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La frontera no es como la pintan

La frontera no es como la pintan

Diariamente cientos de personas deciden ignorar las alertas y recomendaciones de no viajar a México, por lo que pueden comprobar con sus propios ojos la realidad que se vive en la frontera entre Texas y Tamaulipas. Gracias a ello son capaces de disfrutar de todas las bellezas naturales que esta región tiene para ofrecerles.

José Manuel Meza Reynosa, Tamaulipas

Aunque la campaña de desprestigio que organizaciones y medios de comunicación norteamericanos mantienen en contra de la frontera mexicana ha causado estragos en el sector turístico del norte de Tamaulipas, aún existen quienes se resisten a creer que esta región es un peligroso nido de delincuentes.

Diariamente, decenas de ciudadanos estadounidenses conocidos como “winter texans” -jubilados quienes fijan su residencia temporal en el sur de Estados Unidos escapando de las gélidas temperaturas del norte de su país-, visitan la frontera mexicana para disfrutar todo lo que esta región puede ofrecerles.

Muchos de ellos tienen más de una década visitando esta zona y por ello saben que más allá de reportes de balaceras y violencia en las calles, la realidad de la frontera tamaulipeca no es tan grave como la pintan.

Estos turistas de invierno disfrutan por igual las tiendas de artesanías, los restaurantes y otros paseos que México tiene que ofrecerles sin hacer caso de los reportes alarmistas que a diario se escuchan en su país de origen y que hablan de asaltos, homicidios y violaciones en contra de turistas extranjeros.

Uno de los lugares en donde más se puede observar la presencia del turismo binacional es el río Bravo, que con el tiempo se ha convertido en uno de los paseos favoritos de residentes de ambos lados de la frontera.

Este cuerpo de agua es conocido como el caudal que divide la frontera más transitada del hemisferio norte y en donde se han protagonizado los capítulos más negros en la historia de la migración ilegal hacia la Unión Americana y el trasiego de drogas.

Sin embargo, más allá de esta leyenda negra, este lugar también es un sitio de tranquilidad y descanso, lejos del bullicio y el estrés urbano.

En sus riberas existen numerosos desembarcaderos de botes y hasta yates que generalmente los fines de semana zarpan para explorar las interminables riquezas de este afluente custodiado por agentes de la Patrulla Fronteriza.

No obstante, aún cuando se localiza en aguas limítrofes, no hay autoridad que moleste a quienes las navegan con fines recreativos.

Los predominantes días soleados, la vegetación semiárida y el característico color olivo del agua hacen de éste un sitio único, el cual transmite a la vez un espíritu de misterio y de atracción a la naturaleza.

Contrario a lo que pudiera pensarse en la orilla mexicana -desde Reynosa a Miguel Alemán-, se encuentra mayor un número de muelles y hasta pomposas residencias, que en el costado norte. Llama la atención que en ambos sentidos la arquitectura de las construcciones cambia vertiginosamente.

Además pueden observarse familias de patos, codornices y gaviotas, que con la llegada de vacacionistas del norte de Estados Unidos y sur de Canadá le dan vida a esta región cada vez más turística.

Por las mañanas y tardes suelen verse personas con caña de pescar o montando motos acuáticas, aunque con chaleco flotador, por la fama de peligro que acarrea el río.

Inclusive, existe un cementerio de autos clásicos a la altura del club Campestre, pero en el borde texano. En hilera los vehículos se encuentran con el cofre sumergido en el agua en posición vertical y en algunos casos extraviados por la maleza.

De todas formas es difícil imaginar que un sitio al que se le ha dedicado infinidad de planas “grises” en los medios informativos, ofrezca un ambiente tan acogedor y paradisiaco.

Basta conocer el río Bravo para sentirse atrapado en su mundo de sorpresas.

Paraíso de los “Winter”.

Una de las bonanzas del río Bravo es el Chimney Park de Mission, Texas, ubicado a unos tres kilómetros navegando desde la bocatoma, sitio donde radican unas de 300 familias originarias de diversos Estados de la Unión Americana.

Ahí la vida corre con demasiada tranquilidad y sin preocupaciones porque está íntimamente ligada a la naturaleza.

Este lugar cuenta con restaurante, salón de eventos y desde luego, pintorescos paisajes que rebosan en vegetación. De ahí no es difícil comprender porqué es uno de los puntos preferidos por los “winter texans” para la instalación de casas remolque y pasar unas vacaciones.

Gary Atrison, oriundo de Nebraska, afirmó que es la tercera ocasión que acampa con su esposa a la orilla del Bravo. Descartó tener miedo por la negra fama que se ha forjado este afluente.

“No, para nada. No hay de qué preocuparse junto al río Grande (como también se le conoce). Al contrario, todos disfrutamos de amaneceres esplendorosos, llenos de tranquilidad; nuestros vecinos tienen un comportamiento ejemplar, ¿qué más podemos pedir?”.

Junto a su bicicleta de montaña, este turista de 70 años agregó que todo el año es propicio para permanecer aquí -tomar oxígeno y salir a remar o pescar-, pero en la temporada invernal es cuando más gente arriba.

“Llegué por un amigo que me contó su experiencia y desde entonces mi mujer y yo viajamos grandes distancias sólo para decir ‘aquí estamos’, abrir unas cervezas y dormir arrullados por el canto de los pájaros… es sensacional”, dijo.

Por su lado, Wallena Haynes, encargada del lugar, agradeció la confianza de los turistas por visitarlos.

“Lo que procuramos es que ellos se olviden de sus problemas, tengan paseos recreativos y se diviertan básicamente. Al parecer no lo estamos haciendo mal”, apreció la entrevistada.

Entre otros beneficios del Chimney Park cuenta con mensajería, servicio al cuarto, jardinería, fumigación y muelle. Para quienes poseen lancha, como Bob y Betty, nativos de Wisconsin e Illinois respectivamente, venir a Texas y no flotar en aguas del río Bravo es un desperdicio.

Por eso afirman que acumulan ocho años pescando y dejándose querer por la calidez de este lugar.

“Siempre nos ha gustado sacar nuestra caña y anzuelo y arrojarlo. Es terapéutico.

El calorcito favorece esta actividad”, manifestaron.

Sobre la latente posibilidad de encontrarse con migrantes hispanos o traficantes, Bob y Betty dijeron no incomodarse.

“Se escuchan las historias que giran en torno a este río, pero nunca hemos visto nada malo. Esta es un área agradable, hay buena pesca y serpientes grandes también”, mencionaron entre risas.

Aunque justo a un lado de la plantación se ubica un puesto de vigilancia de la “Border Patrol” (Patrulla Fronteriza), sus inquilinos aseguran que jamás interfieren con su inmensa paz.

Bravo cautivador

Carlos Alanis Reyes, quien desde hace poco más de un año suele pasear con su familia por las aguas del río Bravo, reconoció que en su mente nunca cruzó la idea de que fuera a satisfacerle tanto, mucho menos que se compraría un bote.

“Unos amigos me invitaron y me admiré al descubrir un río Bravo diferente a como lo pintan en la televisión, lleno de vida y paz.

Yo no lo veo como una zona de peligro sino como un buen punto para pescar y divertirse sanamente”, indicó.

Entrevistado a bordo de su embarcación “Queen Mary” de seis metros de longitud -equipada con un motor de 150 caballos de fuerza y sistema de navegación para bahía y agua dulce-, el empresario transportista dijo que entre las especies que aquí pueden capturarse se encuentran: róbalo, bagre, catán, mojarra y tilapia.

Señaló asimismo, que es un espectáculo mirar las potentes embarcaciones de los visitantes deslizarse a grandes velocidades por el cauce.

“Se disfruta ver a los americanos cuando vienen a esquiar y entretenerse con sus lanchas rápidas, es algo que llama mucho la atención para grandes y chicos”, añadió.

El entrevistado comentó que para flotar en aguas del río Bravo se requiere (por barca) un permiso expedido por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que resguarda los intereses de la hidrografía mexicana.

Pero manifestó que no existe acoso de los agentes de la Patrulla Fronteriza: “Al contrario, si llegamos a tener algún problema con el bote ellos nos auxilian. Mientras no trate uno de bajarse fuera de los puntos aduanales no hay ningún problema”, relató.

Casos cotidianos

Entre las historias que ha experimentado en sus excursiones al río Bravo, Carlos recordó una ocasión cuando se le aproximó un caballero finamente vestido y le solicitó que lo cruzara hacia el lado estadounidense, un favor que pudo haberlo metido en aprietos con las autoridades del país vecino.

“Me encontraba en la bocatoma con mi bote y esta persona llegó y me preguntó cuánto le cobraba nada más por dejarlo en la orilla. Se me hizo muy curioso porque no parecía que tuviera necesidad económica.

“Naturalmente me rehusé para no meterme en problemas, aun cuando insistió en pagarme una muy buena suma. Si me llegan a ver en una situación como esa (pasando ilegales) no solamente pierdo el barquito sino que hasta me acusan de tráfico de personas.

Pudo haber sido también algún gancho de alguna autoridad para ver si me dedicaba a otra cosa”, relató el pescador aficionado.

Referente a la creciente urbanización en terrenos conexos al río Bravo, con modernos restaurantes y fincas en ambas partes, Carlos reveló que es un sueño vivir en un paraje como éste.

“A mí me gustaría tener un lugar así, a la orilla del agua; bajas tu lancha e invitas a tus amigos y tu familia. Puede uno convivir con la tranquilidad de la zona, además de que es estupendo para las carnes asadas, acampar y hasta para hablar de negocios”, describió.

Flotando en un área con siete metros de profundidad (de acuerdo a su computadora de viaje) y al arrullo del canto de las aves, el propietario de la “Queen Mary” comentó que pese a ser una actividad “un poco cara” timonear en la “ruta fronteriza” vale la pena.

“Conviene hacer el sacrificio, porque te olvidas del mundo; no hay ruido, no hay teléfonos ni quien te atosigue”, abundó.

En síntesis, los atractivos del río Bravo son interminables, como los turistas que día a día están haciendo de éste un espacio más público, con lo cual contrarrestan las referencias negativas que de él se hablan.

Una práctica contagiosa

Héctor Quiroz, uno de los tripulantes del moderno bote de Carlos Alanís, dijo que recién se unió al club de los amantes de la navegación por el río Bravo.

“Principalmente porque debido a las actividades laborales es difícil viajar a otras ciudades y este lugar es una excelente alternativa para mitigar el estrés cotidiano. Mi amigo fue quien me indujo al llevarme a pescar y me encantó”, señaló.

Héctor afirmó tener una embarcación en el taller que pronto espera poner en circulación.

“Acabo de comprar una lancha para 10 personas. Está construida con aluminio y tiene una longitud de ocho metros”, ilustró.

Sobre la peligrosidad del río el también empresario recomendó utilizar el salvavidas en todo tiempo.

“No te puedes confiar aunque la corriente esté muy tranquila. No solamente te caes por la borda sino que también puedes darte un golpe con las orillas del bote. Extremar precauciones es un principio elemental”, afirmó el entrevistado.

Para acceder al desembarcadero público de la bocatoma es necesario tomar la carretera a Nuevo Laredo y avanzar unos 10 minutos en coche desde la zona centro de Reynosa. A mano derecha se encuentra la desviación y se recorren aproximadamente 500 metros hasta llegar a un parque conocido como “La Playita”, de donde puede zarpase.

Para todas estas personas la violencia que se vive en ambos lados de la frontera no se ha convertido en un obstáculo para poder disfrutar todo lo que esta región puede ofrecerles, por ello han preferido ser testigos de la realidad que se vive en la región, que es muy diferente a las alertas y recomendaciones que tanto ruido han hecho en los medios de comunicación.


Protesta Cabildo de Matamoros por campaña de desprestigio.

Paola Almaraz Matamoros.

Tamaulipas Al aproximarse la temporada vacacional de Semana Santa, y como sucede cada año, el gobierno de Estados Unidos emitió una alerta a sus ciudadanos donde recuerdan los crímenes de los llamados “narcosatánicos” en Matamoros –sucedidos hace más de 19 años–, lo que provocó el enojo del Cabildo local.

El alcalde de Matamoros, Erick Silva Santos, indicó que es una lástima que cada año al acercarse la temporada vacacional se recuerden los hechos que sucedieron hace más de 20 años en esta frontera.

“Lamento que cada vez que tenemos un período vacacional siempre se repita la misma historia, ellos saben que Matamoros es un lugar turístico seguro donde los estadounidenses vienen a pasear”, señaló.

Añadió que el Cabildo seguirá con la campaña de difundir los atractivos de Matamoros en los medios de comunicación para atraer el turismo tanto del lado americano como del mexicano.

Por su parte, el regidor Ricardo Díaz invitó a sus compañeros a enfocarse a realizar una intensa y posita campaña a favor de la ciudad.

“Es increíble que sigan manchando nuestro nombre de esta manera, sobre todo con un hecho que sucedió hace tanto tiempo”, dijo.

El edil agregó que en Matamoros hay seguridad y protección para los turistas, por lo que no se puede permitir que sigan haciendo estas afirmaciones negativas.

Asimismo, la regidora María Dolores de la Garza, señaló que es increíble que la gente se haya quedado con la mala imagen de Matamoros en lugar ver los avances en materia de seguridad que tiene la ciudad.

“En materia de seguridad han hecho reuniones con la policía de Brownsville, precisamente para proteger a los muchachos que visiten Matamoros, y afortunadamente no se ha vuelto a repetir ningún suceso similar”, mencionó.