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Las pobrezas generan desastre nacional

Las pobrezas generan desastre nacional

Desde el salinato se prolonga y profundiza el capitalismo salvaje como neoliberalismo económico (el salto de Adam Smith a Milton Friedman) para cargar las baterías del encadenamiento de los capitalismos y abrirle camino franco al libre mercado con su punta de lanza del libre comercio, para desmantelar los resabios del estado de bienestar (conquistas obreras, máximo empleo y mayor escolaridad con coberturas de salud) y apurar el final de las políticas de la agenda keynesiana. A pesar de la constante de sus siglas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no ha sido un partido con programas de larga duración (en términos de la obra magna de Fernand Braudel, sumarísimamente sintetizada en su ensayo La dinámica del capitalismo, en un breviario del Fondo de Cultura Económica). De Alemán a Zedillo, cada uno de sus representantes impuestos en la Presidencia de la República usó al partido para imprimirle su particular concepción de lo político, de lo económico, social y cultural.

Pero con Salinas se inició lo de empobrecer a la nación, ya que al neoliberalismo económico le sobraban mexicanos. En 1992, éste le reportó a  la Comisión Económica para América Latina y el Caribe que en nuestro país había 18 millones en extrema pobreza, en la miseria, en la hambruna. Y 23 millones en los demás grados de pobreza. Con el zedillismo, aumentaron las dos clasificaciones. En estos 10 años, de Fox a Calderón, tenemos 50 millones en las diferentes modalidades de la pobreza, y no menos de 30 millones sobreviviendo en la miseria. Estas cifras, atrapadas en el total desempleo de todos ellos, más los casi 3 millones que Calderón, Ebrard y Villalobos arrojaron a la calle cuando irresponsablemente decretaron la paralización de la economía nacional, ahuyentando el turismo nativo y, sobre todo, el extranjero.

Si incluimos a De la Madrid, tres priistas y dos panistas tienen a la nación en el desastre con las pobrezas que han creado sus políticas neoliberales, fundamentalmente empobrecedoras, antiobreras y antiempleo, para golpear al de por sí agonizante y desacreditado sindicalismo; entregarle la enseñanza primaria y secundaria, para su total ineficacia escolar, pero carne de cañón de sus profesores, reprobados una y otra vez por su falta de conocimientos y pedagogía, a la Madrina a la Mario Puzo; para el incumplimiento del artículo 123 constitucional y su ley reglamentaria; para la total impunidad de los funcionarios, con aprobación de la Suprema Corte, para que impere la injusticia en todos los niveles; para la inutilidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado y demás servicios de salud; para la inseguridad total en el contexto del terrorismo de las delincuencias con sus purgas internas y enfrentamiento con soldados y policías, en cuya lucha “pagan justos y pecadores”. Mientras, el miedo se apodera de la nación. Y para colmo: sobrevivir en las pobrezas, que van desde la hambruna al mínimo consumo.

En la capital del país donde nació lo de “primero los pobres”, el secretario de Desarrollo Social del gobierno de la ciudad de México precisó que el 54 por ciento de los capitalinos “sufre pobreza”, desde moderada a extrema (Reforma, 26 de julio de 2010). El Instituto Nacional de Estadística y Geografía confirma que de la población económicamente activa del país, más de 2 millones están sin empleo. Esto sin tomar en cuenta el desempleo-pobreza que arrastra el país desde el priismo (El Financiero, 27 de julio de 2010). El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado asegura que las políticas calderonistas generan “magros resultados en el combate a la pobreza”. Con su ingreso, los mexicanos que trabajan “no pueden comprar una canasta alimentaria”, determinó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Mientras, Calderón anuncia el repunte del empleo con puras mentiras arregladas por el IMSS. La desesperación social de millones de mexicanos, con niños desnutridos, jóvenes sin acceso a estudios superiores y sin posibilidad de empleo, va en aumento, tensando el “aquí no pasa nada”.

En 14 municipios, mueren de hambre más de la mitad de sus habitantes (Miguel Badillo, coordinador, Morir en la miseria, editorial Océano); pero esa hambruna se extiende a más de la mitad de los casi 2 mil 500 municipios del país. Miseria, enfermedades, falta de empleo y bajo consumo atenazan a los mexicanos en pobreza, con sus diferentes grados y manifestaciones.

A eso ha de agregarse el abuso de los impuestos y alza de precios (¡las 400 comisiones bancarias!), la impunidad para los altos funcionarios, la complicidad de la Suprema Corte y las confusiones de los partidos que controlan con anzuelos de izquierdistas, los cabecillas: Camacho, los Chuchos, Calderón-Nava, a quienes sólo les interesa el poder por el poder (y el dinero de los ciudadanos que se roban). La pobreza es un polvorín que bien puede incendiar cualquier chispa de rabia, de tal manera que el país sea escenario de revueltas que den la bienvenida al nuevo tsunami de una crisis económica que se anuncia peor que las anteriores. Son tales las condiciones de miseria, que la exclase media degradada como pobreza tiene a más de la mitad de los mexicanos en estado de potencial estallamiento revolucionario. Porque los gobernantes y las elites del poder económico, que ya se reparten las ganancias, desoyen los ruidos que produce el desastre nacional.

No alcanza el dinero de los miserables sueldos y se debe recurrir a las casas de empeño (que están por todas partes con las fauces abiertas para devorar a sus clientes, empezando por la impiedad del Monte de Piedad). Esa pobreza alcanzó ya a los jóvenes sin empleo, sin oportunidades de escolaridad; a los niños que tienen que trabajar; a cientos de miles de trabajadores sin paga (en gasolineras, supermercados, ayudantes en los camiones de basura… y quienes venden en las calles contratados por terceros que los explotan). Si así fuere en el contexto del “aquí no pasa nada”, entonces, como se vislumbra sin tener que ser profeta armado, el país vivirá recordando la Independencia y la Revolución… intentando continuarlas por inconclusas.

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