidatos a comisionados del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) en el cual señala, en medio de otras afirmaciones falaces, que yo he reconocido públicamente que [he] sido asesor de la empresa Teléfonos de México SAB (Telmex) y que tengo un sesgo a favor de la misma.
 
Al respecto quisiera señalar que en el transcurso de mis actividades profesionales yo he sido consultor externo de múltiples empresas de telecomunicaciones, como Telmex, Alestra, Avantel, MVS, Marcatel y Pegaso, entre otras, pero nunca he sido asesor, ni he ocupado empleo, cargo o función directiva alguna en empresas de telecomunicaciones o radiodifusión, motivo por el cual el Comité de Evaluación consideró que cumplía los requisitos establecidos en el Artículo 28 constitucional: “…no haber ocupado en los últimos tres años, ningún empleo, cargo o función directiva en alguna en las empresas de los concesionarios comerciales o privados o de las entidades a ellos relacionadas, sujetas a la regulación del Instituto”. Por otro lado he colaborado con mis publicaciones no sólo con el portal electrónico Media Telecom, sino con otros periódicos y revistas, como El Economista, Etcétera y Zócalo, por mencionar algunos, y que en todos estos medios de comunicación únicamente sólo [sic] recibí honorarios cuando colaboraba con mis artículos o análisis.
 
Asimismo quisiera mencionar en relación al supuesto sesgo que se me atribuye, que en el año 2000 en mi calidad de director General de Estudios Económicos y Regulatorios de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), diseñé la parte económica-regulatoria de la Resolución Administrativa por la que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) por conducto de Cofetel estableció a Telmex obligaciones específicas relacionadas con tarifas, calidad de servicio e información, en su carácter de concesionario de una red pública de telecomunicaciones con poder sustancial de mercado en cinco mercados relevantes, misma que se vio bloqueada en los tribunales. Asimismo, en 2006 y 2009 fui el perito de los operadores Alestra, Avantel y Marcatel en los juicios en relación con el nivel de la tarifa de interconexión fija-móvil asociada a la modalidad “el que llama paga”, peritajes que acompañados del modelo ingenieril de costos de terminación de llamadas en una red móvil eficiente en México que desarrollé contribuyeron a la decisión de SCT y Cofetel de reducir dicha tarifa de un nivel arbitrariamente alto a $0.39 por minuto, reduciendo drásticamente el subsidio implícito de las empresas de telefonía fija a los operadores [sic]. Sin lugar a dudas ninguna de estas acciones favoreció a empresa alguna de Grupo Carso y refutan el supuesto sesgo.
 
Finalmente, quisiera señalar que mi labor profesional como funcionario público, consultor de telecomunicaciones y como articulista ha estado guiada por tres principios, que a mi juicio son indispensables si se busca que un modelo de economía de mercado tenga beneficios para todos los mexicanos:
 
a) No se puede hacer caso omiso de lo establecido en la ley y en el marco regulatorio, y debe incentivarse la competencia eficiente, pésele a quien le pese;
 
b) El modelo regulatorio más conveniente para el sector de telecomunicaciones y radiodifusión es uno de competencia en infraestructura, que busque un retorno adecuado sólo a las inversiones eficientes de los operadores, y que incentive el desarrollo de la innovación en servicios, aplicaciones y contenidos; y,
 
c) No hay justificación válida para subsidios arbitrarios no focalizados, o privilegios especiales a empresa alguna.
 
Termino señalando respecto del proceso constitucional para seleccionar comisionados del IFETEL del cual formé parte que, a mi juicio, en aras de la transparencia del mismo, se deben hacer públicas las fichas curriculares de todos los participantes, hayan o no quedado como comisionados, hayan o no pasado el examen de conocimientos, y que se debe investigar si algún candidato ocultó u omitió información sobre sus relaciones como directivo, empleado, asesor o consultor con empresas de telecomunicaciones o radiodifusión y, en su caso, proceder a imponer las sanciones que correspondan por el respeto que nos merece a todos un proceso establecido en la Constitución Política de nuestro país.
 
Agradezco de antemano las atenciones que se sirva dar a la presente.
 
Fernando Butler Silva, director general de BHMC Consultores y consultor en telecomunicaciones
 
 

Tabúes frenan donación de órganos, considera

 
¿La cultura occidental dice la verdad? ¿Tiene nuestra sociedad una moral íntegra? ¿Quién no ha tenido prejuicios a pesar de ser open mind?
 
Todos han despreciado el tabú, incluso cuando se vuelve ciencia y rompe con el oscurantismo. Las culturas ancestrales, la egipcia, judía, oriental, cristiano-católica, etcétera, coinciden en que la muerte es el fin de la vida terrenal. El hombre no puede hacer nada para evitar la muerte, pero sí puede darle respeto al cuerpo humano. Pero, ¿esto es verdad? ¿Tiene nuestra sociedad una moral íntegra? Ya no somos religiosos, pero sí hipócritas. El hombre mata, roba, secuestra, somete, abusa, saquea y prostituye. El hombre llora la muerte, el hombre ateo ve la muerte como el fin. Usted, ¿alguna vez ha hecho algo contra la trata de personas en su país? Cierto, no puede hacer mucho en este tema. Pero: ¿alguna vez ha hecho algo para combatir la muerte? Innegable, a usted, que le han dicho que no puede cambiar eso, le han mentido. Sí hay una manera de combatir la muerte a diferencia de lo que le han contado: sin estudiar medicina, sin ser un sacerdote, sin ser un dios o un héroe nacional. Y otra gran mentira: la muerte no tiene por qué ser el fin de la vida terrenal. Así es: estas dos premisas “imposibles” conforman un tabú.
 
Un día, un sujeto muy joven sale desanimado de un consultorio médico. Hay una parte de su cuerpo que no funciona: tiene menos de 1 año de vida. Su familia, sus proyectos, su vida han sido desahuciados. No hay cura. Al otro lado de la ciudad ocurre un accidente. La víctima apenas sobrevivió para llegar a urgencias… Dos tragedias, dos premisas imposibles, dos personas destinadas a morir y también dos tabúes, uno social y otro moral.
 
El tabú moral: “el cuerpo debe irse completo; si no, ha sido profanado”. El tabú social: “hay tráfico ilegal de órganos”. Usted podría no ser atendido con tal de que su cuerpo no sea saqueado y utilizado. Pero el tabú es “sinónimo” de mentira. Pensar que usted no podrá hacer nada cuando muera es falso; pensar que dios le juzgará por el estado de su cuerpo tras la muerte, también. Dios juzga cómo respetaste tu cuerpo antes de la muerte… El tabú es el aliado para satanizar y no avanzar: “la Tierra es plana, no salgas a comerciar…”.
 
El tabú puede ser en realidad un milagro para cumplir con premisas imposibles. Podemos lograr que esas dos personas no mueran. ¿Cómo? ¡A través de la donación de órganos! El tráfico ilegal es prácticamente nulo en México: la complejidad que conlleva un trasplante implica que se corrompan al menos 20 profesionales. El desorbitado presupuesto requerido hace que un seguro facultativo sea más factible; y existen instituciones serias que se rigen por leyes y protocolos (como el Centro Nacional de Trasplantes) que verifican la transparencia de la donación. La negligencia médica no va ligada a los trasplantes, ya que usted como familiar tiene la plena libertad de decidir si quiere o no donar sus órganos, todavía en caso de que el occiso sea un candidato a donador. Así que piénselo antes de creer en el tabú: su cuerpo no será robado, dios lo perdonó por quien fue en vida… Cuando se convierte en donador, usted puede salvar muchas otras vidas, y su corazón puede seguir latiendo aún después de su muerte.
 
 
Arturo Rodríguez Rojas, estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria 6, Antonio Caso, de la Universidad Nacional Autónoma de México; paciente trasplantado de corazón en el Instituto Mexicano del Seguro Social, Centro Médico Siglo XXI