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La migración en reversa

La migración en reversa

Norberto Lacarriere Lezama

Matamoros, Tamaulipas

Sin asistencia consular mexicana y con las esperanzas truncadas, miles de mexicanos son repatriados a diario por Matamoros.  En este retorno forzado varios indocumentados denuncian explotación de principio a fin en campos, fábricas o en las propias cárceles porque, de acuerdo con algunos de los deportados, los sistemas judiciales los usan como carnada para?obtener millones de dólares en recursos, reteniéndoles en?las prisiones más tiempo del debido a fin de cobrar ante el gobierno federal tal “reclusión”.

“Hasta para eso les servimos al final”, expresa uno de ellos, al que se le envió a?resguardo “preventivo” en Chicago desde junio, luego de incurrir en una falta vial administrativa, aunque la travesía que sufrió incluyó vaivenes en al menos tres Estados antes llegar a Texas y de ahí, al noreste de Tamaulipas.

Los relatos destacan que la mayoría de los hispanos los capturaron y expulsaron cuando?volvían de trabajar “y hacer prosperar a la economía de los gringos” en empresas de la construcción, restaurantes y compañías de servicios de limpieza, por citar algunos ramos donde se les contrató para que hagan el trabajo que muchos norteamericanos no quieren realizar.

¿Bienvenido paisano?

Las escenas tienen lugar en el Puente Nuevo Internacional. Empleados del Instituto Nacional de Migración (INM) atienden a decenas de connacionales mientras se encuentran en tránsito hacia algún destino, como es el caso de estas personas que fueron detenidas en algún lugar de Estados Unidos, debido a delitos de narcotráfico o por faltas menores administrativas.

Es martes por la tarde. El calor ya no es tan incesante como el de hace apenas 120 días, cuando los desafortunados que retornaban a su país de origen?tenían que enfrentar hacinamientos y altas temperaturas asfixiantes.

Quizá el factor térmico sea la única excepción en esta clase de ambientes inciertos, pero al igual que ha ocurrido cada 24 horas en los últimos meses, unos 150 mexicanos oriundos de Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Veracruz y San Luis Potosí se aglutinan ante una mesa donde se les toman sus datos.

Ellos conforman la “remesa” humana del día como uno de ellos mismos lo cataloga. A veces son 200, otras 300 y cuentan que el récord numérico hace no mucho fue de 350 tan solo por esta región.

Únicamente cambian sus rostros, vestimentas e incluso algunos tatuajes que conforman su identidad, pero por lo demás las historias los unen en igualdad de sufrimiento y sacrificio.

Todos sostienen bolsas con sus escasas pertenencias, ligeramente mayores a las que tenían cuando entraron por primera vez a Norteamérica. Entre ellas van algunos cheques que resultan ser cobrables, pero no falta aquel documento que parece ser una burla a su precaria estampa, porque en él se lee que el portador puede recibir en una casa de intercambio de divisas el equivalente en pesos de 86 centavos norteamericanos.

Otros tienen cantidades más nutridas,?de 100 dólares o más. Es todo lo que les queda por haberse entregado a un sueño que les duró, a lo mucho, 10 años. Ante ellos se formula la pregunta obligada:

-¿Volverías a Estados Unidos? La respuesta entra en automático en la mayoría de los interlocutores.

-No, nunca.

En realidad el infortunio en muchos de ellos no comenzó con su repatriación sino a partir de la crisis económica de 2009, que les impidió seguir enviando remesas para mantener a sus familias en México y en consecuencia a cientos de comunidades marginadas.

Nómadas a la fuerza

Una voz hace que el reportero le ponga especial atención. Es la de un hombre de 33 años cuyo rostro está curtido por la desesperación.

Él laboró 12 años consecutivos de su vida en Indianápolis hasta el día en que la policía lo capturó. Cuenta que algunos agentes estuvieron parados afuera de las viviendas de los latinos para llevárselos, como sucedió con él.? “Primero me explotaron, luego me deportaron”.

Descarta dar su nombre, pero no se opone a que se imprima una gráfica de su rostro.

“A mí me detuvieron el 16 de junio en Bloomington, Indiana. Por no tener papeles (migratorios) me?quedé ahí tres meses. Salí el 16 de septiembre, pero después me detuvo migración. De ahí me llevaron a Indianápolis (capital de Indiana), luego a Burlington, Kentucky.

“Luego me mandaron a Chicago, pero me regresaron a Kentucky y ahí estuve dos semanas más. Posteriormente retorné detenido a Chicago, donde duré un día y una noche para luego estar en Boston. Después nos llevaron en avión a Atlanta, Georgia y al final llegamos a Texas”.

Este tabasqueño que trabajó en un restaurante y llegó a ganar hasta 400 dólares por semana por laborar 12 horas al día, comenta que en la recta final de su retorno a México estuvo todo un día con las esposas puestas, pero el maltrato no paró ahí, pues si bien acepta que los oficiales migratorios y policías no los ofendían verbalmente, la comida fue raquítica pese a que en lugares como Kentucky el Departamento de Migración al parecer le paga a la cárcel del condado 200 dólares diarios por cada indocumentado.

“Amigo… en esa cárcel mínimo hay unos 300 hispanos. Ahí llegan a diario ‘vans’ (camionetas) y camiones cargados de latinos que pararon por cualquier motivo. Están peor que en Arizona, porque allá no existe una ley. Quien vaya a una corte, a la salida se encuentra con migración esperándolo a uno. Hay gente a la que ni dejan entrar a la corte”.

Al término de la entrevista acepta que las autoridades le devolvieron el dinero que traía cuando cayó en manos de la ley, pero también acusa al Consulado de México en Kentucky de que sólo le proporcionó 20 dólares como ayuda.

A pregunta expresa sobre sus planes laborales a mediano plazo hace una mueca de desprecio hacia el pasado que recién dejó. “En serio, yo ya no regreso. ¿Mi casa que compré allá? Se las dejo”.

Ni las luces consulares

La mayoría de los deportados son jóvenes y, de los que fueron entrevistados, hubo uno que sentenció que en Estados Unidos los indocumentados por lo general?están solos con su suerte.

“Tú tienes que tomar la iniciativa y estar llamándole al consulado, tienes un número con 3 dígitos pero la llamada no entra. A mí me detuvieron hace 110 días porque a su juicio es el tiempo que uno debe quedarse detenido porque, según entiendo, el condado de Wyneda (en Georgia) está ganando dinero del gobierno federal. Por cada uno de los presos recibe como 160 dólares”.

Encima de eso, dice, el sistema penal de esa región cobra la fianza para que las personas puedan salir.

“Yo ví muchos casos de muchas injusticias. Conocí a un muchacho al que lo tuvieron dos semanas esperando a migración y se supone que si uno paga el delito viene tu abogado y debe uno quedar en libertad, porque no debe uno estar detenido más tiempo por un delito menor pero allá no respetan eso”.

Mientras estos mexicanos se quejaban del maltrato, en Washington, la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano, se congratulaba por lograr una cifra récord de más 392 mil deportaciones de inmigrantes indocumentados en el año fiscal 2010.

Ilegales…y criminales

Pero no solamente eso, los informes mencionaban que de los 392 mil ilegales, 195 mil estaban clasificados como criminales.

La misma Napolitano indicó que en una conferencia de prensa  que Estados Unido “se ha centrado en velar por el cumplimiento de nuestras leyes de inmigración de una manera sensata y eficaz, que le da prioridad a la seguridad pública y nacional”.

En números netos, el Departamento de Seguridad Interior puntualizó que en el año 2010 se deportaron a 23 mil personas más por violaciones migratorias, respecto a las deportaciones en esta categoría que se hicieron en 2009.

En el primer año fiscal del gobierno de Obama, las autoridades migratorias señalaron que se deportaron 81 mil extranjeros declarados como criminales más, respecto a las deportaciones de criminales extranjeros que se hicieron en  2009.

“Esta estrategia ha producido resultados históricos y se han deportado a más criminales extranjeros condenados que nunca antes, se han emitido más sanciones pecuniarias que durante todo el gobierno anterior contra empleadores que infringen las leyes de inmigración”, subrayó Napolitano.

John Morton, director del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), informó por su parte que durante el año fiscal de 2010 se amplió el programa de Comunidades Seguras que utiliza información y servicios biométricos para identificar y deportar a criminales extranjeros en prisiones estatales y cárceles locales. Morton aclaró que gracias a este programa, durante este año se han detenido a más de 59 mil criminales extranjeros condenados por algún delito, entre estos a 21 mil que fueron declarados culpables de crímenes violentos como asesinato, violación y abuso sexual de menores de edad.

Asimismo, se informó que desde enero de 2009 a la fecha, ICE ha realizado auditorías a más de 3 mil 200 empleadores que se sospechaba estaban contratando a inmigrantes indocumentados.

Como resultado de estas auditorias se suspendieron licencias de 225 empresas y personas, e impuestos de aproximadamente 50 millones de dólares en sanciones pecuniarias, más que la cantidad de total de auditorias y licencias suspendidas durante todo el gobierno previo.

El Departamento de Seguridad Interior explicó que para el caso de los extranjeros deportados a México, los gobiernos de los dos países comparten información respecto a personas catalogadas como criminales ya sentenciados. Morton matizó que incluso se hacen revisiones con las autoridades mexicanas, en el caso de personas bajo la custodia de ICE, para identificar a los que son criminales, incluso a mexicanos con cuentas pendientes con las leyes mexicanas.

Luego de conocerse el comunicado, grupos a favor de los inmigrantes dijeron que la cifra es “una cortina de humo” y consideraron que las deportaciones siempre se basaron en un perfil racial.